por Georg Kühlewind
En los últimos diez, veinte años están apareciendo cada vez más niños con déficit de atención (ADD) e hiperactividad. Yo los he llamado “niños estelares” y me gustaría analizarlos más detenidamente en sus rasgos positivos y negativos. Muy poco se sabe aún acerca de los fundamentos antropológicos de esta nueva generación de niños. Por ello muchas veces permanecen incomprendidos. Presumo que en un tiempo no muy lejano, más de la mitad de los niños presentarán un comportamiento anormal, llamativo u original. ¿Pero qué significa, si pasan a ser mayoría? Quiere decir que no existe una norma. Cada niño es como es y así debemos aceptarlo. Si tratamos a un niño atendiendo a sus requerimientos, entonces encontrará su propio camino evolutivo, totalmente individual. Esto constituye una dificultad para la pedagogía: se torna prácticamente imposible la enseñanza frontal de todo un curso. A pesar de que los niños de un tercer o cuarto año de primaria tienen la misma edad cronológica, su madurez por lo general abarca de ocho a trece años, de modo que resulta imposible educarlos con criterios uniformes.
Hay una expresión que caracteriza especialmente a estos nuevos niños: son abiertos. Abiertos significa: no están tan encasillados como nosotros. Como adulto yo no vivencio los pensamientos de mis congéneres, ni tampoco sus sentimientos e impulsos volitivos. En cambio estos niños – así como todos los niños pequeños – vivencian los pensamientos, sentimientos e impulsos volitivos de su entorno, no están separados de la conciencia del mundo circundante.
Por otro lado tienen una deficiente percepción de sí mismos o “identidad corporal básica”. Eso significa que no se perciben en su corporeidad como las personas normales, sino que se sienten inseguros, no están plenamente encarnados. Naturalmente eso es un impedimento. El aspecto positivo de esta constitución es que estos niños se vivencian en unidad con el mundo, especialmente con el entorno humano. Para entender lo que les pasa, podemos tomar como ejemplo la manera en que un niño aprende a hablar. ¿Cómo sabe un niño pequeño lo que significan las palabras? Para ello recurre ante todo al sentir, que es dominante en los niños pequeños.
En los niños estelares ese predominio se conserva durante mucho tiempo. Por ello son abiertos: porque sienten. Pero sentir no significa para ellos tener emociones como celos, enojo, depresión. Sentir significa: sentir como nosotros percibimos si algo es lógico o no. Yo le llamo “sentir cognoscente” a ese modo de percibir.
La atención de estos niños se extiende a todo el entorno. Tienen una gran capacidad de observación, que no es intelectual, sino que tiene las características de ese sentir cognoscente.
Una inteligencia sensciente
Los niños estelares tienen una inteligencia sensciente. Ésta no tiene nada que ver con la emotividad, sino que se refiere a la manera de extender la sensibilidad hacia el mundo. Ésa capacidad la tiene todo niño pequeño y la nueva generación de niños la conserva durante mucho tiempo. Por ello los niños estelares suelen tener aptitudes sociales extraordinarias, que sin embargo muchas veces permanecen ocultas, pues para descubrirlas habría que tomar conciencia del profundo sentimiento social subyacente a muchas actitudes. Por supuesto también tienen aptitudes psicológicas, ya que logran percibir claramente lo que ocurre en el interior de otras personas y así, por ejemplo, saber exactamente lo que está pasando en caso de un conflicto familiar.
Estos niños no tienen un pensar lineal, de concepto en concepto, de palabra en palabra, sino que piensan en imágenes. Esto es lo que caracteriza al pensar creativo. ¿Cómo nacieron las grandes ideas creativas, por ejemplo en las ciencias naturales? La mayoría de ellas surgieron como imágenes. Una vez que tenían la imagen, los científicos buscaron la fórmula matemática correspondiente. También Einstein procedió de esta manera. Toda la teoría de la relatividad se le apareció en una ensoñación. A los grandes matemáticos les ocurre lo mismo: primero aparece una idea en forma de imagen, luego buscan la demostración, si es que pueden.
Los niños estelares tienen una percepción sensciente que les permite sumergirse más en la esencia de las cosas. Tienen capacidades que también se observan en pueblos arcaicos, que saben exactamente qué sustancia medicinal se puede obtener de determinada planta. Así inventaron procedimientos curativos sin necesidad de prueba y error. En este ámbito radican las aptitudes de estos niños. Y es tremendamente importante, en el caso de ellos, que el adulto sepa cuáles son sus aptitudes. Pues si queremos lograr algo con ellos, por ejemplo en la escuela, nunca debemos comenzar por las deficiencias, sino por las aptitudes. Como primera medida debemos apelar a sus fortalezas.
Donde hay aptitudes, naturalmente también hay flaquezas. Estos niños suelen tener problemas con la formación de conceptos. Éste es un tema difícil para ellos, ya que en las escuelas se enseñan diez, veinte conceptos nuevos por día. La formación de conceptos es un proceder abstracto. Si quiero enseñarle a un alumno el concepto “cuadrado”, le muestro objetos cuadrados. Pero la cuadratura nunca aparece en forma aislada. Siempre está acompañada por color, tamaño, material, función de cada objeto. Para captar el concepto “cuadrado” hay que prescindir de todas las demás cualidades y aislar la cuadratura. Esto es particularmente difícil para estos niños, ya que poseen una percepción global mucho más fuerte que otras personas. Su atención está más desparramada. Se extiende a toda la clase, por lo cual les cuesta concentrarla en el docente. Eso no significa que tienen menos atención que un niño normal, sino que tienen más. Sólo que su atención es una atención sensciente y por ende vertida sobre todo el entorno. De allí proviene su capacidad de observación muy exacta e inmediata. Sin embargo, para poder entregarse a un único tema, ese tema debería ser extraordinariamente interesante para ellos.
La segunda debilidad de estos niños es su impulsividad. También ella es un rasgo característico de los primeros años de vida. En los niños estelares se prolongan en el tiempo todas las peculiaridades de los niños pequeños. Por ello también son tan hiperactivos como los infantes.
Autoconciencia exacerbada
Ésas son pues las tres debilidades de estos niños, que también pueden tornarse en fortalezas: atención, impulsividad, hiperactividad. A ellas se suman dos particularidades: tienen una enorme necesidad de comunicación. Por lo general logran ser escuchados. Si no es así, la situación empeora: se tornan más comunicativos aún, conscientes de sí mismos, extraordinariamente curiosos. Esa autoconciencia de los niños estelares en realidad es su cualidad más destacada. Inmediatamente después de nacer ya son conscientes de sí mismos, y lo demuestran con su mirada muy lúcida, bien distinta a la de otros bebés. Cuando se les aproxima un adulto, primero fijan esa mirada en ellos y luego vuelven a la mirada de bebé. Cuando esta misteriosa conciencia de sí mismos se prolonga en el tiempo, aparecen los problemas. Por ejemplo, hay niños que se niegan a responder las preguntas del maestro, se rehúsan a demostrar lo que saben. Ellos dicen: ¿Qué le importa al maestro lo que yo sé o dejo de saber? El maestro no pregunta porque no sabe la respuesta. La conoce perfectamente, o sea que sólo pregunta por controlarme. También se niegan a hacer pruebas o exámenes y entonces comienzan los problemas escolares y se les termina administrando Ritalina.
La trampa de la Ritalina
En casos extremos, puede llegar a ser necesario administrar Ritalina por un corto plazo, para superar una situación insostenible. Pero en el largo plazo, todos los psicofármacos producen modificaciones irreversibles en el cerebro. Yo mismo quise probar el efecto de la Ritalina. Juntocon un amigo psiquiatra, tomé la droga. ¿Qué efecto tiene? Suprime el sentir, todo sentir, el sentir cognoscente, el sentir emocional. Uno se vuelve frío como el hielo, con una concentración exacerbada – mi amigo pudo manejar durante dieciséis horas seguidas, sin necesidad de tomar café ni descansar. Tomé una o dos dosis y el efecto me duró un día y medio.
El sentir, que en estos niños conlleva muchos talentos, es suprimido por la droga, a cambio de que logren concentrarse adecuadamente en lo que dice el maestro. Sin embargo, la Ritalinatiene una gran cantidad de efectos adversos. En los casos de jóvenes que en Estados Unidos dispararon sobre sus compañeros y docentes, se comprobó que el 90 por ciento de ellos había consumido Ritalina.
Consecuencias prácticas
Resumiendo: los nuevos niños se caracterizan por una conciencia global, la identidad con el entorno, inteligencia sensible, debilidad para la formación de conceptos, impulsividad, mucho movimiento y atención extendida. Son diferentes. No están enfermos, no presentan una patología, no necesitan ser arreglados, sino que hay que aprender a tratarlos distinto. Esto es sumamente difícil para los implicados. Pero si uno sabe que no están enfermos, que no son personitas malvadas que quieren torturarnos, entonces se aprende a ver sus enormes aptitudes. Yo propongo tres pasos para los educadores, los maestros, los padres o las personas relacionadas con tales niños:
1. Reconocer lo que esconden a nivel antropológico, anímico y espiritual. Lo que significa ser abierto, no ser cerrado, no sentirse tan fuertemente centrado en la propia identidad corporal básica, sino vertido en el entorno con una atención sensciente. Cuando el adulto sabe cuál es el trasfondo de este comportamiento, ya ha logrado un gran avance, simplemente porque el niño no se siente permanentemente criticado – pues eso es lo que el chico percibe. Todos los maestros Waldorf saben que si se habla de un alumno en las reuniones de maestros, el niño – sin saber nada al respecto – se comporta distinto en los próximos días y semanas.
2. El segundo paso consiste en reconocer dónde están las fortalezas del niño. A veces se trata de aptitudes nuevas, desconocidas. Entonces se puede construir sobre las capacidades y no las deficiencias.
3. El tercer paso es el más difícil: uno puede intentar recuperar en uno mismo la percepción cognoscente perdida, desarrollarla con autoconciencia. En el niño pequeño existe, sin autoconciencia; en el adulto puede existir, si se ejercita para ello. Si un maestro o pedagogo logra esto, tendrá acceso a estos niños. Ellos se entienden entre sí, con muy pocas palabras, con esa comunicación inmediata, sin intermediación, que florece cuando dos personas poseen este sentir cognoscente. Cuando esto ocurre, la situación está salvada. Eso significa que el educador o maestro puede aprender de estos niños.
Extracto resumido del libro “Lernen” (Aprender)
editado por Verlag Freies Geistesleben, 2006
Walter Johannes Stein
Extraído de la revista El Puente - Colegio Rudolf Steiner