Las adicciones merecen ser comprendidas
Las adicciones se establecen siempre a partir del desamparo original. Así como la persona maternante hizo lo que quiso y lo que pudo cuando éramos bebés y no teníamos recursos para decidir sobre nuestra vida; ahora la sustancia a quien le otorgamos todo poder de decisión, “hace lo que quiere” con nosotros. El principal problema cuando abordamos la compleja temática de las adicciones, es que permanecemos prisioneros de las necesidades infantiles, sin discernir que se trata de nuestra realidad emocional primaria. Ahora es necesario comprender que incorporemos lo que incorporemos, ya no obtendremos mamá. Esa es historia antigua, que merece una profunda comprensión y un delicado trabajo de regresión y sanación.
Reconozcamos que la adicción no se combate. No es posible luchar en contra de una necesidad primaria. Y toda adicción, es decir, toda incorporación desesperada de madre, busca resarcirse. Por lo tanto sería muy necio, además de habernos quedado sin mamá, quedarnos sin cigarrillo o sin alcohol.
Por eso, toda adicción necesita ser comprendida. Hoy es posible sanarnos a través de una conciencia plena de nuestra realidad emocional. Luego nos corresponde asumir que lo más devastador de los mecanismos adictivos no son las sustancias con las cuales buscamos calmarnos; sino que vivimos tan preocupados por llenar nuestro vacío existencial que no estaremos dispuestos a atender necesidades ajenas. Tenemos hambre. Queremos comer el primer plato de comida que aparezca. No hay lugar en nuestro corazón para compartir nutrientes. En este punto, los adictos somos egoístas, porque creeremos que nuestras necesidades tienen prioridad por sobre los deseos o necesidades de los demás. Por lo tanto, si nos importa comprender nuestras adicciones, intentemos nutrirnos a nosotros mismos reemplazando las carencias pasadas por relaciones afectivas basadas en el interés mutuo. Y estemos atentos a todo aquello que piden los demás, especialmente si tenemos a nuestro cargo niños pequeños. Si somos capaces de nutrir y dar prioridad a los otros, habremos superado toda adicción.
Laura Gutman
Las adicciones se establecen siempre a partir del desamparo original. Así como la persona maternante hizo lo que quiso y lo que pudo cuando éramos bebés y no teníamos recursos para decidir sobre nuestra vida; ahora la sustancia a quien le otorgamos todo poder de decisión, “hace lo que quiere” con nosotros. El principal problema cuando abordamos la compleja temática de las adicciones, es que permanecemos prisioneros de las necesidades infantiles, sin discernir que se trata de nuestra realidad emocional primaria. Ahora es necesario comprender que incorporemos lo que incorporemos, ya no obtendremos mamá. Esa es historia antigua, que merece una profunda comprensión y un delicado trabajo de regresión y sanación.
Reconozcamos que la adicción no se combate. No es posible luchar en contra de una necesidad primaria. Y toda adicción, es decir, toda incorporación desesperada de madre, busca resarcirse. Por lo tanto sería muy necio, además de habernos quedado sin mamá, quedarnos sin cigarrillo o sin alcohol.
Por eso, toda adicción necesita ser comprendida. Hoy es posible sanarnos a través de una conciencia plena de nuestra realidad emocional. Luego nos corresponde asumir que lo más devastador de los mecanismos adictivos no son las sustancias con las cuales buscamos calmarnos; sino que vivimos tan preocupados por llenar nuestro vacío existencial que no estaremos dispuestos a atender necesidades ajenas. Tenemos hambre. Queremos comer el primer plato de comida que aparezca. No hay lugar en nuestro corazón para compartir nutrientes. En este punto, los adictos somos egoístas, porque creeremos que nuestras necesidades tienen prioridad por sobre los deseos o necesidades de los demás. Por lo tanto, si nos importa comprender nuestras adicciones, intentemos nutrirnos a nosotros mismos reemplazando las carencias pasadas por relaciones afectivas basadas en el interés mutuo. Y estemos atentos a todo aquello que piden los demás, especialmente si tenemos a nuestro cargo niños pequeños. Si somos capaces de nutrir y dar prioridad a los otros, habremos superado toda adicción.
Laura Gutman
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