Para mí ha sido un placer haber amamantado a Joaqui hasta los 3 años y medio, y es un placer poder decir que sigo amamantando a Emma, que tiene 20 meses.
Cada etapa de la lactancia de mis hijos ha sido única y especial.
Los primeros meses, a pesar de las congestiones mamarias, de las grietas, de los miedos e inseguridades, no hay nada más lindo que tener a tu bebé, tan pequeñito, pegado a vos, mamando tan tranquilamente que el mundo pareciera detenerse cada vez que te quedas mirándolo. La cara de borrachera de teta, esa carita dormida, con una media sonrisa de saciedad total, los labios medio abiertos en el gesto que quedaron cuando retiraste tu pecho de su boca, y a veces una pequeña gota de leche que resbala por las comisuras. Puede haber una postal más hermosa de un bebé amamantado? O cuando ya son un poquito más grandes, y buscan tu mirada mientras maman, mientras acarician el pecho, te tocan el pelo o “sintonizan la radio” ;-) (las mamás que amamantaron saben a que me refiero).
Los meses pasan, comienza la aventura de la comida, la “alimentación complementaria”. Complementaria al pecho, por supuesto, que debe continuar siendo el principal alimento por lo menos hasta el año, y según recomienda la OMS hasta los dos años del bebé o hasta que la madre y el niño lo decidan. Salir de paseo y no tener que pensar en llevar ni una botella de agua. Si tiene sed, o hambre, siempre podés darle el pecho.
Pasa el tiempo, y si tenemos la inmesa suerte de que nuestro hijo siga tomando teta, podremos seguir consolándolo cuando se siente frustrado por algo que aún no puede hacer, cuando se golpea o se lastima practicando sus nuevas habilidades motrices, y ayudarlo a conciliar el sueño luego de un día repleto de nuevas experiencias.
Y hasta el proceso de destete es hermoso, si podemos hacerlo de una forma natural, respetando los tiempos de nuestro hijo. Ver como va creciendo y desprendiéndose poco a poco del pecho, como va creciendo, como va extendiendo sus alitas y aprende a volar solito -aunque aún cerquita de mamá, eh? ;-)-.
Para mi ha sido un placer dar la teta. Porque dar la teta, ha sido darme a mi misma, a pesar de las dificultades. Brindar a mis hijos no solo nutrición, sino también calor, conexión y mirada, dar una parte de mí que nadie más les podía ni puede dar.
Cada etapa de la lactancia de mis hijos ha sido única y especial.
Los primeros meses, a pesar de las congestiones mamarias, de las grietas, de los miedos e inseguridades, no hay nada más lindo que tener a tu bebé, tan pequeñito, pegado a vos, mamando tan tranquilamente que el mundo pareciera detenerse cada vez que te quedas mirándolo. La cara de borrachera de teta, esa carita dormida, con una media sonrisa de saciedad total, los labios medio abiertos en el gesto que quedaron cuando retiraste tu pecho de su boca, y a veces una pequeña gota de leche que resbala por las comisuras. Puede haber una postal más hermosa de un bebé amamantado? O cuando ya son un poquito más grandes, y buscan tu mirada mientras maman, mientras acarician el pecho, te tocan el pelo o “sintonizan la radio” ;-) (las mamás que amamantaron saben a que me refiero).
Los meses pasan, comienza la aventura de la comida, la “alimentación complementaria”. Complementaria al pecho, por supuesto, que debe continuar siendo el principal alimento por lo menos hasta el año, y según recomienda la OMS hasta los dos años del bebé o hasta que la madre y el niño lo decidan. Salir de paseo y no tener que pensar en llevar ni una botella de agua. Si tiene sed, o hambre, siempre podés darle el pecho.
Pasa el tiempo, y si tenemos la inmesa suerte de que nuestro hijo siga tomando teta, podremos seguir consolándolo cuando se siente frustrado por algo que aún no puede hacer, cuando se golpea o se lastima practicando sus nuevas habilidades motrices, y ayudarlo a conciliar el sueño luego de un día repleto de nuevas experiencias.
Y hasta el proceso de destete es hermoso, si podemos hacerlo de una forma natural, respetando los tiempos de nuestro hijo. Ver como va creciendo y desprendiéndose poco a poco del pecho, como va creciendo, como va extendiendo sus alitas y aprende a volar solito -aunque aún cerquita de mamá, eh? ;-)-.
Para mi ha sido un placer dar la teta. Porque dar la teta, ha sido darme a mi misma, a pesar de las dificultades. Brindar a mis hijos no solo nutrición, sino también calor, conexión y mirada, dar una parte de mí que nadie más les podía ni puede dar.
2 comentarios:
Recuerdo esos momentos sobre todo porque en ese entonces no esperaba que fuera algo tan placentero. Fui afortunada por poder disfrutarlo, mi deseo es que cada vez más mamás puedan vivir esta experiencia, tanto por ellas como por su hijos!besos
María
Jjajaja ¡¡sintonizando la radio!!! Mayor que ya se destetó todavía continua haciendolo. Por las noches para dormir me dice: "Mami, yo te cojo la tetita y tu me cantas y "haceme" cosquillitas". A Pequeña de 4 meses también le doy la tetita encantada.
Muchas felicidades por tu feliz lactancia.
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