sábado, 30 de abril de 2011

Newsletter Laura Gutman Mayo 2011

Genial el Newsletter de LG de este mes. Sobre todo para las puérperas que sienten la mirada de la sociedad, que desde las publicidades muestra una imagen idealizada de una madre flaca, arreglada, hecha una diosa con su bebé en brazos, cuando la realidad es bien distinta: la panza colgando, ya vacía de la vida que tenía, los pechos goteando leche, los ojos con ojeras por no dormir bien de noche, los puntos del desgarro/episiotomía/cesárea que tiran y pican... y un bebe al que estamos conociendo, que llora, que reclama, que despierta nuestra niña interna, nuestro propio desamparo.
Amémonos como somos, aprendamos a respetar nuestro cuerpo y el de los demás.

El cuerpo femenino enajenado

Todo lo que suponemos que “deberíamos” ser, pensar o sentir, suele alojarse a mucha distancia de nuestro ser esencial. Y más lejos aún se instaura el supuesto ideal de cómo deberíamos ser físicamente. Somos altas o bajas, morenas o rubias, orientales o europeas, robustas o pequeñas. La verdadera reflexión apunta a comprender por qué no amamos eso que sí somos. Esos ojos que milagrosamente ven, esas pestañas que amablemente nos protegen, esos brazos que trabajan, esas uñas que resisten, esa piel que se expresa, ese cabello que baila el vals del viento, ese cuello que sostiene, esos pies que no se quejan, esos hombros que seducen, esa altura que vigila, esa voz que canta melodías o esas manos que acarician.
Todas las mujeres tenemos un cuerpo hermoso, amado por alguien pero generalmente despreciado por nosotras mismas. Todas tenemos la extraordinaria oportunidad de tener una casa para el alma, pero querríamos habitar en otra. Sin embargo otro cuerpo nunca podría albergar con tanta sabiduría nuestro particular camino, ya que lo hemos ido construyendo en la intimidad de las experiencias vitales, limpiándolo, cuidándolo o maltratándolo a fuerza de engaños y dolor. Nuestro cuerpo es completamente nuestro, hecho a imagen y semejanza de nuestras elecciones, sentimientos, gozos e infortunios. Nuestro cuerpo merece el reconocimiento y el agradecimiento de llevarnos por la ruta adecuada, todos los días y todas las noches de nuestra vida.
No importa cuánto envidiemos la delgadez de alguien más joven, paradójicamente esa joven envidiará nuestro color de piel o nuestro aliento o nuestra sonrisa. Es decir, estamos todas pretendiendo vivir en un cuerpo incapaz de acomodarse a nuestro ser interior y desmereciendo al mismo tiempo la belleza natural y genuina del propio. Si pretendemos esconder una arruga, la piel nos reclamará desde algún rincón queriendo existir. Si quisiéramos un cuerpo más firme, los recuerdos y los sueños y los amores del pasado pujarán para saberse vivos. Si pensamos que nuestros problemas se resolverían sólo si fuéramos más bellas, es porque no nos hemos mirado en el espejo cósmico del alma.

Laura Gutman.


miércoles, 27 de abril de 2011

Y así fue la llegada de Maite...


El jueves 21 de abril empecé con contracciones un poco mas fuertes de lo habitual, y rítmicas, aunque muy espaciadas. Me di cuenta de que el momento se acercaba, pero aún no me sentía lista para despedirme del embarazo, de la panza… Sé que probablemente esta sea mi ultima hija, y disfruto tanto el sentir una vida dentro mío, que, como dice Raquel, no podía “soltar”.

El viernes hicimos vida normal, visitamos a mi cuñada, estuvimos en el shopping, visitamos a mi hermana y a la noche fuimos con los chicos a cenar a la casa de una amiga. Todo el día tuve contracciones suaves.

Alrededor de las 21 hs mientras cenabamos en casa de unos amigos, las contracciones empezaron a ser un poco mas fuertes, pero las disfrutaba. Alrededor de las 23 ya tenían un ritmo de 4/5 minutos entre una y otra, así que llamamos a Edith, nos despedimos de nuestros amigos y nos fuimos a casa, convencidos de que había llegado el momento.

Edith y Vero llegaron después de las 12 de la noche. Joaqui se había quedado a dormir en la casa de nuestros amigos, Emma miraba Enredados, Hernán limpiaba y ordenaba para que el nido estuviera en orden para la llegada del nuevo integrante, y yo charlaba con Edith y Vero entre contracción y contracción.

Alrededor de las 2 de la mañana, y viendo que las contracciones no aumentaban en frecuencia ni en intensidad, Edith propuso hacer un tacto, y accedí: todo estaba exactamente igual que 3 semanas atrás… Así que quedamos que se iban y que veríamos como seguía por la mañana. Edith me ofreció una pastilla para parar un poco las contracciones y que pudiera dormir un poco....

Me aguanté las contracciones hasta las 5 de la matina... pero después ya necesitaba descansar, y esto no evolucionaba, así que me tomé una de las pastillitas que me dejó Edith para relajar el utero, y me dí un buen baño de inmersión... Alrededor de las 7 de la mañana me acosté otra vez, y dormí hasta las 10:30 hs. Siempre con contracciones, aunque más espaciadas (las incorporé al sueño, soñaba que estaba durmiendo y que sentía algo entre las piernas y era el bebé que salía... paría un muñeco de Emma, y mientras alumbraba la placenta, le gritaba a Hernán que dormía al lado mío para que se despierte, pero él no se despertaba... jajaja!! muy loco el sueño).

Comenzó el sábado 23, con contracciones un poco mas intensas pero también mas espaciadas y muy irregulares. Así que hicimos vida normal: fui al club con los chicos, visité el mercado organico de San Fernando con una amiga (caminando y caminando) y pasamos un rato en casa de otros amigos, todo esto en medio de contracciones intensas pero muuuuuy irregulares y con más de media hora entre una y otra.

Cuando llegué a casa, a eso de las 20 hs, abrí la compu y encontré un mensaje de una amiga de ACC, donde me aconsejaba leer un artículo sobre los prepartos largos (luego lo voy a poner aquí porque me fue muy esclarecedor, era todo lo que me estaba pasando) y un mail de Raquel: “soltar, soltar…”, decía el titulo… Terminé de leerlo con lágrimas en los ojos, porque como siempre Raquel puso en palabras todo lo que tenía adentro. Y fue automático: cerré la compu, y empecé a sentir que venía una contracción, y a los pocos minutos la siguiente, y otra, y otra...

Me metí un rato en la bañera. Cuando salí, al secarme, noté que estaba expulsando el tapon.

Ahí fue cuando llamé a Edith, que me dijo que controle cada cuánto eran y la volviera a llamar en una hora (menos mal que no se hizo caso ella misma porque yo no la llamé nunca, así que no hubiera llegado). Me metí en la bañadera otra vez, el agua era lo único que me hacía más soportable las contracciones. Joaqui dormía y Hernán luchaba tratando de dormir a Emma. Así que estaba sola en el baño, cantando con cada contracción el tema “Sabemos parir” de Rosa Zaragoza: “Siente, que el momento llega, siente tus huesos son fuertes. Siente, el niño está en la puerta, vivirá para abrazarte…”. Casi 40 segundos tardan esas estrofas, lo que duraba cada contracción.

Edith y Vero llegaron un poco pasadas las 22 hs. Me acompañaron en el baño, charlamos, Vero me tiraba agua en la panza. Yo ya no sabía en qué posición ponerme, estaba muy cansada, me dolían las piernas hasta los gluteos, la cintura, cada contracción se me hacía más dificil de sostener que la anterior, quería dormir. Definitivamente, no tuve un parto orgásmico, jajaja!! A las 23 hs. Edith me propuso tactarme, yo tenía terror de que me dijera que tenía 4 cm de dilatación porque sentía que no iba a poder aguantar mucho más. Cuando me dijo que tenía dilatación completa, que la cabeza estaba un poco alta, que si empezaba a acompañar las contracciones con el pujo iba a empezar a bajar, me decidí a que naciera YA (la sensación de pujo la tenía desde hacía rato, pero no me animaba a pujar por miedo a no estar dilatada y desgarrarme). Así que le pedí a Hernán que entre, Edith y Vero salieron, y en la siguiente contracción puje con todas mis fuerzas. Se rompió la bolsa. Me toqué y sentí la cabeza asomando. Volví a pujar y empecé a sentir como salía. La posición no me resultaba cómoda, las bañaderas comunes son incómodas para parir, pero tampoco tenía ganas de salir. En realidad ya no podía mover un músculo más que los necesarios para pujar. Hernán le avisó a Edith que estaba naciendo, entraron Edith y Vero, y Edith ayudó un poco a acomodar a la beba (creo que tenía un hombro o algo así que no terminaba de girar), un pujo más y nació Maite (que tenía la vulva tan grande que cuando la ví pensé que eran las bolitas y que habíamos tenido un varón!!) a las 23:10 hs.

Estuvo hipotónica al principio, Edith la frotaba con una toalla mientras yo la llenaba de besos, y a los 15 minutos de nacida ya estaba prendida en la teta, y cómo succionaba!! El cordón lo cortaron como a los 20 minutos porque no dejaba de latir. Vaciamos la bañadera y al ratito alumbré la placenta, y me pasé con la beba a la cama. Un rato más tarde se despertaron Joaqui y Emma para conocer a su hermana.

Ya eramos una familia de 5.

lunes, 25 de abril de 2011

Llegó Maite



El 23 a las 23:10 hs, nació Maite, en un parto intensísimo en la bañera de casa. A los 15 minutos ya estaba enganchada a la teta.
Pesó 3.150 grs y es una beba preciosa. Ya les contaré detalladamente el parto.

miércoles, 20 de abril de 2011

Y llegamos a la 40...


Aquí estamos, cumpliendo 40 semanas de embarazo, y esperando que este bb que nos dió un par de falsas alarmas se decida a nacer... pero es que el otoño da fiaaacaaa, y debe estar tan lindo, calentito y ahí adentro, que vamos a ver como lo convencemos... ;-)
Así que seguiremos esperando. Ahora a disfrutar este finde super largo con los chicos, festejar Pascuas, comer muchos huevitos que traerá el conejo, y esperar a ver si el bb quiere salir a disfrutar todo esto en el mundo exterior, o prefiere mantenerse guardado un poquito más.
Mientras, me he tomado algunos tecitos de hoja de té de frambuesa, que dicen que tonifica el útero y el suelo pélvico (algunos dicen que provoca el parto, pero debe ser mentira porque aquí seguimos).
Ayer tuvimos la primer reunión del año del cole de Joaqui. Estuvo preciosa. Tuvimos una parte "vivencial", donde hicimos todo lo que hacen nuestros hijos en el jardín: llegamos, nos tomamos de las manos, cantamos, hicimos la ronda, volvimos al aula, dijimos "destrabalenguas", el maestro Fede nos tomó lista, nos hizo practicar matemáticas preguntándonos cuantos familias eramos, cuantas habían podido asistir a la reunión y cuantas faltaban... En fin, fue hermosísimo poder experimentar en carne propia como es un día de escuela para mi hijo.
Luego, por supuesto, pasamos a la reunión de padres propiamente dicha, con todo el tema pedagógico, explicaciones de como vamos a seguir, etc.
Y cuando llegué a casa, y le conté a Joaqui que habíamos hecho la ronda, las canciones que habíamos cantado, el cuento que el maestro nos habíamos contado, estaba emocionadísimo y super contento, y terminó contándome muchas más cosas del cole al preguntarme si también habíamos hecho esto o aquello.
Y así, nuestra vida normal sigue, mientras esperamos la llegada otoñal del nuevo integrante de la familia...

miércoles, 13 de abril de 2011

Porqué elijo un parto en casa.


Porque no tuve una buena experiencia en mi primer parto hospitalario.
Porque me permite una intimidad que solo puedo tener en mi casa, con mi marido y mis hijos, y las parteras que elegí para que nos acompañen.
Porque me asegura ser protagonista de ese momento único.
Porque creo que mi hij@ se merece el mejor nacimiento que pueda darle, y no dudo de que es el nacimiento en casa.
Porque me asegura que no se romperá artificialmente la bolsa de las aguas.
Porque me asegura que se respetarán mis tiempos para parir y los de mi bebé para nacer.
Porque me asegura que no tendré una episiotomía innecesaria.
Porque me asegura que tendré la oxitocina que genere mi cuerpo, que es la que mi bebé y yo podemos tolerar, ni más ni menos.
Porque me asegura que no habrá analgesia, por lo que viviré esta experiencia hasta sus límites. El dolor es parte de parir, y atravesarlo le da un sentido a todo lo que vendrá después. Además, que no haya analgesia es mejor también para el bebé.
Porque se reduce significativamente el riesgo de infecciones.
Porque se reduce significativamente el riesgo de cesarea innecesaria y forceps.
Porque me asegura que a mi hij@ no se le harán practicas cruentas, como inyecciones, sondas, y gotas en los ojos, y que las practicas indispensables se harán con el bebé sobre mi pecho.
Porque me asegura que mi bebé estará todo el tiempo con nosotros, y que la lactancia materna podrá establecerse tempranamente y sin intervención de sueros glucosados y otras "ayuditas".
Porque creo en la naturaleza y en el poder femenino, porque creo que las mujeres SABEMOS y PODEMOS GESTAR, PARIR, LACTAR Y CRIAR si nos lo permiten.

Parto Hospitalario, Parto en Casa
(extraído del libro La Revolución del Nacimiento, de Isabel Fernández del Castillo, pag. 96)

Parir en casa, un fenómeno sociológico que van en aumento, está siendo una de las respuestas de la mujer ante un sistema que no tiene en cuenta sus sentimientos y necesidades íntimas, la trascendencia del momento del nacimiento y el bienestar del recién nacido. Algunas mujeres deciden parir en casa su primer hijo, otras optan por esta posibilidad tras sufrir una experiencia traumatizante. Pero en todos los casos, parir en casa supone una concepción del nacimiento como un acontecimiento biológico, natural e íntimo, y no un hecho médico.
Parir en casa, una opción entre las muchas que hay, supone para la mujer dar rienda suelta a su instinto de nidificación. Es sabido que las hembras mamíferas necesitan crear su nido antes de traer al mundo a su prole. Michel Odent se ha encontrado con casos insólitos de mujeres que se ponen a pasar la aspiradora por la casa en medio de las contracciones, obedeciendo a un impulso incontrolable de preparar el mejor entorno para la criatura que llega.
De todas las opciones posibles, parir en casa es la que más se adecua a la necesidad de intimidad de la parturienta, de encontrarse en un entorno acogedor rodeada de personas conocidas, y no sujeta a más reglas que los imperativos biológicos naturales del parto. Otras mujeres, sin embargo, sólo se encuentran seguras para dar a luz si lo hacen en un hospital, cerca de todos los recursos tecnológicos para hacer frente a imprevistos. En ese caso, la seguridad que ofrece el hospital se hace inestimable para ella. Para las mujeres con embarazos de alto riesgo, no se plantea más opción que el hospital. Para eso está.
A la hora de plantearse el parto en casa, sabemos que las condiciones ambientales y humanas pueden mejorar sustancialmente en relación con el ambiente hospitalario. Sin embargo, muchas mujeres se plantean el nivel de seguridad que puede esperarse.
Y, en este sentido, el Estudio MEHL, llevado a cabo en Estados Unidos en 1976, puede resultar muy esclarecedor. Para llevar a cabo el estudio, se compararon los resultados de 1046 partos domiciliarios con otros tantos hospitalarios, seleccionando y emparejando los dos grupos de modo que los resultados fueran lo más fiables posible.
La mortalidad perinatal, tanto materna como fetal, fue la misma en ambos grupos. De los 1406 partos domiciliarios, en 113 casos se trasladó a la madre y/o al niño al hospital antes, durante o después del parto para resolver complicaciones. Es decir, en un 11 por 100 de los casos.
En el hospital se utilizó mucha más oxitocina, tanto durante como después del parto. Esto contribuyó a disminuir la duración de los partos hospitalarios en relación con los domiciliarios. El uso de fórceps fue veinte veces más frecuente en los partos hospitalarios , debido a que en el hospital el fórceps se introducía de forma automática tras una fase de expulsión que durara una hora, lo que no ocurría en los partos domiciliarios. Los 16 casos en que se utilizaron fórceps en los partos domiciliarios, fue tras el traslado al hospital.
En el hospital, la cantidad de episiotomías practicadas fue ocho veces mayor que en el grupo domiciliario. Aunque dichas episiotomías se practicaron para evitar posibles desgarros, en el hospital se dieron cuatro veces más desgarros de tercer grado, siete veces más desgarros de cuarto grado y tres veces más desgarros cervicales que en el grupo domiciliario. Entre las causas de los desgarros podrían figurar la postura de parto materna y la mayor velocidad de la fase expulsiva en los partos hospitalarios, debido a la aplicación de oxitocina sintética.
El uso de analgesias y anestesias en los partos domiciliarios fue prácticamente nulo, incluso en mujeres trasladadas al hospital en el transcurso del parto. Las mujeres que dieron a luz en el hospital recibieron anestesia en el 90 por 100 de los casos.
El grupo hospitalario registró más casos de sufrimiento fetal, tensión arterial elevada, meconio en el líquido amniótico y distocias de hombros, así como más casos de hemorragias posparto.
Los bebés nacidos en el hospital sufrieron veinticuatro veces más lesiones de parto que los nacidos en casa (rotura de clavícula, lesiones craneales y hematomas), y un mayor número de infecciones neonatales. También registraron más casos que precisaron de reanimación posnatal y aplicación de oxígeno, además de obtener peores resultados en los tests de Apgar.
María D. Fuentes, en relación con el citado estudio, afirma: "La mayor parte de los procedimientos supuestamente utilizados por seguridad se muestran como creadores de riesgo... El uso innecesario de tales procedimientos podría tener su explicación en que el ambiente hospitalario altera las percepciones de los asistentes al parto, de manera que lo normal se percibe como patológico."
Según pone de manifiesto el informe "Tener un hijo en Europa", de la OMS, no se ha podido probar científicamente que parir en el hospital sea más seguro que parir en casa para una mujer cuyo embarazo no haya sido problemático. Los estudios demuestran que las tasas de mortalidad y enfermedad son similares o mejores que los de los hospitales, con un índice de intervenciones significativamente menor. El estudio señala que la evaluación de los partos en casa puede registrar errores debido a que parte de los nacimientos en casa no son planificados, sino simplemente prematuros, lo que aumenta automáticamente la tasa de enfermedad y mortalidad. Por tanto, a la hora de evaluar los resultados de salud materno-infantil en los partos domiciliarios, conviene precisar que se trata de partos planificados.
En la actualidad, el índice de partos domiciliarios en la mayoría de los países europeos (Alemania, Dinamarca, Suecia, etc) se encuentra entre el 1 y el 10 por 100. Mención aparte merece el caso de Holanda, que nunca abolió totalmente el nacimiento domiciliario -que asciende al 40 por 100 de los casos- y, cuyos resultados globales de salud materno-infantil son con diferencia los mejores del mundo. En la mayoría de estos países, la asistencia domiciliaria de la comadrona o el médico son sufragados por la Seguridad Social. En España, en cambio, la mujer que cotiza a la Seguridad Social pero decide parir en casa o en una casa de partos paga su asistencia dos veces.
En todos estos países que asumen el parto en casa como una opción válida, se concede una gran importancia a la preparación de la madre y de su pareja durante el parto, así como a la formación humana del personal asistente. Se diagnostican los embarazos de riesgo para los que el parto en casa no es aconsejable; y se cuida la coordinación y colaboración entre el personal asistente domiciliario y el del hospital, que favorezca el desarrollo de los acontecimientos cuando un traslado al hospital se hace necesario.
Actualmente, en la mayoría de los países se está desarrollando una opción intermedia entre el parto en casa y el parto hospitalario, en parte debido a que muchas viviendas no reúnen las condiciones idóneas para un parto agradable (pequeñas, ruidosas...) y a las ventajas que para muchas mujeres supone esta otra opción. Son las "casas de partos", localizadas en pueblos o en barrios, que además de ser lugares donde parir en libertad son espacios de encuentro para mujeres y familias, y donde se constituyen grupos de apoyo naturales y grupos de crianza para bebés, que tan importantes son en la sociedad actual.
La OMS, en su informe, "Tener un hijo en Europa", resume así la diferencia entre las condiciones del parto hospitalario y las del parto en casa (o "no medicalizado") de la siguiente forma: En el parto hospitalario, gestionado activamente, normalmente por el tocólogo, el límite máximo permitido para la primera fase del parto es de ocho a doce horas, y para la segunda de treinta a sesenta minutos. Fuera del hospital la encargada es la comadrona, y los límites son mucho más flexibles: entre veinticuatro y treinta y seis horas para la primera fase y hasta noventa minutos para la segunda. En el parto hospitalario, el número de personas involucradas puede ser alto, mientras que fuera del hospital normalmente hay una o dos comadronas y algún miembro de la familia. En el parto hospitalario hay grandes posibilidades de sufrir una o la totalidad de las siguientes intervenciones: rotura artificial de membranas, estimulación del parto con medicamentos, administración de analgésicos, control electrónico del feto; episiotomía, fórceps o ventosa. En el parto fuera del hospital, las posibilidades de sufrir alguna de ellas son escasas. Sin embargo, no existen diferencias respecto a la mortalidad de la madre o el niño en cualquiera de las dos situaciones.

miércoles, 6 de abril de 2011

En preparto


Ayer tuve bastantes contracciones, irregulares y espaciadas, pero algunas de ellas muy intensas. Oficialmente, estoy de "preparto", lo que significa mucho y a la vez no significa nada.
Significa mucho porque quiere decir que mi cuerpo se está "entrenando" para cuando llegue el momento, además de que ya se están produciendo modificaciones en el cuello del utero. Es decir, la cosa avanza.
Y no significa nada, porque perfectamente puedo seguir así hasta aún pasada mi FPP. Es decir, que puedo parir mañana como puede faltar aún tres semanas o más.
De cualquier forma, el momento está cada vez más cerca.

La segunda parte del capítulo del libro de Raquel Schalman, Parir en Libertad, que puse la semana pasada, habla justamente de este momento: el período dilatante.
Aquí va.

PERIODO DILATANTE

Cuando empieza el trabajo de parto, aparecen exclusivamente las contracciones con esa sensación tipo “dolor de ovarios”. Poco a poco se hacen rítmicas y más frecuentes, hasta que el tiempo entre una y otra es de entre tres y diez minutos. La duración de cada una también se regulariza: suele ser de entre 25 y 50 segundos. Las que duran menos de 25 segundos no resultan dilatantes. Si no llegan a ese mínimo se está aún en un pre-parto, y en algún momento se harán más largas.

La frase: “No estas dilatando, vamos a hacer una cesárea” –muy escuchada últimamente- pone la responsabilidad en las mujeres. Las hace sentir impotentes sin ningún motivo. Porque todas están en condiciones de tener contracciones que dilaten. Si no tenemos respeto por sus tiempos, o peor aún, si las instalamos en un sistema automatizado, la mayor parte de ellas no “funcionará del modo correcto”. Cada persona es única. Cada parto es una aventura. Es imprescindible acompañarlas con las formas y los tiempos de cada cual.

Este proceso de contracciones organizadas cada pocos minutos, y rítmicas, hará que el cuello del útero se vaya dilatando poco a poco. Puede durar cuatro horas, diez, quince o veinticuatro. En general, a mayor frecuencia, más intensidad y menos posibilidad de soportar el d olor. Las embarazadas “generan” las contracciones que ellas y sus bebés están en condiciones de tolerar. Por lo que, si no introducimos ocitocina sintética, si no rompemos la bolsa de las aguas artificialmente, la posibilidad de sufrimiento fetal (alteración de los latidos del bebé) es altamente improbable.

A medida que avanza el período dilatante, el niño va descendiendo más y más en la cavidad pelviana, de manera que cuando esta etapa se acerca a su fin (la teoría dice que debe tener 10 cm de diámetro para estar completamente abierto) la cabecita, ya muy baja, empieza a hacer presión sobre el recto.

La parturienta, que venía sintiendo dolor en cada contracción, y alivio y descanso cuando cada una terminaba, empieza a tener sensaciones difusas, como “necesidad de pujar”, cada vez que aparece una. En ese momento suelen decir “quiero ir al baño” y éste es el mejor indicador de que estamos llegando al fin del dilatante y entrando en la siguiente fase.

sábado, 2 de abril de 2011

El parto: El comienzo (fragmento del libro de R. Schallman)


Ya estoy entrando en la semana 38. Se acerca la llegada de este nuevo bebé. Por eso, hoy quiero compartir con ustedes un fragmento del libro “Parir en libertad” de Raquel Schallman.

EL PARTO

(…)

Comienzo

La gestación de un bebé tiene una duración de entre 38 y 42 semanas. Al comienzo del embarazo, suele establecerse una FPP (fecha probable de parto) que coincide más o menos con la terminación de la semana 40. Estas fechas, que debiera resultar solamente orientadoras, suele ser consideradas por los médicos como definitorias de que “ el bebé tiene que nacer”.

Hay contracciones (el útero se contrae) durante todos esos meses, que son normales y que tienen ritmo, duración e intensidad muy variables. Algunas mujeres tienen registro de ellas. Otras no. Pero en el último trimestre, aparecen algunas que tienen características distintas. Lo más importante es que las embarazadas sienten, junto con la panza dura, una sensación en el bajo vientre, como si estuvieran por menstruar. Esta contracciones son producidas por pequeñas descargas de oxitocina que fisiológicamente empezarán a modificar el cuello del útero. Primero harán que se vuelva muy blando, luego lo acortarán y finalmente de a poco, lo irán abriendo… todo esto antes de que comience el proceso del nacimiento.

El útero es una bolsa con forma de pera invertida, cuyo “cabito” corresponde al orificio del cuello. Todo el trabajo de parto consistirá en “ tironeos ” hacia el fondo del mismo, que van estirando el cuello hasta hacerlo desaparecer, y luego empiezan a abrirlo (dilatación) a fin de que el bebé pueda atravesarlo. Por eso suele ser útil un tacto exploratorio al final del embarazo para poder evaluar lo.

Por ejemplo: una mujer que tiene el cuello uterino blando y dilatado, probablemente tendrá Su parto en los próximos días, y como ya está hecha una parte del trabajo, quizá sea más suave y corto. Sin embargo, también asistí a mujeres estuvieron semanas en esta situación hasta que llegó SU momento.

A la inversa, si el cuello está duro y cerrado, es posible que a esa mujer a un le falte tiempo para parir. Pero a veces empiezan pronto y lo que ocurre es que más largo, doloroso y difícil.

Hay serias discusiones acerca de “hasta cuando esperar” a que una mujer inicie sola su trabajo de parto. Si no se produce al cumplirse la semana 40, la mayoría de los médicos lo induce. Estas manipulaciones producen mucho daño. Muchas de las embarazadas no están “ listas” para empezarlo de acuerdo con los parámetros teóricos de la medicina, entonces el apresuramiento conduce a mucha frustración, más dolor, sensación de impotencia, miedo, estrés, y termina más mayoritariamente en cesáreas “ porque no dilataba” (cuando en realidad no era su tiempo), “ porque el bebé estaba alto”, y/o con prematuros internados en neonatología o en incubadoras (porque al no ser el tiempo de la madre tampoco es el del niño y entonces nacen chiquitos, con inmadurez, bajo peso, etc.). En mi experiencia, si tenemos la paciencia de confiar a las Madres, esperar, y estar atentos a los latidos fetales, en algún momento el parto comienza. Nunca vi un “ embarazo prolongado” de más de 42 semanas.

(Parir en Libertad, en busca del poder perdido – Raquel Schallman – Pags. 69/70)

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