miércoles, 29 de abril de 2009

Epidemia de lucro, por Silvia Ribeiro

Hoy recibí un mail de mi amiga Chivy, con este artículo, que comparto con ustedes.



Epidemia de lucro

Silvia Ribeiro*


La nueva epidemia de influenza porcina que día a día amenaza con expandirse a más regiones del mundo, no es un fenómeno aislado. Es parte de la crisis generalizada, y tiene sus raíces en el sistema de cría industrial de animales, dominado por grandes empresas trasnacionales.

En México, las grandes empresas avícolas y porcícolas han proliferado ampliamente en las aguas (sucias) del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Un ejemplo es Granjas Carroll, en Veracruz, propiedad de Smithfield Foods, la mayor empresa de cría de cerdos y procesamiento de productos porcinos en el mundo, con filiales en Norteamérica, Europa y China. En su sede de Perote comenzó hace algunas semanas una virulenta epidemia de enfermedades respiratorias que afectó a 60 por ciento de la población de La Gloria, hecho informado por La Jornada en varias oportunidades, a partir de las denuncias de los habitantes del lugar. Desde hace años llevan una dura lucha contra la contaminación de la empresa y han sufrido incluso represión de las autoridades por sus denuncias. Granjas Carroll declaró que no está relacionada ni es el origen de la actual epidemia, alegando que la población tenía una gripe común. Por las dudas, no hicieron análisis para saber exactamente de qué virus se trataba.

En contraste, las conclusiones del panel Pew Commission on Industrial Farm Animal Production (Comisión Pew sobre producción animal industrial), publicadas en 2008, afirman que las condiciones de cría y confinamiento de la producción industrial, sobre todo en cerdos, crean un ambiente perfecto para la recombinación de virus de distintas cepas. Incluso mencionan el peligro de recombinación de la gripe aviar y la porcina y cómo finalmente puede llegar a recombinar en virus que afecten y sean trasmitidos entre humanos. Mencionan también que por muchas vías, incluyendo la contaminación de aguas, puede llegar a localidades lejanas, sin aparente contacto directo. Un ejemplo del que debemos aprender es el surgimiento de la gripe aviar. Ver por ejemplo el informe de GRAIN que ilustra cómo la industria avícola creó la gripe aviar (http://www.grain.org/).

Pero las respuestas oficiales ante la crisis actual, además de ser tardías (esperaron que Estados Unidos anunciara primero el surgimiento del nuevo virus, perdiendo días valiosos para combatir la epidemia), parecen ignorar las causas reales y más contundentes.


La imagen fue captada ayer en la terminal de autobuses de oriente
Foto María Luisa Severiano
La nueva epidemia no es un fenómeno aislado. Es parte de la crisis generalizada, y tiene sus raíces en el sistema de cría industrial de animales, dominado por grandes empresas trasnacionales. Más que enviar cepas del virus para su secuenciación genómica a científicos como Craig Venter, que se ha enriquecido con la privatización de la investigación y sus resultados (secuenciación que, por cierto, ya fue hecha por investigadores públicos del Centro de Prevención de Enfermedades en Atlanta, Estados Unidos), lo que se necesita es entender que este fenómeno se va a seguir repitiendo mientras prosigan los criaderos de estas enfermedades.
Ya en la epidemia, son también trasnacionales las que más lucran: las empresas biotecnológicas y farmacéuticas que monopolizan las vacunas y los antivirales. El gobierno anunció que tenía un millón de dosis de antígenos para atacar la nueva cepa de influenza porcina, pero nunca informó a qué costo.
Los únicos antivirales que aún tienen acción contra el nuevo virus están patentados en la mayor parte del mundo y son propiedad de dos grandes empresas farmacéuticas: zanamivir, con nombre comercial Relenza, comercializado por GlaxoSmithKline, y oseltamivir, cuya marca comercial es Tamiflu, patentado por Gilead Sciences, licenciado en forma exclusiva a Roche. Glaxo y Roche son la segunda y cuarta empresas farmacéuticas a escala mundial y, al igual que con el resto de sus fármacos, las epidemias son sus mejores oportunidades de negocio.
Con la gripe aviar, todas ellas obtuvieron cientos o miles de millones de dólares de ganancias. Con el anuncio de la nueva epidemia en México, las acciones de Gilead subieron 3 por ciento, las de Roche 4 y las de Glaxo 6 por ciento, y esto es sólo el comienzo.
Otra empresa que persigue este jugoso negocio es Baxter, que solicitó muestras del nuevo virus y anunció que podría tener la vacuna en 13 semanas. Baxter, otra farmacéutica global (en el lugar 22), tuvo un accidente en su fábrica en Austria en febrero de este año. Le envió un producto contra la gripe a Alemania, Eslovenia y la República Checa, contaminado con virus de gripe aviar. Según la empresa, fueron errores humanos y problemas en el proceso, del cual no puede dar detalles, porque tendría que revelar procesos patentados.
No sólo necesitamos enfrentar la epidemia de la influenza: también la del lucro.
* Investigadora del Grupo ETC

miércoles, 22 de abril de 2009

¿Y por casa cómo andamos?



¿Llegar a casa cada noche es un desafío? ¿Se convierte en rutina el hecho de enfadarnos una y otra vez con nuestros hijos? ¿Nos invaden las mismas broncas y no encontramos salida? ¿Cómo organizar una dinámica más alentadora? Cuando nos imponemos retos inalcanzables y no logramos colmar nuestras expectativas… sin darnos cuenta, desviamos esas esperanzas hacia los demás, convirtiendo en exigencias desmesuradas lo que posiblemente nosotros mismos no somos capaces de asumir.

Todos esperamos que nuestros hijos respondan a nuestros deseos: Que sean responsables, que estudien, que sean bondadosos, que respondan con amabilidad, que ayuden en casa, que sean solidarios, que sean pulcros, en fin, que sean perfectos. Pero esas expectativas son tan improbables como ridículas, no porque los niños o adolescentes no puedan ser poseedores de estas cualidades, sino porque posiblemente ellos no comparten la importancia que nosotros le otorgamos a cada una de estas supuestas virtudes. Y además porque en muchos casos, nosotros tampoco alcanzamos esos niveles de excelencia, puntualidad o rectitud.

Desviar expectativas personales, generalmente de modo no consciente, significa que esperamos que los demás hagan, comprendan, respondan y accionen según nuestras necesidades. Si nuestra vida es caótica, es posible que nos obsesionemos con el orden en casa, pretendiendo que nuestros hijos nos satisfagan y sobre todo que sientan lo mismo que nosotros: la necesidad de tener todo bajo control. Ese es el inicio del conflicto: ellos “no sienten” la urgencia por tener sus objetos personales en orden, en cambio nosotros “sentimos” que si reina el caos en nuestra casa, ya no podremos superar el desconcierto interno. Claro que todo esto sería más tolerable si comprendiéramos que se trata de necesidades diferentes, no de falta de respeto de los niños o adolecentes hacia nosotros.

¿Qué podemos hacer para disminuir los enfados innecesarios y para ayudar a crear un clima de convivencia más amable?

En primer lugar, otorguémonos un minuto de silencio. No para convertirlo en un acto sagrado, sino apenas para obtener unos instantes personales y poner nuestros pensamientos en orden. Es impresionante lo que podemos lograr con un solo minuto de silencio: No nos abalanzaremos furiosos sobre lo que el niño o el adolescente han hecho mal. No gritaremos. No liberaremos furias personales. Es decir, observaremos que habrá sido un muy buen primer paso el hecho de calmar nuestra descarga emocional, que es nuestra y que no tiene que ver con lo que los demás hicieron o no.

En segundo lugar, después de habernos tranquilizado y haber entrado en sintonía con nosotros mismos, observémonos y veamos qué vemos. Si estamos molestos, cansados, agobiados, nerviosos o malhumorados. Entonces reconozcamos que eso es lo que nos pasa.
Que nuestra tolerancia está al límite y que quisiéramos ir a dormir y no tener que ocuparnos de nadie.

En tercer lugar, nombremos eso que nos pasa. Podemos explicar con palabras sencillas a los niños o jóvenes que estamos muy cansados, o que tuvimos tal o cual problema, o que tenemos que resolver algunas cuestiones de trabajo o temas familiares pendientes o lo que sea que nos tiene preocupados. Eso nos otorga a todos un panorama sobre cómo están las cosas. Posiblemente el hecho de relatar cómo estamos habilite que otros puedan también contar lo que les pasa. Tal vez uno de los niños tenga una excelente noticia de la escuela, o por el contrario arrastre alguna dificultad difícil de asumir. En ese contexto, donde decimos lo que sucede…todos nos volvemos solidarios. Si la casa está desordenada y nosotros necesitamos cierto orden para sentirnos un poco mejor, podemos hacer ese pedido que seguramente será escuchado porque estamos hablando desde el corazón. Y sobre todo porque los niños también se sienten escuchados, aunque quizás no podamos responder en ese preciso instante a sus requerimientos.

En cuarto lugar, recordemos que quizás hoy no, pero mañana o pasado mañana, o alguna vez, nos corresponderá llegar a casa de buen humor y disponibles para observar a nuestros hijos y reconocer todo lo que ellos sí hicieron a favor de nuestros pedidos. Recordar todas las veces que sí estudiaron, que sí ordenaron, que sí se bañaron sin que les digamos una y otra vez que debían hacerlo. A todos nos gusta ser reconocidos. Está claro que nuestros hijos van a sentirse más reconfortados cuando las palabras de sus padres sean alentadoras y llenas de orgullo.

En quinto lugar, aceptemos aquello que nuestros hijos no toleran en nosotros. Una y otra vez se quejarán de que no los escuchamos, que somos prehistóricos o incluso autoritarios, que no los comprendemos, que no los defendemos, y que el mundo ahora funciona de otra manera. Es evidente que hay aspectos donde nosotros les fallamos a nuestros hijos.

Por último, tengamos en cuenta que si seguimos jugando el juego de “quién tiene razón” (los grandes tenemos razón y por otro lado los niños tenemos razón), constataremos que tener razón no nos sirve para nada. Porque no logramos convivir en armonía. No estamos bien. Dejemos de esperar de nuestros hijos aquello que nosotros mismos no podemos instaurar en nuestra vida cotidiana.

Laura Gutman

sábado, 18 de abril de 2009

El documental completo del comercial de Flex

Aquí está el documental completo del parto y nacimiento en casa de Waira, con el que se hizo el comercial español de las camas Flex.

viernes, 17 de abril de 2009

En España, una marca de colchones muestra en su publicidad un parto en casa

Me ha parecido una publicidad hermosa, y no quería dejar de compartirla con ustedes.



Imperdibles los comentarios que pueden leer aquí, porque más allá de si aceptaríamos o no dinero para que hagan un comercial con nuestro parto, yo me pregunto: hubiera habido tanto alboroto si hubiera sido un parto hospitalario? O es que estamos tan acostumbrados a la medicalización del parto que en ese caso ni nos hubieramos planteado la cuestión de la retribución económica?
Vale la pena también comparar este parto en casa con este otro, de Coca Cola:



Mas allá de lo emotivo que resulta el viejito, verdad que hay una gran diferencia entre un parto en casa, con tu marido, tu hijo y tu partera, que un parto hospitalario, con médicos, enfermeras, vía, oxigeno y terminar con tu bebé en una cuna a metros tuyo?

Ojalá en Argentina tener un parto en casa pronto sea tan normal que tambien se muestre en publicidades.

viernes, 10 de abril de 2009

SALIR DE MATRIX

Seguramente muchos de ustedes habrán visto la famosa trilogía de los hermanos Wachowski, con Keanu Reeves, en la que básicamente, lo que se plantea es un cambio de paradigma sobre lo que uno consideraba como realidad incuestionable.
Cuando participaba del foro de Crianza Natural (CN) una forera empezó a utilizar el término “salir de matrix” para referirse al cambio del paradigma en la crianza, y este expresión resultó tan acertada que se sigue usando en este foro y en otros, como el de la Asociación Criar con el Corazón (ACC).
El paralelismo es sencillo: así como Neo debía elegir entre una pastillita roja y una azul para poder conocer la verdadera realidad del ser humano, o seguir viviendo engañado, de la misma manera en algún punto de la crianza de nuestros hijos nos encontramos con alguien que nos muestra una forma distinta de ver el embarazo, el parto y la crianza, y está en nosotros continuar con el modelo patriarcal que hemos recibido, o dar un giro de 180 grados y encarar otra forma de vivir la gestación, dar a luz y educar a nuestros hijos, basada en el apego y el respeto.
Sin embargo, que el paralelismo sea sencillo no significa que la elección también lo sea, por varios motivos.
En primer lugar, la mayoría de nosotros venimos de una crianza cuyo eje estaba puesto en las necesidades de los adultos, y que los niños nos adaptáramos a ellas. La mayoría de mi generación viene de la cultura del biberón, de la escolarización temprana, del “porque lo digo yo que soy tu madre” y de “en mi casa se hace lo que yo digo y punto”.
No hemos sido respetados, ni escuchados, y tenemos una gran carencia de maternaje, que hoy se refleja en nuestros ataques de pánico, nuestras adicciones y nuestras compulsiones (sobre estos temas les aconsejo la lectura de los libros de Laura Gutman).
Elegir una crianza distinta para nuestros hijos implica reconocer esas carencias, abrazar a nuestro niño interno que aún llora desamparado, y lo que más cuesta, volver a postergarnos para no postergar a nuestros hijos. Es duro y es difícil, y no todos están dispuestos a emprender el cambio, aunque algo dentro les grite que deben hacerlo. Es un camino en el que hay que trabajar día a día, porque es fácil que a la primera dificultad (o a la segunda, o a la tercera) perdamos la paciencia y caigamos en los modelos que llevamos aprehendidos por generaciones, gritando a nuestros hijos, pegándoles un chirlo en la cola o simplemente no escuchando sus necesidades para enfocarnos en las nuestras propias.
Es difícil también porque la sociedad va en contramarcha de este tipo de crianza, por lo que los que elegimos el camino del amor y el respeto a menudo somos acusados de blandos y de dejarnos manipular por nuestros hijos (ni hablar de las acusaciones de falta de responsabilidad y las predicciones de todo tipo de desgracias que tenemos que escuchar quienes hemos optado por un parto en casa).
En mi caso particular, la pastillita roja que mi hizo salir de matrix, juntamente con los foros de CN primero, y ACC después, fueron los libros “La maternidad y el encuentro con la propia sombra”, de Laura Gutman, “Besame mucho”, de Carlos Gonzalez, y “La represión del deseo materno y el estado de sumisión inconsciente”, de Casilda Rodrigañez (quizás el de más dificil lectura, pero imprescindible para quienes quieran emprender esta aventura).
Otra de las cosas que trae aparejadas este cambio de mentalidad es el tener que asistir impavida a ciertos comentarios y sucesos.
Vengo de una familia con una crianza sumamente ortodoxa y patriarcal, donde lo que dicen los padres no se discute, y las necesidades de los niños están siempre supeditadas a las necesidades del adulto. Por lo tanto, no es difícil imaginar que mi forma de encarar el parto y crianza de mis hijos me ha granjeado muchas discusiones, y como ya he caído en la cuenta de que mi opinión no importa y hasta molesta, he optado por no hablar más. Al fin y al cabo, ellos ya saben como pienso.
Un par de días atrás, una ex compañera de colegio a quien reencontré en este mundo cibernético hace muy poquito me decía, asombrada, que no entendía como yo, la hija de un medico, había llegado a tener un parto en casa. La respuesta es: porque salí de matrix. Porque en algún momento, cuando Joaqui era muy chiquito, algo me hizo click. Sentí que no quería continuar con el modelo de crianza y educación que yo había recibido. Sé que mis padres hicieron lo mejor que pudieron, de acuerdo al resto emocional que tenían por la forma en que ellos mismos fueron criados. Pero no quiero repetir ese patrón con mis propios hijos.
Hace muy poquito asistí a una reunión familiar. En ella había una mujer (amiga de un familiar mío) embarazada, ya casi a punto de parir. En un momento, alguien le pregunta donde iba a tener a su bebé, y esta mujer nombra a un renombrado sanatorio de la Capital Federal (con nombre en latín). Entonces una de mis familiares le dice “Yo tuve a mi hijo ahí, es bárbaro, se llevan al bebé toda la noche!!”. A continuación, tuve que escuchar como el resto de las mujeres presentes alababan la clínica con frases como “La hotelería no es muy buena, pero no te joroban para nada” o “Es la única en Buenos Aires que respeta a la madre” (yo pensaba: y quien respeta al bebé?). No dije nada.
Pero esto me llevó a pensar, que alejados que estamos en esta sociedad de nuestros instintos, si una madre puede estar eligiendo el sanatorio para parir, ya no en función de la calidad médica o el confort del lugar, sino en función de que se lleven al bebé, recién nacido, para que “no moleste”.
Excede mi capacidad de asombro que una madre a punto de parir no se detenga a pensar, al menos por un segundo, que el niño que lleva en su vientre pasará su primer noche en este mundo lejos de lo único que conoce: el calor, el olor, la voz y el latido de su madre. Que no le duela imaginar a su bebé solo, en una habitación donde una decena más de bebés lloran, en medio del vértigo de encontrarse solo en una cuna, y donde lo único que encontraran, con suerte, sea una mano fría que les de una mamadera de suero glucosado y les cambie el pañal como quien hace el repulgue de una empanada.
Esas personas viven en matrix. Eligen no ver. Eligen no escuchar. Eligen no sentir.

miércoles, 8 de abril de 2009

Efectos nocivos del control prenatal, por Michel Odent

En el contexto científico de hoy en día, algunos de los factores que influyen en la calidad de la vida fetal ya son mejor comprendidos. Es el caso de los factores emocionales. Las mujeres embarazadas siempre han tenido un conocimiento intuitivo, de que el desarrollo de su bebé en el útero era claramente influenciado por su estado emocional.

INVESTIGACIÓN DE LA SALUD PRIMAL
UNA NUEVA ERA EN LA INVESTIGACIÓN DE LA SALUD
Hoy en día, los fisiólogos pueden interpretar esta influencia. Por ejemplo, cuando una mujer embarazada no es feliz porque está dominada por alguien (por ejemplo, un jefe autoritario) o por una situación (como un embarazo no deseado), tiene la tendencia a segregar niveles elevados de ciertas hormonas como el cortisol, y el cortisol es un inhibidor del desarrollo fetal.
Cuanto más sabemos sobre la importancia de los estados emocionales de la mujer embarazada, más podemos tomar en consideración el posible “efecto nocivo” de los cuidados prenatales.
Parece ser que muchos profesionales de la salud implicados en los cuidados prenatales no han comprendido que uno de sus roles principales es proteger el estado emocional de las embarazadas. En las publicaciones de otoño 1994 (Vol.2 nº 2), y primavera 1995 (vol.2 nº 4), ya habíamos introducido este concepto de los efectos nocivos de los cuidados prenatales. Cinco años más tarde creemos que es urgente volver a plantear este tema.

ANTENATAL SCARE (juego de palabras que no traduciremos por expreso deseo de M. Odent)Care: cuidados Scare: amenaza, daño AMENAZA PRENATAL sería la alternativa.
Constantemente recibo llamadas telefónicas de mujeres embarazadas que se encuentran en estado de ansiedad, incluso de pánico, tras una visita de control prenatal. Normalmente las tranquilizo mediante una serie de informaciones rigurosas a las que es muy fácil acceder en la era de la medicina basada en la evidencia, es decir basada en estudios científicos rigurosos.
Analizando los motivos más frecuentes de estas llamadas, me he dado cuenta que la raiz de tan extendido efecto nocivo en los cuidados prenatales se encuentra generalmente en la ignorancia.
Muchos profesionales parecen incapaces de analizar los valiosos estudios epidemiológicos que ofrece la abundante literatura médica. Esta especie de ceguera está relacionada con un profundo desconocimiento e incomprensión de una de las funciones más importantes de la placenta, el hecho de que la placenta es el abogado del bebé: La placenta manipula constantemente la fisiología materna en beneficio del bebé. La placenta puede enviar mensajes a la madre mediante hormonas, como la HCG, o el Lactógeno Placentario Humano. Así es como la placenta habla a la madre, por ejemplo: “por favor, diluye tu sangre y hazla más fluida, puesto que así fluye más fácilmente allá donde es más necesaria”. La placenta también le puede pedir a la madre “por favor, aumenta tu tensión sanguínea, necesito más sangre”.
Asimismo puede advertir a la madre de la necesidad de incrementar sus niveles de glucosa: esto produce modificaciones transitorias en el metabolismo de los carbohidratos. Los resultados de los estudios epidemiológicos son recordatorios elocuentes de estas funciones de la placenta.
Permitidme ilustrar estas interpretaciones bajo el prisma de las 3 razones más frecuentes de llamadas de pánico tras una visita prenatal:
Primer ejemplo: “tengo una tasa de hemoglobina de 9: estoy anémica”
Cuando una mujer presenta una concentración de hemoglobina entre 9.0, y 9.5 al final de su embarazo, tiene dos posibilidades. La mayoría de veces será que ha encontrado un profesional, sea comadrona o ginecólogo, que no está interesado en los estudios epidemiológicos y que cree que la deficiencia de hierro durante el embarazo puede ser detectada a través de la concentración de hemoglobina. Le dice a la paciente que está anémica y le receta pastillas de hierro. La paciente interpreta que algo no está bien en su cuerpo y debe ser corregido.
Otro caso sería, cuando la mujer embarazada con un valor similar de concentración de hemoglobina encuentra un profesional que está al día de los más importantes estudios epidemiológicos y que se interesa por la fisiología placentaria. Este profesional conoce el exahustivo y autorizado estudio realizado por un equipo londinense, sobre la relación existente entre la concentración de hemoglobina en sangre materna y los resultados de parto. (1)
Fueron analizados los datos de 153.602 nacimientos (el valor medio de hemoglobina utilizado para el estudio fue el más bajo de los niveles obtenidos durante el embarazo). Resultó que, proporcionalmente, la mayoría de bebés correspondían al grupo de mujeres que presentaron tasas de hemoglobina entre 8.5 y 9.5. La conclusión general fue que “el peso del feto al nacer está relacionado con la caída de los niveles de concentración de hemoglobina”. Es un patrón que se repite en todas las etnias. Cuando la concentración de hemoglobina, permanece por encima de 10.5 en las últimas semanas de gestación, se incrementa el riesgo de bajo peso y de parto prematuro.
A conclusiones parecidas han llegado otros estudios epidemiológicos de menor envergadura. (2,3). Este grupo de profesionales también conoce los estudios que no logran demostrar que los suplementos de hierro pueden modificar favorablemente las estadísticas de resultados de nacimiento. (4). Cuando este tipo de profesional sospecha una anemia, su prescripción será realizar tests específicos para determinar los valores de eritrocitoprotoporfirina, saturación de transferrina y ferritina en suero.
La mujer embarazada que durante el cuidado prenatal es tratada partir de estos criterios, puede recibir explicaciones que la tranquilicen. Se le debe explicar que el volumen de sangre de la embarazada necesita aumentar enormemente, y que lo que nos indica la concentración de hemoglobina, es el grado de dilución de la sangre. Esta mujer podrá comprender que los resultados de sus análisis demuestran una buena actividad placentaria y que por lo tanto su cuerpo responde adecuadamente a las instrucciones que recibe de la placenta.
Esto son buenas noticias. Las visitas antenatales deben tener un efecto positivo en el estado emocional de la madre y así repercutirán favorablemente sobre el buen desarrollo de su bebé.
Son millones en todo el mundo las mujeres embarazadas a quienes se les ha dicho equivocadamente que están anémicas y deben tomar suplementos de hierro. Es una tendencia a pasar por alto los efectos secundarios de la administración de suplementos de hierro (estreñimiento, diarrea, cardialgias, etc..), además del hecho de que el hierro inhibe la absorción de otros factores tan importantes como el zinc. (5)Esta interpretación errónea sobre la tasa de hemoglobina durante el embarazo, está extendida como un acto de fe.
A una mujer Japonesa que pasó la primera mitad de su embarazo en Londres y después regresó a Tokyo, una de sus amigas europeas, que ya tenía cuatro hijos, le advirtió que al final del embarazo, le dirian que estaba anémica y le recetarían pastillas de hierro. Adivinen el final de la historia.
Un autorizado equipo de investigadores médicos en Inglaterra, publicó un estudio acerca del tercer período del parto en un prestigioso diario médico. Para separar los embarazos de bajo riesgo, eliminaron todas las mujeres cuya tasa de hemoglobina era inferior a 10 (6). La media obtenida como valor de la concentración de hemoglobina fue de 11.1. . Posteriormente tuve la oportunidad de indicar algunas de las imitaciones de este estudio. (7)La falta de interés en la fisiología placentaria es la base de estas interpretaciones erróneas. Existe la tendencia a confundir una respuesta fisiológica transitoria (la dilución sanguínea), con una enfermedad (la anemia). La obstetricia, si no se basa en la evidencia, puede ser peligrosa.
Segundo ejemplo: “me dan medicamentos para controlar mi tensión arterial”
A medida que la gestación avanza, en bastantes mujeres aumenta la tensión arterial. Se plantean nuevamente dos posibilidades. A muchas de ellas se les presentará como malas noticias. Es más, a algunas se les recetaran medicamentos antihipertensivos. El mensaje que se desprende de ello es que algo va mal y que debe ser corregido.
No obstante, hay profesionales que no presentan el aumento de la tensión sanguínea como una mala noticia.
Estos profesionales, han entendido la diferencia fundamental entre la hipertensión gestacional (”el embarazo induce una cierta hipertensión”), que es una respuesta fisiológica, y la enfermedad llamada pre-eclampsia.Fácilmente pueden tranquilizar a la mujer con ejemplos como: “cuando se tiene un tumor cerebral duele la cabeza, pero cuando duele la cabeza no quiere decir que se tenga un tumor cerebral”. De manera similar cuando se padece pre-eclampsia la tensión sanguínea aumenta, pero un aumento de la tensión sanguínea al final del embarazo no quiere decir que se padezca pre-eclampsia. Los argumentos utilizados por estos profesionales encuentran soporte en numerosos estudios epidemiológicos. El más significativo de ellos, es uno sobre mortalidad perinatal, realizado durante dos años entre la población que acudió al servicio de obstetricia del Nottingham City Hospital (8). Demostró claramente que, comparadas con el conjunto de la población y con las mujeres con pre-eclampsia, los mejores resultados estaban en el grupo de las mujeres con hipertensión gestacional. Resultados parecidos, con poblaciones menores, fueron presentados por Neye (9), por Kilpatrick (10) y por Curtis (11).
Las interpretaciones erróneas de las fluctuaciones de la tensión sanguínea durante el embarazo, están tan difundidas como las interpretaciones erróneas de las tasas de hemoglobina. La revisión de un artículo reciente, identificó 45 controles a través de un estudio randomizado de mujeres con niveles de hipertensión entre bajo y moderado y que tomaban tratamiento hipertensivo (12). Esta inacabable repetición de estudios se ha dado en llamar “epidemiología circular”. Los efectos más significativos del tratamiento antihipertensivo durante el embarazo, es su efecto restricitivo sobre el desarrollo del feto y un aumento de los bebés con bajo peso. Los profesionales que han comprendido la fisiología placentaria, nunca ratarán esta hipertensión con medicamentos, con los peligros que éstos conllevan, puesto que conocen esta respuesta fisiológica y no quieren actuar peligrosamente.
Tercer ejemplo: “Soy diabética”
Muchos profesionales no se dan cuenta del efecto nocivo que el concepto “diabetes gestacional”, puede tener.
Cuando a una mujer se le da este diagnóstico ella cofunde una respuesta transitoria a las necesidades del feto, con una enfermedad crónica grave. La utilización de estas palabras puede transformar en un minuto a una feliz mujer embarazada, en una persona enferma. Lo grave es que este diagnóstico se da inutilmente. El profesor John Jarret de Londres, proclama que la diabetes gestacional, es una “no entidad” (13). En una carta dirigida al American Journal of Obstetrics and Gynecology, lo describió como ” un diagnóstico en busca de una enfermedad”. Hoy en día persiste el debate sobre la necesidad o no de que la mujer embarazada debe pasar un test de tolerancia la glucosa (14). Este diagnóstico es inútil, porque cuando se ha establecido, genera una serie de recomendaciones , que ya deberían ser ofrecidas a todas las embarazadas de manera preventiva, tales como: evitar los azúcares refinados, preferir los hidratos de carbono integrales completos (pasta, pan, arroz, etc..), y hacer suficiente actividad física.
Podríamos escribir varios volúmenes sobre el efecto nocivo del cuidado prenatal. Estos tres ejemplos nos parecen suficientes para entender la magnitud de un fenómeno preocupante, puesto que se produce de manera similar en todo el mundo. Un paseo por nuestro Banco de Datos sobre Salud Primal, ofrece la oportunidad de comprobar la importancia de estos temas.

¿QUÉ ES LA EPIDEMIOLOGÍA “CALLEJON SIN SALIDA”?
Un repaso a nuestro banco de datos, puede revelar otros fenómenos curiosos. Uno de ellos es el contraste entre la epidemiología circular y la epidemiología “cul-de-sac”. La mejor manera de explicar el significado de estas palabras es ofrecerles la reproducción de un texto que he publicado recientemente en Lancet REFERENCIA: Between circular and cul-de-sac epidemiology. Lancet 2000; 355: (Abril 15): 1371 En el nº 12, Febrero, (pág.556), Marilynn Larkin, nos informa: Lewis Kuller condena el echo de que se repitan constantemente estudios epidemiológicos de los que se conoce el resultado de antemano (1). Durante varios años me ha preocupado más el fenómeno contrario a lo que Kuller llama “epidemiología circular”. Es lo que yo llamo “epidemiología cul-de-sac”. (epidmiología del callejón sin salida) Se trata de estudios científicos sobre temas de gran actualidad e interés.
A pesar de la aparición de estas investigaciones en publicaciones científicas autorizadas y de prestigio, sus resultados han sido rechazados por la comunidad médica y por los medios de comunicación. Los estudios epidemiología “cul-de-sac”, no han sido repetidos para su comprobación, ni siquiera por los propios autores quienes raramente han sido reconocidos tras la publicación.
El primer ejemplo que les puedo ofrecer es un estudio sueco, publicado en 1990 por Bertil Jacobson, que llegaba a la conclusión de que ciertas drogas usadas en el momento del parto, son predisponentes a desarrollar la drogadicción cuando estos bebés llegan a la edad adultas (2). Los resultados nunca han sido confirmados o invalidados por nuevas investigaciones. Sin embargo la drogadicción es una de las mayores preocupaciones de nuestro tiempo. Otro ejemplo, es sobre el efecto que ciertas medicaciones usadas en obstetricia tienen como factores de riesgo de desarrollar autismo. Al final de su vida, el premio Nobel Niko Tinbergen, estudió a niños autistas con metodología de patrón etológico. Llegó a la conclusión, de que existen factores de riesgo para el autismo durante el periodo perinatal, tales como la anestesia durante el parto y la inducción del mismo. Estas observaciones solo promovieron un nuevo estudio. Ryoko Hattori (Kumamoto, Japan), descubrió que el “método de la Universidad de Kitasato” aplicado al parto, es un factor de riesgo para el autismo. El método de la U. De Kitasato, se caracteriza por la combinación de sedantes, agentes anestésicos y analgésicos, junto a la planificación de la inducción al parto una semana antes de la fecha prevista. Pero los investigadores no se han visto estimulados por el análisis de este estudio japonés publicado en 1991 (3). A partir de mis conversaciones y correspondencia con estos investigadores (incluído un viaje a Kumamoto), pude enterarme de sucesos similares en epidemiología. Pasado cierto tiempo, todos ellos reconocieron que éstas investigaciones, no eran politicamente correctas. Un análisis pesimista centrado en las dificultades de la epidemiología, puede inspirar la conclusión de que la investigación politicamente correcta, llega a la “epidemiología circular”, mientras que las investigaciones políticamente incorrectas se quedan en un callejón sin salida (epidemiología “cul-de-sac”). Un análisis optimista, puede demostrarnos que es posible, abrirse camino en el fondo de este callejón y salir a una ancha avenida. En otras palabras, los limites de lo politicamente correcto o incorrecto no son inamovibles. Os invitamos a trabajar en una epidemiología que abra caminos.

Dr. Michel Odent
Primal Health Research 59, Roderick Road, Londres NW3 2NP Fax: 44 (0) 171 267 5123 www.birthworks.org/primalhealth Extraído del boletín de Primavera 2000 vol. 7 nº 4. Traducido por Dialègs (www.acuario.org)
Referencias bibliográficas de este artículo publicado en Lancet:
1. Larkin M. Epidemiological studies: overdone or underappreciated? Lancet 2000; 355:556 Jacobson B, Nyberg K, Gronbladh L, et al. Opiate addiction in adult offspring through possible imprinting after obstetric treament. BMJ 1990; 301:1067-70
2. Hattori R, Desimaru M, Nagayama I, Inoue K. Autistic and developmental disorders after general anaesthesic delivery. Lancet 1991; 337:1357-58
ESTUDIOS CIENTÍFICOS MENCIONADOS (texto principal)
3.- Steer P, Alam MA, Wadsworth J, Welch A. Relatio between maternal haemoglobin concentration and weigth in different ethnic groups. BMJ 1995; 310:489-91 Koller O, Sandvei R, Sagen N. High hemoglobin levels during pregnancy and fetal risck. Int J Gynaecol Obstet 1980; 18:53-56
4.- Gran SM, et al. Maternal hematologic levels and pregnancy outcome. Semin Perinatol 1981; 5:155-62
5.- Hemminki E, Starfield B. Routine administration of iron and vitamins during pregnancy. Br J Obst Gynaecol 1978; 85:404-410 •
6.- Valberg LS. Effects of iron, tin, and copper on zinc absorption in humans. Am J Clin Nutr 1984; 40:536-41
7.- Rogers J, Wood J, et al. Active versus expectant management of third stage of labour: the Hinchingbrooke randomised controlled trial. Lancet 1998; 351:693-99
8.- Odent M. Active versus expectant management of third stage of labour. Lancet 1998; 351:165 9Symons Em. Aetology of pre-eclampsia. A review. J R Soc Med 1980, 73:871-75
9.- Naeye EM. Maternal Blood pressure and fetal grwth. Am J Obstet Gynecol 1981; 141:780-87
10.- Kilpatrick S. Unlike pre-eclampsia, getational hypertension is not associated with increased neonatal and maternal morbiiidity except abruptio. SPO abstracts Am J Obstet Gynecol 1995; 419:376
11.- Curtis S, et al. Pregnancy effects of non-proteinuric gestational hypertensión. SPO Abstracs. Am J. Obst Gynecol 1995; 418:376
12.- Von Dadelszen P, Ornstein MP, et al. Fall in mean arterial pressure and fetal growth restriction in pregnancy hypertension: a meta-analysis. Lancet 2000; 355:87-92
13.- Jarret Rj. Gestational diabetes: a non-entity? BMJ 1993; 306:27-38
14.- Jarret Rj,Castro-Soares J, Dornhorst A, Beard R. Should we screen for gestational diabetes? BMJ 1997; 315:736-39
15.- Odent M. Primal Health. Century-Hutchinson. London 1986 (out of print) Seymour-Reichlin. Neuroendocrine-inmune interaction. Nengl J Med 1993;329:1246-53

domingo, 5 de abril de 2009

El pecho no se da, se ofrece

"Una mano lo envuelve./ Llora. Lo engaña un pecho. Prende los labios. Sorbe./ Más tarde su pupila la tiniebla deslíe y alcanza a ver dos ojos, una boca, una frente./ Mira jugar los músculos de la cara a su frente, y aunque quién es no sabe, copia, imita y sonríe.” Alfonsina Storni, “El hombre”.

Denomino sostén de pecho a la primera contención corporal que el adulto le ofrece al niño: más allá del acto de dar de mamar, la zona de contacto que predomina en este sostén es el pecho del adulto. Hay una tendencia bastante generalizada a llevar al bebé contra el pecho, atraerlo, darle apego en el cuerpo que sostiene. Otra forma de contención, con disminución de los contactos, podría designarse como sostén de brazo: se ayuda con los brazos a quien algo puede por sí mismo; el niño, pasados los primeros meses de vida, comienza a vivenciar la posición de sentado sobre los brazos del adulto que lo sostiene.

Y hay también un sostén de mano, en la función de acompañamiento. Hay un momento fundamental en el desarrollo, que es la aparición de la marcha. Esta adquisición comienza a gestarse, en parte, en los brazos del adulto: antes de que el niño pueda acceder a su propio sostén, y en diversas situaciones, es mantenido por los adultos en posición vertical, dejando apoyar levemente los pies del niño sobre la mesa, sobre el piso o sobre los muslos de quien lo sostiene. Este antecedente de la autonomía postural erecta nos muestra que el autosostén no es total, ya que parte del peso del niño es sostenido por el adulto; la posibilidad de la verticalidad y el apoyo plantar preludian la marcha. En esta acción el adulto ejerce un sostén con las manos, brindando su cuerpo como apoyo.

En comparación con las anteriores, en esta situación, la del sostén de mano, se observa un apoyo más localizado y discriminado. La adquisición de la marcha autónoma no implica una separación del contacto con el cuerpo del adulto. Si bien, en el lenguaje cotidiano, al referirse al niño ya no se lo designa como un “niño de pecho” o un “niño de brazos”, su cuerpo aún es sostenido, esta vez llevado de la mano.

Algunos compuestos de la palabra “mano” –del latín manus–, en los cuales el término “mano” se reduce a man, son, por ejemplo, mantener, mantenedor, mantenimiento, manutención. Estas palabras remiten a alimento y sustento: volvemos a encontrar, en esta acción de acompañamiento o sostén de mano, claras referencias al sostén de pecho. Si el “sustento” está en el sostén, la “manutención” está en la mano.

Las manos del adulto acompañarán en otros momentos los primeros pasos del niño. En la vida cotidiana, es común encontrar la acción ejercida por el adulto, quien toma con sus manos el tronco o las manos del niño, acompañando los primeros pasos de su marcha. Le “da una mano” en lo que está empezando a poder, lo acompaña.

En esta acción de comenzar a dar los primeros pasos, sostenido por el adulto o los hermanos mayores, el niño empieza a utilizar el piso, espacio de apoyo que compartirá con sus mayores. La mano del adulto funciona como un sostén y apoyo complementario y ambos se asocian en un plano semejante de verticalidad. El suelo está ahí para que ambos se apoyen, pero el adulto sigue sustentando desde su propio sostén. El suelo sirve de apoyo para el niño, pero no suplanta al sostén del adulto.

Esta función, entonces, está caracterizada por una complementariedad del propio sostén, que el niño comienza a desarrollar en el cuerpo del adulto.
Provocadores
Cuando el niño puede ya mantenerse en equilibrio –todavía inestable–, sosteniéndose por sus propios medios con la ayuda de los objetos que lo rodean, es frecuentemente incentivado a desplazarse. Este sostén que el adulto realiza lo denomino provocación. Los adultos provocan de distinta manera la aparición de la marcha. Es cotidiano en la crianza ver a una mamá o a un papá con sus brazos extendidos, esperando al niño que recorre el trayecto desde la pared, que le servía de apoyo, hasta sus brazos.

Se conoce la palabra “provocación” como la acción de incitar a una cosa y se la liga, generalmente, a un acto que tiene consecuencias negativas. El término “provocar” viene del latín provocare, formado por pro, delante, y vocare, llamar (otra acepción es “llamar para que salga afuera”, término derivado de “voz”). Este otro sentido alude entonces a un “llamado hacia adelante”, otorgándole a la palabra “provocar” un carácter de estímulo que, al estar desplegado en la relación, cobra el carácter de un vínculo estimulante. Es un llamado a entrar en una nueva acción que cambia su situación.

Si bien la marcha funciona como un modelo paradigmático, también podríamos analizar la provocación a la luz de otros aprendizajes. El ejercicio de esta función se caracteriza por la inclusión progresiva de un distanciamiento del cuerpo y del sostén del adulto.
Acompañantes
La función de sostén prioriza la relación corporal a través del eje del cuerpo. El niño es alzado desde su tronco. En épocas más tempranas aún, alrededor de los cuatro meses, es posible observar en los bebés movimientos de elevación del tronco (específicamente del pecho), solicitando ser alzados; en esta acción reproducen en forma activa el arqueamiento del cuerpo que se produce cuando el niño es tomado del tronco para ser alzado. El bebé que ha sido alzado en brazos con frecuencia transforma en forma activa una vivencia de cambio de posición que no puede generar con sus propios medios.

Las extremidades serán lugares de contacto y de sostén en otra instancia que llamamos acompañamiento: cuando el niño comienza a poder alternar los apoyos plantares en el suelo con un relativo equilibrio, el adulto lo sostiene de sus manos.

Durante la crianza, el sostén del adulto varía en una dirección que coincide con el desarrollo del tono muscular. El eje tónico postural, inscripto en el tronco, es el lugar hegemónico de la vida de relación en la primera etapa. Avanzado el tiempo, el territorio distal del cuerpo será una nueva zona de apoyo y de sostén.
Dar el pecho
“Nadie es capaz de sostener un bebé en brazos a menos que sepa identificarse con él”, escribió Donald W. Winnicott. El grado de indefensión en el cual se encuentra el ser humano al nacer coloca al adulto en la situación de anticiparse a las necesidades del niño. Muchas de las tareas que desarrollan los adultos en función del niño, o con el niño pequeño, se presentan en una relación de sostén. El niño “no puede” por sus propios medios desplazarse, acceder al alimento, higienizarse o abrigarse. El adulto “hace por él”, y esto ubica al niño en una relación de máxima dependencia.

Si los adultos saben que el niño “no puede”, buscarán por todos los medios satisfacer sus necesidades: una de las formas es anticiparse a ellas desde una práctica del dar.

Dar anticipadamente nos remite a una acción de pasaje (de alimento, caricias, cuidado) de una persona a otra, en la cual el “pedido” del otro no fue expresado, manifestado, explicitado, pero el dador supone o entiende que cubre de esta manera una necesidad del otro. Muchas acciones de dar se ejercen a priori, anticipándose al pedido. Si bien se puede “dar” el pecho estando el niño en total pasividad, no ocurre así con la leche, pues para que ésta fluya el bebé debe ejercer una acción. Al niño se lo sostiene pero no se lo alimenta, sino que “se alimenta”; el pecho alimenticio no se da, se ofrece.
Ofrecer la leche
Frecuentemente, la alimentación del niño pequeño se ejerce en una situación tal que el adulto se encuentra sosteniendo al niño. En el caso del amamantamiento, el acto de sostén ubica a la madre y al niño en una situación de contacto corporal muy especial, que genera un vínculo alimenticio donde algo fluye desde un cuerpo hacia otro. Fluidez y contigüidad, corriente láctea que contacta los cuerpos y unifica ambos organismos; pero para que el raudal de leche (apoyo) fluya, el niño debe succionar; no recibe pasivamente.

El bebé se alimenta desde el borde más saliente del cuerpo humano (pezón), contraste notorio con su antigua alimentación placentaria. Este acto de alimentación, se trate del pecho de la madre o de la mamadera, se realiza en una situación de sostén, sostén de pecho.
El sostén de pecho tiene características particulares.
En el niño: gran parte de su cuerpo está en contacto con el del adulto, con excepción de algunas zonas; es contenido por el cuerpo del adulto; se encuentra en una posición tendiente a la horizontalidad, con elevación de la cabeza y descenso de los pies; su rostro está girado hacia el que sostiene; durante la mamada, el niño no aparta la mirada del rostro de su madre; en muchos momentos, tiene un brazo en contacto con el cuerpo del adulto y el otro con mínimos contactos. Sus manos pueden estar activas en simultaneidad con el movimiento de la boca.

En el adulto: se encuentra en posición sentado o recostado, rara vez deambula o está de pie; hay una tendencia inicial a ofrecer su costado izquierdo para el apoyo de la cabeza; la cabeza del bebé descansa en el ángulo del reverso del codo; las manos del adulto no cumplen una acción específica de sostén, pueden contactar, acariciar; el peso se dirige desde los brazos hacia el pecho o abdomen; generalmente, y en los comienzos, el adulto no realiza otras acciones al mismo tiempo que alimenta, salvo mirar al niño que succiona o dejar la vista perdida; gran parte de su cuerpo no está en contacto con el niño, sus brazos y pecho están a disposición de él; hay cierta quietud en ambos, sin muchos cambios posturales, salvo el pasaje de un pecho a otro o de un brazo al otro en situaciones de fatiga o cansancio.

La figura del amamantamiento se da en un fondo de sostén, fenómeno que por su importancia ha sido destacado por numerosos autores. En realidad, las satisfacciones que surgen de la relación madre-bebé son múltiples y no derivan todas de la alimentación: también están la tibieza del abrazo, el sosiego del mecimiento, las caricias y los encuentros de la voz y la mirada, y todo ello erotiza una relación que encuentra en el alimento un momento al principio privilegiado, pero que si fuera el único dejaría al niño en la más profunda anorexia, pues no sólo de leche vive el bebé (Sara Paín, Estructuras inconscientes del pensamiento. La función de la ignorancia. Ed. Nueva Visión, 1973).
En brazos
“Los bebés no recuerdan haber recibido un sostén adecuado: lo que recuerdan es la experiencia traumática de no haberlo recibido”, escribió Donald W. Winnicott. Más allá del acto de alimentación, el bebé suele encontrarse en posiciones similares en otras situaciones; es una de las formas más comunes de estar con él en los espacios de tiempo que transcurren entre el sueño, la alimentación, el baño y la higiene. Cuando el niño pequeño llora, en la mayoría de los casos, sea cual fuere el motivo del llanto, el adulto lo toma en brazos y lo sostiene; es el recurso más espontáneo que se observa. Desde ese lugar da y ofrece otras cosas para aliviar el llanto.

Cuando el “tener en brazos” se transforma en un sostén, adquiere el valor de un dar. La sola acción de tener en brazos no garantiza que se esté produciendo un acto de sostén. El sostén de apoyo se compone de actos y acontecimientos, más que de simples apoyos.

Cabría realizar una diferenciación entre los términos tener (agarrar, tomar, asir) y sostener . Tener no marca diferencia sobre lo que se tiene. Se tiene un objeto; se sostiene a una persona. Se puede tener lejos del cuerpo (en el sentido de poseer), pero en cambio, al sostener, el cuerpo se hace necesario.

Agarrar (de “garras”) es una acción de llevar hacia sí; como tomar y asir, no implica acciones a posteriori, no da cuenta de las acciones subsiguientes.

El sostén implica un acto de intercambio desde una asimetría empática. Sostener es consecuencia de un aprendizaje. Es común pensar que el adulto “debe saber” sostener al niño, como también saber decodificar sus pedidos. Este saber proviene de su propia experiencia en brazos de otro, es un saber inconsciente que debemos diferenciar del conocimiento. El mito del saber del cuerpo, en cuanto saber “natural” que habilita las acciones, se implanta como obstáculo culpabilizante en el aprendizaje del nuevo contacto vincular.

Si bien el juego con muñecas es una “preparación para”, no garantiza de por sí la eficacia del sostén. La muñeca no pide, sino que le hacen pedir. Entre el “deber” y el “saber” se instala la situación del “poder hacer”.

“Los bebés son muy sensibles al modo como se los sostiene; por eso lloran cuando están en brazos de una persona y descansan tranquilos en los de otra, ya desde muy pequeños. A veces una niña pequeña pide tener en brazos a un hermanito recién nacido, y esto constituye un gran acontecimiento para ella. Una madre prudente, si le permite hacerlo, no depositará en ella toda la responsabilidad, y estará presente todo el tiempo, lista para volver a tomar al bebé en sus brazos seguros. Una madre prudente no dará por sentado que la hermanita mayor se siente segura con el bebé en sus brazos; esto sería negar el significado de la experiencia.” (D. Winnicot, Los bebés y sus madres, ed. Paidós, 1989).

Si bien cada niño se expresa de forma diferente, el adulto, ante el llanto, recurre a una misma acción concreta: lo sostiene, lo tiene “upa”. La aflicción de los mayores ante el llanto del niño recién nacido los lleva a un dar envolvente, traen al niño hacia su cuerpo, lo abrazan.

Esta situación de dos cuerpos que se contactan conforma una relación de máxima cercanía e indiscriminación. No sólo se presenta cuando el bebé llora, sino que el abrazo constituye también una de las formas de estar con él. Esta conducta quedará impresa de tal forma que en cuanto el llanto irrumpa en el niño, aunque sea grande, buscará los brazos del adulto.Por Daniel Calmels *
* Fragmentos de Del sostén a la transgresión. El cuerpo en la crianza, de reciente aparición (ed. Biblos).

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails