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miércoles, 6 de abril de 2011

En preparto


Ayer tuve bastantes contracciones, irregulares y espaciadas, pero algunas de ellas muy intensas. Oficialmente, estoy de "preparto", lo que significa mucho y a la vez no significa nada.
Significa mucho porque quiere decir que mi cuerpo se está "entrenando" para cuando llegue el momento, además de que ya se están produciendo modificaciones en el cuello del utero. Es decir, la cosa avanza.
Y no significa nada, porque perfectamente puedo seguir así hasta aún pasada mi FPP. Es decir, que puedo parir mañana como puede faltar aún tres semanas o más.
De cualquier forma, el momento está cada vez más cerca.

La segunda parte del capítulo del libro de Raquel Schalman, Parir en Libertad, que puse la semana pasada, habla justamente de este momento: el período dilatante.
Aquí va.

PERIODO DILATANTE

Cuando empieza el trabajo de parto, aparecen exclusivamente las contracciones con esa sensación tipo “dolor de ovarios”. Poco a poco se hacen rítmicas y más frecuentes, hasta que el tiempo entre una y otra es de entre tres y diez minutos. La duración de cada una también se regulariza: suele ser de entre 25 y 50 segundos. Las que duran menos de 25 segundos no resultan dilatantes. Si no llegan a ese mínimo se está aún en un pre-parto, y en algún momento se harán más largas.

La frase: “No estas dilatando, vamos a hacer una cesárea” –muy escuchada últimamente- pone la responsabilidad en las mujeres. Las hace sentir impotentes sin ningún motivo. Porque todas están en condiciones de tener contracciones que dilaten. Si no tenemos respeto por sus tiempos, o peor aún, si las instalamos en un sistema automatizado, la mayor parte de ellas no “funcionará del modo correcto”. Cada persona es única. Cada parto es una aventura. Es imprescindible acompañarlas con las formas y los tiempos de cada cual.

Este proceso de contracciones organizadas cada pocos minutos, y rítmicas, hará que el cuello del útero se vaya dilatando poco a poco. Puede durar cuatro horas, diez, quince o veinticuatro. En general, a mayor frecuencia, más intensidad y menos posibilidad de soportar el d olor. Las embarazadas “generan” las contracciones que ellas y sus bebés están en condiciones de tolerar. Por lo que, si no introducimos ocitocina sintética, si no rompemos la bolsa de las aguas artificialmente, la posibilidad de sufrimiento fetal (alteración de los latidos del bebé) es altamente improbable.

A medida que avanza el período dilatante, el niño va descendiendo más y más en la cavidad pelviana, de manera que cuando esta etapa se acerca a su fin (la teoría dice que debe tener 10 cm de diámetro para estar completamente abierto) la cabecita, ya muy baja, empieza a hacer presión sobre el recto.

La parturienta, que venía sintiendo dolor en cada contracción, y alivio y descanso cuando cada una terminaba, empieza a tener sensaciones difusas, como “necesidad de pujar”, cada vez que aparece una. En ese momento suelen decir “quiero ir al baño” y éste es el mejor indicador de que estamos llegando al fin del dilatante y entrando en la siguiente fase.

sábado, 2 de abril de 2011

El parto: El comienzo (fragmento del libro de R. Schallman)


Ya estoy entrando en la semana 38. Se acerca la llegada de este nuevo bebé. Por eso, hoy quiero compartir con ustedes un fragmento del libro “Parir en libertad” de Raquel Schallman.

EL PARTO

(…)

Comienzo

La gestación de un bebé tiene una duración de entre 38 y 42 semanas. Al comienzo del embarazo, suele establecerse una FPP (fecha probable de parto) que coincide más o menos con la terminación de la semana 40. Estas fechas, que debiera resultar solamente orientadoras, suele ser consideradas por los médicos como definitorias de que “ el bebé tiene que nacer”.

Hay contracciones (el útero se contrae) durante todos esos meses, que son normales y que tienen ritmo, duración e intensidad muy variables. Algunas mujeres tienen registro de ellas. Otras no. Pero en el último trimestre, aparecen algunas que tienen características distintas. Lo más importante es que las embarazadas sienten, junto con la panza dura, una sensación en el bajo vientre, como si estuvieran por menstruar. Esta contracciones son producidas por pequeñas descargas de oxitocina que fisiológicamente empezarán a modificar el cuello del útero. Primero harán que se vuelva muy blando, luego lo acortarán y finalmente de a poco, lo irán abriendo… todo esto antes de que comience el proceso del nacimiento.

El útero es una bolsa con forma de pera invertida, cuyo “cabito” corresponde al orificio del cuello. Todo el trabajo de parto consistirá en “ tironeos ” hacia el fondo del mismo, que van estirando el cuello hasta hacerlo desaparecer, y luego empiezan a abrirlo (dilatación) a fin de que el bebé pueda atravesarlo. Por eso suele ser útil un tacto exploratorio al final del embarazo para poder evaluar lo.

Por ejemplo: una mujer que tiene el cuello uterino blando y dilatado, probablemente tendrá Su parto en los próximos días, y como ya está hecha una parte del trabajo, quizá sea más suave y corto. Sin embargo, también asistí a mujeres estuvieron semanas en esta situación hasta que llegó SU momento.

A la inversa, si el cuello está duro y cerrado, es posible que a esa mujer a un le falte tiempo para parir. Pero a veces empiezan pronto y lo que ocurre es que más largo, doloroso y difícil.

Hay serias discusiones acerca de “hasta cuando esperar” a que una mujer inicie sola su trabajo de parto. Si no se produce al cumplirse la semana 40, la mayoría de los médicos lo induce. Estas manipulaciones producen mucho daño. Muchas de las embarazadas no están “ listas” para empezarlo de acuerdo con los parámetros teóricos de la medicina, entonces el apresuramiento conduce a mucha frustración, más dolor, sensación de impotencia, miedo, estrés, y termina más mayoritariamente en cesáreas “ porque no dilataba” (cuando en realidad no era su tiempo), “ porque el bebé estaba alto”, y/o con prematuros internados en neonatología o en incubadoras (porque al no ser el tiempo de la madre tampoco es el del niño y entonces nacen chiquitos, con inmadurez, bajo peso, etc.). En mi experiencia, si tenemos la paciencia de confiar a las Madres, esperar, y estar atentos a los latidos fetales, en algún momento el parto comienza. Nunca vi un “ embarazo prolongado” de más de 42 semanas.

(Parir en Libertad, en busca del poder perdido – Raquel Schallman – Pags. 69/70)

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