viernes, 23 de mayo de 2008

Nota en Pagina 12 sobre parto en casa

Les acerco una nota publicada en el día de hoy en el diario Pagina 12. Tambien pueden acceder clickeando en el título de esta entrada.




Las/12


Viernes, 23 de Mayo de 2008

Experiencias


Bienvenid@ a casa


Desde hace cuatro años existe una ley nacional que protege los derechos de las madres y sus hijos o hijas en el momento del parto y el nacimiento. Sin embargo, esta herramienta es prácticamente desconocida o deliberadamente ignorada por los sistemas de salud pública o privada que siguen considerando el parto como un hecho médico. Tal vez porque resulta difícil negociar lo que una quiere y con quien, en un momento de tanta vulnerabilidad, es que muchas mujeres –a pesar de los costos económicos– deciden parir en sus casas, en la intimidad, lejos de las intervenciones médicas y las reglas de cualquier institución; y cerca de esos olores y colores cotidianos que hacen al nido propio.

Por Roxana Sandá


Parir. Algo así como estimular el milagro. Un vértigo infinito que sin embargo aguijonea los tiempos urgentes del cuerpo. Una revolución de la sangre en estado puro. El instante preciso de recibir lo que se acarició por meses en un vientre tirante. La vida que desgarra cada punto cardinal de piel. El jadeo amplificado del dolor. La alegría hecha transpiración y cansancio, que atraganta y enmudece. Y al cabo, la sensibilidad de la mujer elevada al infinito, atrapada en espirales de tactos, goteos, episiotomías, retos y cesáreas. El anhelo idílico se convierte entonces en el peor extracto de confusión, prácticas invasivas, humillación y debilidad que le tienen reservadas la mayoría de las instituciones médicas, donde parto humanizado se reduce a un conjunto de leyes con telaraña y parto domiciliario es sinónimo de enajenación mental.





En la Argentina, cerca de un 80 por ciento de mujeres que parieron a sus hijos en sanatorios y hospitales pasaron por la episiotomía, un corte en la vagina para agrandar el canal de parto; un porcentaje similar de cesáreas se realiza en el sector privado. El 70% encontró sus brazos canalizados por vías con suero y oxitocina para acelerar e intensificar las contracciones; a la mayoría le rasuraron los genitales; todas debieron entregar a sus hijos recién paridos al neonatólogo o la neonatóloga de turno y reencontrarlos horas después, con la angustia derrapada en llanto. Agencias como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Red Latinoamericana y del Caribe para la Humanización del Parto y del Nacimiento (Relacahupan) y aun el Ministerio de Salud de la Nación advierten que esas prácticas atrasan por lo menos veinte años, pero las declaraciones están lejos de desalentarlas.


“Cuando mis hijas nacieron ya era médico, y siempre me impresionó el mal trato en los partos”, reveló hace poco el ex ministro de Salud, Ginés González García, que reivindica el derecho a gozar de un parto humanizado. “No importa si la mujer prefiere dar a luz en forma horizontal o vertical, sino que sea humanizado. Por eso, quisiera que el parto tuviera una relación más amigable con la madre, no sólo desde el momento de dar a luz, sino desde el momento en que empieza el embarazo.”



La Semana Mundial por un Parto Respetado, del 12 al 18 de este mes, rescató, entre otras cosas, el contacto inmediato continuo entre la madre y el niño o niña recién parida como la clave de un buen comienzo, y cuestionó la visión hospitalaria del parto y el nacimiento como patologías a tratar. “Humanizar es lo contrario a mecanizar o repetir”, explica la obstetra Claudia Alonso Werner, asesora médica de la asociación civil Dando a Luz y pionera en la promoción de los derechos de las mujeres. “El parto humanizado es reconocer la singularidad de cada mujer y disponer de los recursos adquiridos en nuestra formación como médicos para que su aplicación sea amable, creativa y oportuna.” Alonso tuvo a su primer hijo en un sanatorio, con las tradicionales de la ley médica, y a la más pequeña en casa, acompañada por su marido, un médico y una partera. “A partir del nacimiento de mi hija decidí abocarme a los partos domiciliarios. Fue la constatación de lo que ya sabía: no debemos hacerles cosas a los cuerpos de las mujeres, simplemente tenemos que prestarles atención. Y las embarazadas tienen derecho a saber de qué se trata un parto y a reincorporarlo como lo que fue siempre, un tema de mujeres compartido entre mujeres.”

“Del parto domiciliario me maravillaba la idea de no tener que pedir permiso para todo”, recuerda Lucrecia Rojas, puericultora de la Maternidad Sardá, pareja de un médico y madre de tres niños. “Siempre estuvimos en la búsqueda de un parto menos intervenido. El de mi primer hijo fue de librito médico; no faltó nada. El segundo parto fue con un obstetra maravilloso, sin peridural y en la posición que quise. Al último lo parí en casa hace ocho meses, y resultó la experiencia más maravillosa de mi vida”, valora en una enumeración de bondades. “Desde ya que no hubo ninguna práctica médica invasiva. Sólo estuvieron la obstetra y el neonatólogo, que llegó más tarde para revisar al gordo. Preservamos la intimidad con mi pareja, pude parir en una bañera con agua calentita, adopté las posturas que quise, ¡dirigí el parto hasta en la expulsión de la placenta! Y nadie nos separó de nuestro hijo; le di la teta, nos acostamos los tres juntos y le canté toda la noche, porque no cabía en mí de euforia.”

Cuando la mujer elige algo diferente, como parir en casa, el castigo social es más grande, asegura la partera Marina Lembo, que trabajó en hospitales públicos y ahora sólo practica partos domiciliarios en forma independiente, en honor al oficio más antiguo de atender a las mujeres sanas. “Por fortuna, a ese castigo se le contrapone la cultura del nacimiento, que está cambiando. En la Argentina hay cada vez más demanda de parteras y partos domiciliarios. Hace quince años, en provincia de Buenos Aires éramos seis; hoy, unas 30 colegas no damos abasto para asistir a las mujeres en sus casas.” Lembo describe con pasión el uso de recursos saludables que preserven la normalidad del proceso, la función contenedora de la partera, el acompañamiento “de parejas alucinadas por haber visto parir a sus hembras” y el detalle esencial que define al parto domiciliario como un acto orgásmico. “El parto en casa es placentero, protagónico, arduo, de transpirar la camiseta. Es la posibilidad de tener un hijo vivaz y sano, y además de poder comer, de que te mimen, de esquivarle el cuerpo a los manoseos, a las drogas, a los ojos de diez practicantes, al desfile interminable de médicos, enfermeras y anestesistas por delante de tus genitales.”

La OMS y la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO) indican que las mujeres sanas deberían parir en sus domicilios o en casas de parto. De hecho, una ley argentina de los ’50 que nunca fue derogada habilita la creación de estos espacios en la provincia de Buenos Aires. Sacarle la panza a las instituciones médicas implica, de seguro, no estar acostada en una camilla, con las piernas atadas a los estribos, no entrar a un quirófano, no padecer enemas, no escuchar “basta de gritos, empezá a pujar como corresponde”, ni ver cómo le dicen a la pareja que es mejor que se quede afuera. Se sabe que del otro lado hay profesionales saturados de trabajo, mal pagos, con trabas culturales serias y actualización académica pobre.

Desde 2006 las parteras no cuentan con certificados de nacimiento para extenderles a los padres de bebés nacidos en partos domiciliarios de la provincia de Buenos Aires. Existen casos de niños que llevan más de un año sin documento nacional de identidad. La gobernación bonaerense prometió distribuirlos, pero sólo reparte en hospitales públicos y a las federaciones médicas, que son las encargadas de repartirlos en sanatorios y clínicas privadas. Mientras tanto, si los padres quieren que sus hijos tengan los papeles al día, deberán presentar dos testigos (inventados) de ese nacimiento privado.

Existen muchas formas de castigar la libre opción. En algunos Centros de Gestión y Participación (CGP) de esta ciudad fruncen el ceño cuando ven certificados de partos domiciliarios. En enero de 2006, un abogado del CGP Nº 3, del barrio de La Boca, encerró en una oficina a una pareja que intentó anotar a su bebé y obtener el DNI, para negarse a registrarlo y decirles que “el parto en casa es ilegal”. El individuo, de apellido Gómez, les insinuó la clandestinidad de su elección y rechazó el certificado de nacimiento que le presentaron. Al cabo, dijo, estaba enojado porque no entendía “el capricho de un parto domiciliario teniendo el hospital Argerich a quince cuadras de la casa”.

“Hay mucho fundamentalismo de los dos lados. No son pocas las parteras que espantan a aquellas mujeres que desearían acercarse a una alternativa diferente”, sostiene Josefina Giglio, madre con parto en casa de una beba de catorce meses. “Hallar a la partera significó todo un recorrido, en principio porque el parto domiciliario estaba fuera de mi registro; con mi marido siempre tuvimos la visión de que era algo muy hippie o snob, hasta que el obstetra me lo sugirió y recién entonces nos dimos cuenta de que en realidad ansiábamos un parto en el nido propio. Y cuando encontré a la partera justa resultó una adopción entre dos mujeres.”

Josefina habla de la fantasía de contracciones insoportables que finalmente “fueron como subirse a una ola”; de la sensación amorosa del “yo te banco” que le transmitió su pareja y le completó la plenitud, del nacimiento de Amanda, que le hizo creer “en la cosa fundacional del ahora somos tres”, de que el embarazo no es en modo alguno enfermedad y por tanto no necesariamente debe estar cruzado por la institución médica, pero que también cada mujer es un mundo y hace lo que puede. “Es un proceso que debe llevarse a escala personal. En mi historia, parir en casa me dio una sensación de empoderamiento increíble. Me dije: soy Gardel.”

Existen muchos intereses para que el parto domiciliario no sea masivo, señala la partera Myriam Viceconte, del área de Obstetricia del Hospital de Escobar, y que junto con otras colegas asiste a mujeres que eligen alumbrar en sus casas. “Los circuitos de los laboratorios, de los insumos que se utilizan, el servicio que brindan algunas clínicas del sector privado, colaboran para que la opción no se masifique, pero también es difícil porque muchos profesionales actúan y piensan con una apertura que no acompaña, más bien atemoriza, a la embarazada.”

Durante quince años, Viceconte intervino partos hospitalarios según manda la tradición médica, hasta que una compañera le corrió el velo. “Y cambié el eje. Salí del lugar de protagonista y me ubiqué en el de acompañante. Dejé de hacer partos para ver cómo paren las mujeres. Pero entonces cambió mi vida: comencé a dudar de todo lo que había hecho hasta ese momento.”
En ese vuelco de escenario de la sala de partos de azulejos blancos y tubos fluorescentes a las casas con olores propios y colores difusos del universo privado, descubrió que podía hacer su trabajo con excelencia y las parejas tenían la chance de parir “amorosamente, con detalles sutiles que sólo dos pueden conocer. Casi diría que cuando una pareja comparte el proceso del parto, nosotras estamos de más. Todavía me da cierto pudor verme en medio de esa situación”.
La Ley Nacional 25.929, de 2004, establece con claridad los derechos de padres, madres e hijos o hijas durante el proceso de nacimiento y la obligación de los profesionales a su cumplimiento. Sin embargo, amplios sectores de la salud la ignoran y el común de la población que abarca, la desconoce. Toda mujer embarazada tiene hambre de información, aunque no siempre está en condiciones de hacerla suya. El parto domiciliario es una experiencia fantástica, pero pocas pueden pagarlo, y las obras sociales y prepagas no lo reconocen en su cobertura. Queda echar mano, entonces, del intercambio con otras y otros. Las Doulas de Rosario, mujeres que parieron y acompañan a embarazadas –ésa es la definición de doula–, comprueban a diario que el diálogo es la única garantía de respeto. “Debemos informar sin desalentar o asustar. Si nosotras pudimos vivir plenamente nuestros partos, todas las mujeres pueden hacerlo. Sólo es cuestión de validarlas, informarlas y confiar en su sabiduría femenina.”

jueves, 22 de mayo de 2008

Más sobre la mamá policía


Recientemente, una foto de una mujer policía dando de mamar a los bebés en las zonas afectadas por el sismo fue difundido ampliamente por el Internet. Jiang Xiaojuan es la protagonista de la foto. Después del terremoto de Wenchuan, dejó a su hijo de menos de seis meses con sus padres, y ofreció leche dulce a los bebés en las regiones del seísmo, recibiendo el apodo de “mamá policía”. Por lo tanto, para los bebés que necesitan leche urgentemente, Jiang no es una madre, es más que una madre.

miércoles, 21 de mayo de 2008

China: una policía participa de las tareas de socorro amamantando

Traducción gentileza de Laura Pascual (Lacmat)

Agencia Prensa de Francia
Chengdu, China


Una mujer policía china participó a su manera al realizar las tareas de socorro, nutrió al seno a 8 bebés recién salvados y de mamás rescatadas. Informó el domingo el diario de la metrópoli del Oeste.

Según el diario con base en Chengdu, esta policía de 29 años, que acaba de tener un niño, habita en la ciudad de Jiangyou.

Jiang Xiaojuan a alimentado a tres bebés de mujeres refugiadas. Estas últimas estaban con traumatismos y no podían amamantarlos y sus bebés se negaban a recibir leche en polvo.

Pero ella también amamantó a cinco bebés que recientemente fueron salvados y confiados a orfelinatos que no disponían de leche en polvo.

El diario de la metrópoli del Oeste cuenta esta historia en una página especial intitulada “héroe”.

viernes, 16 de mayo de 2008

La hora siguiente al nacimiento: no "despierten" a la madre

La hora siguiente al nacimiento: no “despierten” a la madre
Por Michel Odent


La hora siguiente al nacimiento es, sin duda, una de las fases más críticas en la vida de los seres humanos. No es por casualidad que todos los grupos humanos han molestado de forma rutinaria los procesos fisiológicos durante este corto período de tiempo a través de rituales y creencias. Nuestros entornos culturales están determinados en gran medida desde el principio de la interacción madre-recién nacido.

La primera hora siguiente al nacimiento puede ser vista desde multitud de perspectivas complementarias. Mi objetivo es catalogar doce perspectivas para demostrar la dimensión real de este tema tan complejo.


Perspectiva 1: Necesidad repentina de respirar


No necesitamos desarrollar esta perspectiva extensamente documentada. Se sabe muy bien que durante la primera hora después del nacimiento el bebé ha de utilizar sus pulmones de forma repentina. Esto implica, en particular, que el corazón debe bombear urgentemente la sangre para la circulación pulmonar. La condición es que las circulaciones pulmonar y sistémica se separen a través del cierre de las conexiones que hay entre ellas (ductus arteriosus y foramen oval).


Perspectiva 2 : Efectos conductuales de las hormonas

La información disponible es tan reciente que necesitamos desarrollar este aspecto. Hoy en día estamos en disposición de explicar que todas las hormonas liberadas por la madre y el feto durante la primera y la segunda fase del parto aún no se eliminan en la hora siguiente al parto. Todas ellas juegan un papel específico en la interacción madre-recién nacido. Hasta hace poco ni siquiera se sospechaban los efectos conductuales de estas hormonas. La hormona clave implicada en la fisiología del parto es sin duda la oxitocina. Sus efectos mecánicos son conocidos desde hace mucho tiempo (efectos en las contracciones uterinas para el nacimiento del bebé y la expulsión de la placenta, en las contracciones de las células mio-epiteliales del pecho para el reflejo de expulsión de la leche).
Prange y Pedersen demostraron los efectos conductuales de la oxitocina por primera vez en 1979 a través de experimentos con ratones: una inyección de oxitocina directamente en el cerebro de las hembras vírgenes inducía una conducta maternal. Este experimento sentó la base para una nueva generación de estudios. Los resultados de cientos de ellos se pueden resumir en una o dos frases: la oxitocina es la hormona típica del altruismo, y está presente en cualquiera de las facetas del amor que se quieran contemplar. Esta información resulta ser muy importante cuando uno sabe que, según los estudios suecos, es justo después del nacimiento del bebé y antes de la expulsión de la placenta cuando las mujeres tiene la capacidad de llegar a los niveles máximos de oxitocina. Igual que en cualquier otra circunstancia (por ejemplo, relaciones sexuales o lactancia) la liberación de la oxitocina es altamente dependiente de factores ambientales. Es más fácil si el sitio es muy caluroso (para que el nivel de hormonas de la familia de las adrenalinas quede lo más bajo posible). También resulta más fácil si la madre no tiene otra cosa que hacer que mirar a los ojos del bebé y sentir el contacto con su piel sin ninguna distracción.
Nos queda un nuevo campo de investigación: el modo de la liberación de la oxitocina. Para hacer efecto, esta liberación tiene que ser pulsátil: cuanto más alta es la frecuencia, más eficiente es la hormona. La oxitocina no se libera jamás de manera aislada; siempre
forma parte de un equilibrio hormonal complejo. Éste es el motivo por el que el amor tiene tantas facetas. En el caso particular de la hora siguiente al parto, en condiciones fisiológicas, el nivel máximo de oxitocina está asociado con un nivel alto de prolactina, la cual también se conoce bajo el nombre de la hormona de la maternidad. Ésta es la situación más típica de expresar amor a los bebés. La oxitocina y la prolactina se complementan una a la otra. Además, los estrógenos activan los receptores de oxitocina y prolactina. Siempre tenemos que pensar en términos de equilibrio hormonal.
En el mismo año 1979 también se demostró la liberación maternal durante las contracciones y el parto de hormonas parecidas a la morfina. La liberación de estas endorfinas está ahora muy bien documentada. En los primeros años de los 80 nos enteramos de que el bebé también libera sus propias endorfinas durante el proceso del nacimiento, y hoy no hay duda de que durante un cierto tiempo después del parto ambos, madre y bebé, por igual, están impregnados de opiáceos. La propiedad de los opiáceos de inducir estados de dependencia es de sobra conocida, así que resulta fácil prever cómo es el desarrollo del principio de una ´dependenciaª o vinculación.
Incluso hormonas de la familia de las adrenalinas (a menudo consideradas como las hormonas de la agresividad) tienen un papel obvio en la interacción madre y bebé inmediatamente después del parto. Durante las últimas contracciones antes de nacer el bebé, estas hormonas alcanzan su nivel más alto en la madre. Este es el motivo por el cual, en condiciones fisiológicas, en cuanto empieza el reflejo de expulsión fetal, las mujeres tienden a estar erguidas, llenas de energía, con una necesidad repentina de agarrar algo o a alguien. A menudo necesitan beber un vaso de agua, exactamente como un orador lo necesita delante de una gran audiencia. Uno de los efectos de esta liberación de adrenalina es que la madre está alerta cuando el bebé ha nacido. Hay que pensar en los mamíferos en su hábitat natural y se puede entender claramente cuán ventajoso es para la madre tener suficiente energía, y agresividad, para proteger a su bebé recién nacido si hace falta. La agresividad es un aspecto del amor maternal.
También se sabe muy bien que el bebé cuenta con sus propios mecanismos para sobrevivir durante las fuertes contracciones finales del expulsivo y libera sus propias hormonas de la familia de la adrenalina. Un torrente de noradrenalina permite al feto adaptarse a la falta fisiológica de oxígeno específica de esta fase del expulsivo. El efecto visible de esta liberación hormonal es que el bebé está alerta al nacer, con los ojos bien abiertos ylas pupilas dilatadas. Las madres humanas se sienten fascinadas y encantadas con la mirada de sus recién nacidos. Es como si el bebé estuviera dando una señal, y ciertamente parece que este contacto visual humano es un aspecto importante en el comienzo de la relación madre-bebé entre los humanos.
El papel altamente complejo que juegan las hormonas de la familia de la adrenalina-noradrenalina en la interacción madre-bebé no se ha estudiado mucho. Unos pocos experimentos con animales abren el camino para investigaciones más profundas. Los ratones que no tienen el gen responsable de la producción de noradrenalina dejan a sus crías desatendidas, sucias y sin alimentar a no ser que se les inyecte un fármaco productor de noradrenalina cuando dan a luz.
Desde la perspectiva hormonal, parece claramente que la sexualidad vuelve a su punto de partida. En los distintos episodios de nuestra vida sexual se liberan las mismas hormonas y se reproducen guiones similares. Por ejemplo, durante el acto sexual, los dos compañeros, macho y hembra, liberan oxitocina y endorfinas. Es el comienzo de un vínculo afectivo que sigue el mismo patrón que el apego madre-bebé durante la hora después del parto.
Nuestros conocimientos actuales sobre los efectos conductuales de las distintas hormonas implicadas en el proceso del parto nos ayudan a interpretar el concepto de un período sensible introducido por los etólogos. Está claro que todas las hormonas liberadas por la madre y el bebé durante las contracciones y el parto no se eliminan inmediatamente. También es evidente que todas ellas juegan un papel específico en la ulterior interacción madre-bebé.


Perspectiva 3: Perspectiva etológica

Los etólogos son los que observan el comportamiento de los animales y los seres humanos. A menudo estudian un comportamiento en concreto dentro de un número de especies no relacionadas. Ellos fueron los primeros científicos en afirmar que, desde el punto de vista del vínculo entre madre y recién nacido en los pájaros y los mamíferos, hay un período corto pero crucial inmediatamente después del parto que no se va a repetir jamás. Harlow estudió concretamente el proceso de vinculación entre los primates. La importancia del enfoque etológico está surgiendo paulatinamente después del reciente descubrimiento de los efectos conductuales de las hormonas implicadas en el proceso del parto. Un estudio etológico sobre la primera hora después del parto entre los humanos es difícil porque los procesos fisiológicos se interrumpen de manera sistemática. No obstante, sería posible en circunstancias inusuales. Imaginad a una mujer que da a luz en su propio baño mientras su marido está de compras. Está en un sitio muy cálido y bastante oscuro. No se siente observada por nadie. No obstante, a través de una rendija de la puerta, de vez en cuando, se pueden vislumbrar imágenes de la escena. Combinando lo que hemos aprendido de diferentes historias como ésta, podremos describir un comportamiento estereotipado. Primero, la madre mira a su recién nacido que se halla entre sus piernas. Después de un rato, se atreve a tocarlo con las puntas de los dedos. Luego, cada vez se atreve un poco más y quiere coger a su bebé en brazos. En ese momento, la mayoría de las mujeres están fascinadas por los ojos del bebé.


Perspectiva 4: Primera hora y comienzo de la lactancia
Hasta hace muy poco no se consideraba la importancia de la primera hora posterior al nacimiento como el momento en el que se supone que comienza la lactancia. Imagínense a un bebé nacido en casa hace un siglo. El cordón se cortaba en seguida; luego, al bebé se le lavaba, vestía y se le enseñaba a la madre antes de ponerlo en una cuna.
Contaré una anécdota que nos ayude a darnos cuenta de lo reciente de esta perspectiva. En 1977, en Roma, en el congreso sobre Psicosomática, Ginecología y Obstetricia, presenté un documento sobre la expresión temprana del reflejo de succión. Simplemente estaba describiendo las condiciones ideales que permiten al bebé encontrar el pecho durante la primera hora después del parto. Ninguno de los obstetras y pediatras presentes en aquella sesión podían creer que un bebé humano sería capaz de encontrar el pecho, por sí mismo, durante la hora posterior al nacimiento.
Hoy día la mayoría de las comadronas saben que el bebé humano está programado de forma natural para encontrar el pecho por sí mismo en su primera hora de vida. Es más, uno puede entender que en condiciones fisiológicas, cuando el bebé recién nacido está listo para encontrar el pezón, la madre sigue en un equilibrio hormonal especial. Ella está todavía en otro planeta, muy instintiva. Sabe cómo coger a su bebé. En los humanos, la lactancia es básicamente instintiva durante la primera hora posterior al nacimiento. Después hay tiempo para la educación, imitación e incluso técnica.

Perspectiva 5: Primera hora y adaptación metabólica

Mientras el bebé está en el útero, los nutrientes y, en particular, el combustible vital, la glucosa, son suministrados a través del cordón umbilical de forma continua. Inmediatamente después del parto, el bebé se debe adaptar a un suministro discontinuo de alimentos. La extraordinaria capacidad del neonato para responder a los valores bastante bajos de la glucosa ha sido estudiada en profundidad por M. Cornblath en EE.UU. y por Jane Hawdon, Laura Derooy y Suzanne Colson en el Reino Unido (Del útero al mundo, (Suzanne Colson, Miwifery Today, nº 61, pág. 12)

Perspectiva 6: Punto de vista bacteriológico

Al nacer, un bebé está libre de gérmenes. Una hora más tarde, millones de ellos cubren las membranas mucosas del recién nacido. Nacer significa entrar en un mundo de microbios. La cuestión: ¿qué gérmenes van a ser los primeros en colonizar el cuerpo del bebé? Los bacteriólogos saben que los ganadores de la carrera van a ser los gobernantes del territorio. El entorno de gérmenes de la madre ya es familiar y amistoso desde la perspectiva del neonato porque madre y bebé comparten los mismos anticuerpos (IgG). En otras palabras, desde un punto de vista bacteriológico, el recién nacido humano necesita urgentemente estar en contacto con sólo una persona, su madre. Si añadimos que la ingestión temprana del calostro va a ayudar a establecer una flora intestinal ideal, no hay duda de que, bacteriológicamente, la hora posterior al parto es un período crítico con consecuencias para toda la vida. Nuestra flora intestinal se puede presentar como un aspecto de nuestra personalidad que no va a ser fácilmente modificable más tarde en la vida.

Perspectiva 7: Comienzo del proceso de termorregulación

Mientras que en el útero el bebé nunca tuvo la oportunidad de experimentar diferencias de temperatura (exceptuando posibles episodios de fiebre materna), una vez más, los primeros minutos posteriores al parto aparecen como una interrupción de la continuidad. Como los mecanismos de termorregulación no están todavía maduros al nacer, hay razones teóricas para estar preocupados por los casos de hipertermia materna durante el trabajo de parto que inducido por anestesia epidural o baño demasiado caliente. Estas situaciones podrían suponer un peligroso desafío para la termorregulación del bebé al existir diferencias exageradas de temperatura entre los entornos intra- y extrauterinos.

Perspectiva 8: Adaptación a la gravedad

Durante la primera hora se establece una nueva relación con la gravedad. De repente, el nervio vestibular que sirve al equilibrio lleva al cerebro un torrente sin precedentes de impulsos de los canales semicirculares, utrículas y sáculos.

Perspectiva 9: Enfoque etnológico

La etnología se ha consolidado como ciencia a través de publicaciones de bases de datos. Hoy en día todo el material sobre embarazo, nacimiento y los primeros días posteriores al parto se encuentra fácilmente disponible. La mayoría de las culturas alteran el primer contacto entre la madre y el bebé durante la primera hora siguiente al parto. El modo más universal e intrigante de hacerlo es simplemente fomentando la creencia de que el calostro está contaminado o es dañino para el bebé; incluso se piensa que se trata de una sustancia que hay que sacar y desechar. Esta idea requiere el hecho de que, inmediatamente después de nacer, el bebé no debe estar en los brazos de su madre, lo que implica rutinas tales como cortar el cordón umbilical en seguida. El primer contacto entre la madre y el bebé puede ser perturbado a través de otras muchas rutinas, como baño, masaje, envolver en pañales apretados, atar los pies, ´ahumarª al niño, agujerear las orejas de las niñas, abrir las puertas en los países fríos, etc. Necesitaríamos libros enteros para presentar un estudio exhaustivo de las características de un gran número de culturas en relación a cómo desafían el instinto maternal protector durante el sensible período posterior al parto. Sin embargo, después de echar un vistazo rápido a las informaciones que tenemos a nuestra disposición podemos sacar una conclusión sencilla: cuanto mayor sea la necesidad social de agresión y la capacidad para destruir la vida, más intrusivos son los rituales y las creencias sobre el período siguiente al parto. Si perturbar el primer contacto entre la madre y el bebé y promulgar excusas tales como la creencia de que el calostro es malo son prácticas tan universales, esto significa que dichas rutinas han supuesto alguna ventaja evolutiva. Después de tener en cuenta y combinar todas las perspectivas que indican la importancia de la hora posterior al parto, y tras hacer referencia a los rituales y creencias perinatales, estamos en la posición de afirmar que los entornos culturales se forman en gran medida durante la primera hora siguiente al nacimiento. Ahora podemos contemplar la primera hora después del parto en el contexto de nuestras sociedades modernas.

Perspectiva 10: Enfoque obstétrico

Todas estas consideraciones eran necesarias antes de analizar la hora posterior al parto en el contexto de nuestras sociedades modernas, en las que el control cultural de los nacimientos está en manos del control médico.
Analizando la literatura médica, parece que en los círculos obstétricos la pregunta es: ¿Cómo controlas la tal llamada tercera etapa?. Las revistas médicas publican periódicamente estudios aleatorios y controlados comparando los distintos modos de ´controlar” la tercera fase. El único objetivo es evaluar los riesgos de la hemorragia post-parto. Estos estudios están realizados en el contexto de grandes unidades obstétricas.
Todos los protocolos de investigación utilizan una definición negativa del ´control expectanteª (por ejemplo, la no utilización de sustancias uterotónicas y no pinzar el cordón umbilical). Los factores que pueden facilitar positivamente la liberación de la oxitocina no están incluidos en los protocolos médicos. Los resultados de tales pruebas han llevado a la práctica de inyectar rutinariamente sustancias oxitócicas a todas las madres justo en el momento del nacimiento, las cuales bloquean la liberación de las hormonas naturales sin presentar consecuencias. Los efectos de estas rutinas obstétricas se deben considerar en términos de civilización.

Perspectiva 11: Enfoque de las comadronas

Algunas comadronas pueden todavía practicar la auténtica partería, lo que no significa que no sean prisioneras de pautas y protocolos estrictos. Pueden desempeñar su papel de protectoras de los procesos fisiológicos. Inmediatamente después del nacimiento, la preocupación principal de estas matronas es la liberación por parte de la madre de una gran cantidad de oxitocina, porque es necesaria para la expulsión segura de la placenta y porque es la hormona del amor.
Primero se aseguran de que la habitación se encuentre suficientemente caliente. Durante la tercera etapa, las mujeres nunca se quejan de tener demasiado calor. Si están temblando esto significa que el sitio no tiene la temperatura adecuada. En el caso de un parto en casa, la única herramienta importante para preparar de antemano es una estufa portátil que se pueda enchufar en cualquier sitio y a cualquier hora y se pueda utilizar para calentar mantas y toallas. Su otro objetivo es asegurarse de que la madre no esté distraída de ninguna forma mientras está mirando los ojos del bebé y sintiendo el contacto con su piel.
Hay muchas formas de evitar que la madre se distraiga del bebé en esta fase. La madre se puede despistar porque se sienta observada o controlada, porque alguien esté hablando, porque el que atiende el parto quiera cortar el cordón antes de expulsar la placenta, porque el teléfono suene, porque se encienda de repente una luz, etc.
En esta fase, después de un parto en condiciones fisiológicas, la madre está todavía en un estado particular de consciencia, como en otro planeta. Su neocortex está todavía más o menos descansando. La contraseña debería ser: ¡No despierten a la madre!

Perspectiva 12: Matiz político

Tiene sentido y es normal el hecho de que el estudio de la tercera etapa del parto, desde perspectivas no médicas, haga a mucha gente –especialmente a los médicos– sentirse incómoda. Cualquier acercamiento que pudiera conducirnos a reconsiderar nuestras actitudes durante este corto período de tiempo está quebrantando las mismas bases de nuestras culturas.
La investigación puede resultar políticamente incorrecta. Ésta incluye ciertos aspectos de la Investigación sobre Salud Primal, en especial estudios que exploran las consecuencias a largo plazo de cómo nacemos. Los resultados de tan importantes investigaciones sobre temas típicos (criminalidad juvenil, suicidio adolescente, drogadicción, anorexia nerviosa, autismo, etc.) son evitados por la comunidad médica y los medios de comunicación a pesar de su publicación en reconocidas revistas médicas o científicas. La investigación políticamente incorrecta conduce a la epidemiología a un callejón sin salida.

Bibliografía
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-Odent, M.: Colostrum and civilization. The Nature of birth and breastfeeding. Bergin and Garvey. Westport, CT., 1992
-Prendeville, W.; Harding, J.; Elbourne, D. y Stirrat, G.: The Bristol third stage trial: active versus physiological management of the third stage of labour. BMJ, 1988; 297: 1295-300
-Rogers, J.; Wood, J.; McCandish, R. y et al.: Active versus expectant management of third stage of labour: the Hinchingbrooke randomized controlled trial. Lancet, 1998; 351: 693-99
-Odent, M.: Don.t manage the third stage of labour! The Practising midwife, 1998; 1 (9): 31- 33
-Odent, M.: Active versus expectant management of third stage of labour. Lancet, 1998; 351:
1659
-Odent, M.: Between circular and cul-de-sac epidemiology. Lancet, 2000; 355: 1371

sábado, 10 de mayo de 2008

El ultimo Tabú

Les acercamos un texto extraído del libro "Besame Mucho, como criar a tus hijos con amor", del pediatra español Carlos Gonzalez.

EL ÚLTIMO TABÚ
Nuestra sociedad parece muy tolerante porque muchas cosas que hace cien años estaban prohibidas se consideran ahora completamente normales. Pero si nos fijamos mejor, también
hay cosas que hace cien años eran normales y que ahora están prohibidas. Tan completamente prohibidas que hasta nos parece normal que sea así, tan normal como a nuestros bisabuelos les debía parecer su sistema de tabúes y prohibiciones.
Muchos de los antiguos tabúes se referían al sexo; muchos de los actuales se refieren a la relación madre-hijo, para desgracia de los niños y de sus madres. Por ejemplo, la palabra «vicio» se usa ahora en una forma totalmente diferente a como la usaban nuestros abuelos. Casi todo lo que entonces era «vicio» ha dejado ahora de serlo. Beber, fumar o jugar son ahora enfermedades
(alcoholismo, tabaquismo, ludopatía), con lo que el pecador se ha convertido en víctima inocente. La masturbación (el «vicio solitario» que tanto preocupaba a médicos y educadores) se considera normal. La homosexualidad es simplemente un estilo de vida. Hablar de vicio en cualquiera de esos casos se consideraría hoy un grave insulto. Hoy en día, sólo se llama vicio a algunas inocentes actividades de los niños pequeños: «Tiene el vicio de morderse las uñas.» «Llora de vicio.» «Si lo coges en brazos, se va a enviciar.» «Lo que pasa es que está enviciado con el pecho, y por eso no se come la papilla.»
Si todavía tiene dudas sobre cuáles son los verdaderos tabúes de nuestra sociedad, imagine que va a su médico de cabecera y le explica una de las siguientes historias:
1) «Tengo un niño de tres años y vengo a ver si me hace la prueba del sida, porque este verano he tenido relaciones sexuales con varios desconocidos. »
2) «Tengo un niño de tres años y fumo un paquete al día. »
3) «Tengo un niño de tres años; le doy el pecho y duerme en nuestra cama. »
¿En cuál de los tres casos cree que su médico le echaría la bronca? En el primer caso, le dirá «ah, bueno» y le pedirá la prueba del sida sin pestañear; todo lo más le recordará educadamente la conveniencia de usar el preservativo, lo mismo que en el segundo caso le explicará que el tabaco no es bueno para la salud (y si el médico también fuma, no le dirá nada de nada). Nadie la increpará: «¡Pero qué descaro, cómo se atreve, una mujer casada, una madre de familia!»
¿Y en el tercer caso? Conozco una historia real. Cuando la psicóloga de la guardería se enteró de que Maribel estaba dando el pecho a su hijo de dieciséis meses, la citó para explicarle que si no lo destetaba inmediatamente su hijo sería homosexual (uno no sabe si asombrarse más de los prejuicios contra la lactancia o de los prejuicios contra la homosexualidad).
Como Maribel persistió en su «peligrosa» actitud, la psicóloga llamó a su casa para hablar directamente con su marido y advertirle del daño que su esposa estaba haciendo al hijo de ambos.
Nuestra sociedad, tan comprensiva en otros aspectos, lo es muy poco con los niños y con las madres. Estos modernos tabúes podrían clasificarse en tres grandes grupos:
— Relacionados con el llanto: está prohibido hacer caso de los niños que lloran, tomarlos en brazos, darles lo que piden.
— Relacionados con el sueño: está prohibido dormir a los niños en brazos o dándoles pecho, cantarles o mecerles para que duerman, dormir con ellos.
— Relacionados con la lactancia materna: está prohibido dar el pecho en cualquier momento o en cualquier lugar; o a un niño «demasiado» grande.
Casi todos ellos tienen una cosa en común: prohiben el contacto físico entre madre e hijo. Por el contrario, gozan de gran predicamento todas aquellas actividades que tiendan a disminuir dicho
contacto físico y a aumentar la distancia entre madre e hijo:
— Dejarlo solo en su propia habitación.
— Llevarlo en un cochecito o en uno de esos incomodísimos capazos de plástico.
—Llevarlo a la guardería lo antes posible, o dejarlo con la abuela o mejor con la canguro (¡las abuelas los «malcrían»!).
—Enviarlo de colonias y campamentos lo antes posible durante el mayor tiempo posible.
—Tener «espacios de intimidad» para los padres, salir sin niños, hacer «vida de pareja».
Aunque algunos intentan justificar estas recomendaciones diciendo que es «para que la madre descanse», lo cierto es que nunca te prohiben nada cansado. Nadie te dice: «No friegues tanto, que se malacostumbra a tener la casa limpia», o «Irá a la mili y tendrás que ir tú detrás para lavarle la ropa». En realidad, lo prohibido suele ser la parte más agradable de la maternidad: dormirle en tus brazos, cantarle, disfrutar con él.
Tal vez por eso, criar a los hijos se hace tan cuesta arriba para algunas madres. Hay menos trabajo que antes (agua corriente, lavadora automática, pañales desechables... ), pero también hay menos compensaciones. En una situación normal, cuando la madre disfruta de la libertad de cuidar a su hijo como cree conveniente, el bebé llora poco, y cuando lo hace su madre siente pena y compasión («Pobrecito, qué le pasará»). Pero cuando te han prohibido cogerlo en brazos, dormir con él, darle el pecho o consolarlo, el niño llora más, y la madre vive ese llanto con impotencia, y a la larga con rabia y hostilidad («¡Y ahora qué tripa se le ha roto!»).
Todos estos tabúes y prejuicios hacen llorar a los niños, pero tampoco hacen felices a los padres. ¿A quién satisfacen, entonces?
¿Tal vez a algunos pediatras, psicólogos, educadores y vecinos que los propugnan? Ellos no tienen derecho a darle órdenes, a decirle cómo ha de vivir su vida y tratar a su hijo.
Demasiadas familias han sacrificado su propia felicidad y la de sus hijos en el altar de unos prejuicios sin fundamento.

martes, 6 de mayo de 2008

Video Tributo a la lactancia materna

Esta vez les acerco un video que hizo Lola, compañera de ACC, con fotos que enviamos las foreras.
Cada vez que lo veo me emociono como si fuera la primera vez.
Joaqui y yo estamos en unas cuatro fotos.
Esperamos que lo disfruten!!

lunes, 5 de mayo de 2008

Laura Novoa en Para Ti Mamá de Abril




"Un parto es tocar el cielo con las manos"



Más que renovada, Laura vuelve a la tele para ser una de las protagonistas de "Mujeres de nadie". Cuenta con el ok de Mora, su hija mayor, y se las ingenia para seguir amamantando a Franco, de un año y medio. Entre escena y escena, compartimos su interesante filosofía de parto e indagamos en la maternidad un poco más. _______________________________________________________
Como buena actriz, Laura le pone pasión a todo lo que hace. Nada queda a medias, ni pareciera serle indiferente. Sus actos y dichos tienen un porqué. Bien lo debe saber su marido, el guionista Mario Segade... Tiene todo bajo control, o al menos eso intenta. Da indicaciones cuando la maquillan y acomoda sus horarios con meticulosidad; pero al mismo tiempo, es generosa con su tiempo y no escatima sonrisas. Cuando ensaya una escena se concentra y acata las órdenes de sus directores, claro que después de haberlas comprendido. Nada es porque sí. Su personaje mira de tal manera y en determinado momento, después de que ella coincidió en que tenía que hacerlo así. Así la encontramos en los estudios de Pol-ka, donde se graba "Mujeres de nadie", la telenovela que la tiene como una de las protagonistas.



-¿Como arrancaste la tira?, ¿te costó dejar a los chicos?



-Estoy loca. Durante el primer año de Franco sentí la necesidad de estar con él, y con Mora, que empezaba primer grado. En medio hice "Mujeres Asesinas", con el bebé chiquito. El productor se reía y siempre se va a acordar de mí porque me armaba un "plan teta" (N. de R.: plan de grabación) para que pudiera amamantar a Franco entre escena y escena. ¡No puedo creer que haya mamás que tengan sólo cuarenta y cinco días con sus hijos! Es increíble. Yo podía ir con el gordo a todos lados y así amantarlo. Todavía le doy la teta.



-¿Por qué darle tanto de mamar?



-No lo hago por una cuestión nutricional. Es porque quiero. Franco ya come bife y todo. Tiene que ver con algo en lo que creo. Para mí, la lactancia es fundamental. Es crear un círculo entre ambos. Dejar la teta es algo que tiene que salir de él. Por eso yo estoy para él, a su servicio.



-¿Cómo se tomó Mora la novedad?



-Y.. la verdad es que la primera reacción no fue de lo mejor. No estaba de lo más contenta. En realidad ella sabía que a la larga iba a ser bueno, pero en ese momento sentía que la estaban destronando. Entre los dos hay una diferencia de edad considerable. Me planteó algo así como un "qué me hiciste". Costó. Pero ayudó el hecho de que yo me haya tomado ese primer año de Franco para estar con los dos. Era importante que estuviera en casa. Que cuando llegaba del cole yo pudiese estar con ella y no sólo con Franco. Por ejemplo, en diciembre, filmé una película y me tuve que ir sola con el bebé, ella no fue y nos costó separarnos. Me preguntaba: "¿Porqué el bebé sí y yo no?". Es una gran diferencia tener dos hijos en lugar de uno.



-¿Se complica más la cosa?



-Sí, se re complica. No es real la imagen de la mamá moderna que está divina, con el pelo perfecto, maquillada y que trabaja. No es así. Tenés que ponerle muchas pilas para estar bien. Todas tenemos días en los que estamos agotadas, con las raíces sin teñir, etc. Pero yo siento que es mi momento de trabajar. Es una etapa de la vida. Y cada uno de los momentos por los que pasan los chicos tienen que ser disfrutados. Yo charlo con mamás que tienen hijos adolescentes que no les dan bolilla, que las pelean… Veo que lo que me toca es lindo. Es agotador, quizás. Hay noches si dormir que son difíciles, como cuando tenés que darle teta a cada rato.... Es un momento físicamente agotador. Pero maravilloso desde el punto de vida afectivo. Se complica si uno quiere ir en contra de la marea: te podes relajar y darte cuenta de que te lo podés llevar a la cama, y así despertarte menos. Y sí, hacer colecho. No se va a aplastar, ni le va a pasar nada. Hay cosas que socialmente se dicen que no tienen nada que ver con lo natural. Es mucho con lo que hay que cortar... A mí me gusta tenerlo cerca. Por eso uso mucho las QUEPINAS. Fue "el" descubrimiento de este embarazo.



-¿Con Mora las cosas no fueron así?



-No, con Morita no. Recién con Franco descubrí esto de ir a lo natural. Con las QUEPINAS tenés a tu bebé encima. Si quiero ir a tomar un cafecito, voy con él colgado y se duerme una siesta. Puedo hacer lo que quiero: caminar, comer. Con bebés, es complicado algo que parece tan simple como comer o ir al baño. Es como la Ley de Murphy: te sentaste a comer y empieza a llorar. Teniéndolo en las QUEPINAS puedo tener las manos libres para hacer lo que sea, y él está prendido a mi teta.




-¿Cuando hiciste este click?


-Con Morita había tenido un buen parto, con un obstetra maravilloso, el Dr. Ricardo Savranski, a quien adoro: trajo a mis dos hijos al mundo. Pero sentí que había cosas que me había perdido. Esto tenía que ver con lo que descubrí después gracias a Jakie Sieler, una bioenergetista de Fundación Creavida. Ella trabajó junto a mi obstetra durante mi embarazo y el parto. Me ayudó a descubrir otra calidad de maternidad, y de encuentro. Cuando nació Mora sentí que me quedé sola después del parto. Estaba en una camilla, en un pasillo, y había pasado el momento más importante de mi vida.


-¿Qué sentís con respecto a los partos?


-Un parto es tocar el cielo con las manos. Seas creyente o no. Es algo religioso y profundo: lo más importante que te pasa en la vida. La humanización del parto tiene que ver con la calidad del contacto con el bebé. Se cree que sólo puede ser en una casa (tipo hippie) o en un sanatorio, con todas las rutinas que esto implica. Hay mujeres que queremos algo intermedio...
-¿Qué querías?-No quería tenerlo en un sanatorio con peridural, que lo pesen, midan y estudien. Quería tenerlo en el pecho, sentirlo, que hubiera luz tenue, música. Deseaba otras cosas para ese momento. No ir como una vaca al matadero. Hay un montón de cosas que son preciosas y que para mí fueron fundamentales. Me cambió, la maternidad. Hice trabajos en la panza durante el embarazo. Y si bien lo tuve en la Clínica y Maternidad Suizo Argentina, pude pactar un montón de cosas. Mi obstetra me permitió, por ejemplo, que estuviese Jakie, mi doula.


-¿Qué función cumple la doula?

-Te ayuda a hacerte preguntas y a contestártelas. Nos contuvo a mí y a mi marido. Me ayudó a encontrar las respuestas que tenía adentro. Fue escuchar mi voz interna, que siempre está. La doula no te dice qué está bien y qué está mal, sino que te ayuda a darte cuenta de qué está bien y qué está mal para vos. A ir a lo natural. Así aprovechamos las primeras 24 horas de Franco, que son fundamentales en cualquier bebé. Los bebés no tienen que separarse de su mamá, tienen que estar piel a piel, sin tanta ropa.

-¿Pudiste estar despierta en la cesárea de Franco?

-Sí. Cuando supe que sería una cesárea (porque estaba sentado) lloré durante toda una semana. Pero mi doula me sugirió que tratáramos de hacer de todas maneras del parto una fiesta, aunque no fuese la fiesta que pensábamos. Fue uno de los momentos más maravillosos de mi vida (se emociona y se le llenan los ojos de lágrimas). Fue increíble.

-¿Te lo dieron rápido?

-Sí. Nació y estuvo como veinte minutos en mi pecho. Escuchamos música acorde. Sentí que todos en el lugar estábamos en la misma sintonía. Para mí era un momento re importante. Me sentía perfecta. Comprobé un montón de cosas: más que nada, que todo lo que había trabajado durante el embarazo me servía. Despertar a la vida es muy importante. Cuando nació y lo tuve en mi pecho le dije que lo iba a amar y cuidar toda la vida. Después mi marido se lo llevó, y fue él quien lo bañó. Es importante pelear por un espacio más natural para el parto.

-Tengo entendido que no recibiste visitas en el sanatorio…

-No. Ese es un tema que define los tres primeros días de tu bebé. Con Morita vino todo el mundo a vernos. No sólo mamá y papá, también vinieron el tío, el primo, cuñados de cuñados, etc. La gorda estaba re tranquila mientras nos visitaban; es que sobre el estrés los bebés se cierran... Pero a la noche, ¡agarrate! Por eso, con Franco decidimos mandar un e-mail general diciendo que había nacido, que estaba bien, que había pesado tanto, y que no íbamos a recibir visitas en el sanatorio. Que queríamos estar solos los tres.. y con Morita, claro. ¡Es que son sus primeras horas de vida! Y uno también necesita dormir. Está todo bien con la familia, pero cuando estás en el sanatorio no es el momento. En cambio, al mes siguiente, cuando ya está todo más acomodado, probablemente sí está bueno que te visiten… que vengan a verte… vas a necesitar prestarles el bebé un ratito.

-¿Vas a tener más?

-No. La verdad que no. Es que no la paso nada bien durante el embarazo. Tengo una enfermedad horrible que se llama hiperemesis gravídica. Vomito durante los nueve meses. Si no fuera tan complicado, tendría muchos hijos. Por mí tendría veinte hijos, para tener veinte partos.

sábado, 3 de mayo de 2008

A las madres que amamantamos...


Santolaria enero-05

A las madres que amamantamos más allá de 5 ó 6 meses se nos acusa con frecuencia:
- de ser nosotras las que tenemos la necesidad de hacerlo y no tanto nuestros hijos los que lo necesitan
- de no dejarles “crecer”
- de que nunca serán autónomos
- de viciarlos y que no quieran más que teta
- de no permitir su individualización
- de que no duermen bien por el vicio de la teta
- de que no les educamos ya que no les frustramos y se convierten en tiranos
- de futuros problemas de personalidad
- de futuros problemas de orientación sexual
- de futuros problemas de aprendizaje: si tardan en hablar, en andar, en escribir….todo es por la teta
- de distintos y diversos males, a saber:
o si comen poco de otros alimentos: “claro con tanta teta”
o si son menuditos y están en un percentil bajo: “si solo toma teta como va a crecer”
o si son gorditos: “le das demasiada teta”
o si se resfrían o enferman: o “tu se lo has contagiado” o no se porque pero también será culpa de la teta
o que si diversas carencias nunca demostradas: carencia de hierro, de vitaminas……

Así, una madre que amamanta responde:

- Hay una amplia y conocida bibliografía avalada por instituciones y asociaciones de prestigio (UNICEF, OMS, Asociación española de Pediatría……) que DA CUENTA DE LOS ENORMES BENEFICIOS DE LA LACTANCIA MATERNA a todos los niveles. Y es algo que nadie discute.
Para quien le interese es fácilmente localizable, hoy en día con Internet no hay excusa.

- ¿Necesidad materna?

Necesidad, necesidad ….. no se si tenemos… pero la verdad es que da mucho gusto, es un gran placer y disfrute. Entendemos pues la desazón que puede desatar en las personas que no han podido ser amamantadas o no han podido amamantar. Es un placer sentir que con tu cuerpo proporcionas el mejor alimento físico y emocional a tu hijo/a, da gusto recuperar o encontrar la ternura, la suspensión del tiempo que se produce cuando estás en el cuerpo a cuerpo… Pruébenlo, no se arrepentirán.

- ¿Necesidad del bebé?

Y los bebés son mamíferos (como nosotros) pero ellos por edad están más cerca de lo biológico que de lo cultural, así que sí, ellos necesitan ser amamantados. Uno de los reflejos más potentes al nacer es el de succión, les va la vida en ello.

- ¿No les dejamos crecer?

Más bien respetamos sus ritmos de crecimiento, no pretendemos acelerarlos. Creo que les dejamos y permitimos, precisamente por acompañarles en su crecimiento según sus necesidades y por darles contacto y satisfacción de la necesidad de dependencia. Porque los bebes son dependientes y necesitan satisfacer esa dependencia. Cuando van creciendo y adquiriendo capacidades crecientes somos las primeras en disfrutar de esas sus crecientes capacidades… PERO SEGUIMOS DISPUESTAS AL CUERPO A CUERPO CUANDO LO NECESITEN… El ciclo "exploración del ambiente-recuperar fuerzas en los brazos, el pecho de mama" es lo normal…. La base segura que es la relación estrecha con la madre sirve entre otras cosas para “tener la energía” necesaria para seguir explorando y creciendo.

- ¿Nunca serán autónomos?

Sostenemos que para ser autónomos se precisa: 1) del desarrollo de capacidades y habilidades, las cuales obviamente el bebé pequeño no tiene y;2) que las necesidades iniciales del bebé (de contacto, de dar respuesta con prontitud a sus demandas) sean bien satisfechas. Por tanto los niños serán autónomos cuando por edad puedan serlo y si las necesidades y dependencia inicial ha sido bien satisfecha.

- ¿Viciarlos, solo teta?

La mayoría de niños amamantados pasan por fases en que parece que efectivamente sólo quieren teta, pero son fases que suelen coincidir con tensiones en su vida (guardería, hermano…cambio domicilio…) o tensiones en la madre o en la familia o pequeños problemas de salud física. Simplemente el tiempo y la paciencia lo solucionan. Del vicio para que hablar, ¿que proyecta quien piensa que un bebe puede ser vicioso? La verdad es que amamantar a veces es cansado pero también es un chollo porque no solo alivia las tensiones, irritabilidades del niño sino también de la madre.

- ¿No permitimos su individualización?

El impulso hacia arriba, hacia el crecimiento está presente en todo ser humano. Pero lo contrario, el permanecer en la simbiosis es una tentación. No creo que las madres que no amamantan se libren de esa tentación de considerar a sus hijos como parte de si mismas, con la diferencia de que las madres que amamantan han sentido más intensamente la simbiosis y quizá por eso mismo están más dispuestas a permitir la separación (ya que en cada encuentro se rememora la
fusión). Creo que es un conflicto al margen del amamantamiento.

- ¿No duermen bien por el vicio de la teta?
Los niños duermen como saben y es normal en ellos, con interrupciones o sea despertares más o menos frecuentes. ¿Que los de la teta se despiertan más? Pues a lo mejor algunos si, pero también vuelven a coger el sueño rápidamente… Y qué hay de los que también se despiertan (casi todos los bebes y niños pequeños lo hacen) y no está el pecho para calmarlos. Además ¿estamos dispuestas a destetar para ver si por casualidad duermen más? Creo que no. Llegado su momento duermen solos y de tirón.

- ¿No les educamos y se convierten en tiranos?

Creemos que no hay ninguna necesidad de frustrar con el afecto.
Creemos que la realidad en si misma ya conlleva frustración porque la realidad impone que no podamos tener todo aquello que deseamos y ni los bebes ni los niños se libran de la realidad. Pero pensamos que como adultos ahí estamos para no añadir más tensión ni frustración innecesaria y para acompañar, aliviar el posible desahogo de la tensión generada por la frustración, que no es mala en si y que si es necesario aprender a tolerarla. Añadimos que más riesgos de convertirse en tiranos tienen aquellos niños a quienes no habiendo satisfecho su necesidad de contacto se les “inunda” equivocadamente con objetos (juguetes, chucherías, TV...) en un intento de “acallar” la demanda de tiempo, afecto, contacto… y se desvía así la necesidad original. En resumen, frustrar con objetos si, frustrar con afecto no.

- ¿Futuros problemas de personalidad?

Desconozco si hay estudios recientes en condiciones pero los ya clásicos de Spitz, Bolwby de lo que hablan es de que es precisamente la carencia afectiva, la falta de contacto continuo, íntimo con la madre la que causa graves problemas de personalidad. Pero basta la reflexión para que no nos sea extraño pensar que adolescentes aquejados del mal del consumo (de lo que sea: drogas, alcohol, ocio, objetos…) ¿no son precisamente aquellos que de bebés fueron obligados a ser autónomos demasiado pronto y que para llenar ese vacío afectivo no han recibido sino objetos en lugar de afecto?

- ¿Futuros problemas de orientación sexual?

Solo habría que consultar los datos de homosexualidad de hace unos pocos años cuando era más común amamantar y la lactancia se prolongaba habitualmente hasta los dos o tres años como algo normal. Los datos sobre la orientación sexual hablan de que la frecuencia se mantiene a través del tiempo y las culturas independientemente del amamantamiento y de cualquier otro factor. Lo que si parece razonable esperar es que los bebes que han sido abrazados, acariciados, amamantados; es decir, que han recibido contacto físico, de mayores tienen más probabilidades de disfrutar del contacto afectivo con los demás, ya sea pareja, hijos, etc.

- ¿Futuros problemas de aprendizaje?

Hay estudios que por el contrario hablan de los beneficios a nivel cognitivo tanto por los nutrientes de la leche materna (¿que es lo último que añaden a la leche artificial?¿los omega-3?, pues ha habido toneladas de leche artificial que ha carecido de dichos ácidos grasos tan importantes ¿Qué descubrirán el próximo año?) como por el contacto e interacción que proporciona la situación de amamantamiento.


En fin, que las madres que amamantamos pedimos respeto y que nos dejen disfrutar.

Ana González Uriarte
Psiquiatra

viernes, 2 de mayo de 2008

El nacimiento de nuestro “ser madre”


Hemos pasado la infancia practicando con nuestras muñecas a mecer a los bebés, calmarlos, vestirlos, desvestirlos, retarlos y dormirlos. Sin embargo, cuando el bebé real irrumpe en nuestra vida adulta, nos sorprendemos al constatar que hay pocos puntos en común entre el bebé soñado y ese monstruito que llora en los momentos menos oportunos. Y que no es verdad que los bebés sólo comen y duermen, sino que hemos quedado prisioneras de un ser voraz, necesitado al extremo, malhumorado y demandante.

Posiblemente la sorpresa tenga que ver con el desconocimiento con el que las mujeres llegamos a la maternidad respecto al fenómeno de la “fusión emocional”. Para abordarlo, es menester darnos cuenta que la realidad no sólo está constituida por elementos visibles, concretos y palpables. Sino que también existen los mundos sutiles, los campos emocionales, perceptivos, intuitivos o espirituales. Aunque invisibles, suelen manejar los hilos de nuestra vida consciente.

En el caso de la díada mamá-bebé, es conveniente enterarse que ambos pertenecemos al mismo territorio emocional -como dos gotas dentro del océano- y que esta unión sin límites precisos perdurará en el tiempo, aunque nuestros cuerpos hayan sido separados a partir del parto y nacimiento de la cría.

“Fusión emocional” entre mamá y bebé, significa que sentimos lo mismo, percibimos lo mismo, independientemente de “dónde se origine” la sensación, ni si el sentimiento pertenece al presente, pasado o futuro, ya que en el mundo emocional no importan ese tipo de fronteras. De hecho, las mamás “sentimos como un bebé” cuando no toleramos un sonido demasiado fuerte, cuando nos angustiamos si hay demasiada gente alrededor o cuando nuestros pechos se llenan segundos antes de que el bebé se despierte. Del mismo modo, el bebé “siente como su mamá” cuando expresa a través del llanto o de diversas enfermedades, un sinnúmero de situaciones emocionales tales como: angustia por sentirnos exigidas por el varón, dificultades económicas, obligaciones que no podemos cumplir, la ausencia o lejanía de la propia madre, o pérdidas afectivas, por ejemplo.

Pero lo más impactante es darnos cuenta que dentro de la “fusión emocional” el niño vive como propias las experiencias de nuestra propia infancia que se actualizan y plasman en su cuerpo. Sobre todo aquellas vivencias que ya “no recordamos”, que han pasado “a la sombra”. Pues bien, la verdadera dificultad del devenir madre, no tiene que ver con ocuparse correctamente del bebé, sino con el dolor que supone confrontar ahora con las penas que no hemos podido asumir cuando éramos niñas. Devenir adultas de verdad, es darnos cuenta que hoy en día contamos con mayores recursos emocionales para hacernos cargo de nuestra historia y de las elecciones que hemos llevado a cabo.

Concretamente, las madres podemos hacer la prueba -cuando no logramos calmar al bebé ofreciéndole el pecho, ni meciéndolo, ni hablándole ni sacándolo a pasear- recordando alguna situación dolorosa o no resuelta de nuestra infancia, relativa al vínculo con nuestros padres. Si hemos podido traer a la conciencia alguna vivencia significativa, entonces intentemos relatarle al niño con palabras sencillas aquel dolor, aquel sufrimiento o rabia o vergüenza que aún vibra en nuestro interior. O bien, expliquémosle al niño la dificultad o el desacuerdo que tenemos actualmente con nuestra pareja, o la preocupación por la falta de trabajo, o el hartazgo por los malos entendidos con la vecina, o incluso la angustia sorda por esa amiga que emigró. Constataremos que el niño, que dentro de la “fusión emocional” vive como propias todas nuestras sensaciones -incluso las que no reconocemos como tales- se calmará. Porque sabrá de qué se trata.

Pero mucho más valioso aún resulta darnos cuenta qué importancia puede tener para cada una de nosotras reconocer ciertos sentimientos que hemos descartado por considerarlos antiguos, obsoletos o poco valiosos. De este modo, con la ayuda de nuestros hijos -que son espejos del alma materna- podremos reconocernos tal cual somos, y colocar en un lugar superlativo las cuentas que tenemos pendientes con nosotras mismas. Nuestros bebés lloran nuestras penas, vomitan nuestros hartazgos, se brotan de nuestras intoxicaciones emocionales y se enferman de nuestras incapacidades de mirarnos con honestidad.

Esto no significa que tenemos que tener nuestra vida resuelta, ni que seamos “culpables” de lo que les acontece a los niños. Al contrario. Es una oportunidad que las mujeres adquirimos a través del acto de maternar, para conectarnos con nuestro riquísimo mundo emocional, comprendernos y respetarnos. La expresión que el niño asume de nuestros deseos y fantasías relegadas, nos obliga a hacernos preguntas existenciales, íntimas, genuinas y profundamente femeninas.

En definitiva, no devenimos madres necesariamente cuando parimos al niño, sino en el transcurso de algún instante de desesperación, locura y soledad en medio de la noche con nuestro hijo en brazos. Cuando la lógica y la razón no nos sirven, cuando nos sentimos transportadas a un tiempo sin tiempo, cuando el cansancio es infinito y sólo nos resta entregarnos a ese niño que expresa nuestro yo profundo y no logramos acallar, entonces nuestra madre interior ha nacido.

Laura Gutman
Extraído de www.crianza.com.ar

jueves, 1 de mayo de 2008

Dos reportajes a Michel Odent


REPORTAJE AL DR. MICHEL ODENT (CLARIN)

El parto industrializado ya está generando distintas catástrofes

El creador del parto acuático llega hoy a Buenos Aires para presentar su libro "El granjero y el obstetra". Allí expone su teoría sobre la correlación entre el nacimiento y algunos problemas graves como la delincuencia o el autismo.

SAN PABLO. ESPECIAL

En los años 60 y 70, cuando la juventud imponía la consigna "hacer el amor, no la guerra", un médico del hospital de Pithiviers (una ciudad de Francia) desarrolló la idea del parto bajo el agua. Se basaba en un principio que no abandonó desde entonces: la estrategia de supervivencia de la especie dependerá, en buena medida, de cómo ocurra el nacimiento. Ayer, en un encuentro con Clarín en San Pablo, aquel joven médico de hace 30 años, Michel Odent, hilvanó todas las consecuencias de este concepto original: "El análisis científico de la capacidad de amar, al otro y a uno mismo, revela que ésta se construye a partir del comienzo de la vida; en particular, durante el parto". Hoy llegará a Buenos Aires para presentar su último libro, "El granjero y el obstetra", donde expone nuevos planteos. Se trata del "estudio de fenómenos que se desarrollaron en forma simultánea y paralela durante el siglo XX: la industrialización de la agricultura y la industrialización del parto". Sostiene que la agricultura se "industrializó" rápidamente y provocó catástrofes: el mal de la vaca loca y la fiebre aftosa, por ejemplo. En el parto, en cambio, la "industrialización" fue menos rápida; "pero también generó catástrofes, que están entre nosotros aunque no las veamos".

—¿Cuáles son esas catástrofes?

—Para explicarlas utilizo la expresión "alteraciones de la capacidad de amar". De acuerdo con investigaciones estadísticas hay una correlación entre cómo transcurrió el parto y la delincuencia juvenil. El nacimiento aparece como factor de riesgo a tener en cuenta en la posterior violencia juvenil. Otro caso es el autismo. En Japón, un estudio demostró que un conjunto de bebés que fueron alumbrados mediante medicamentos y con una semana de antelación corrían más riesgo de volverse autistas. Esta fue una conclusión a la que llegó, también, el premio Nóbel en etología Nico Tinbergen. El suicidio en la adolescencia y la anorexia nerviosa son otros tantos ejemplos.

—¿Cómo se probó que la relación entre el parto y la anorexia nerviosa?

—Fue una investigación realizada en Suecia, entre 1973 y 1984. Se contaba con una base de datos de todas las mujeres nacidas en ese período. Más tarde se dispuso de las historias clínicas y se contó con el diagnóstico de la cantidad de adolescentes que habían sufrido de anorexia nerviosa. Entre los factores de riesgo, uno fundamental fue el parto.

—¿Por qué hay tantos riesgos causados por el parto?
—Hoy es fácil, mediante el lenguaje de los fisiólogos, explicar qué pasa durante el período en que ocurre el nacimiento. Para que un bebé salga al mundo, su madre debe liberar un cóctel de hormonas. Por ejemplo, occitocina, endorfinas, prolactina, etc. Estas hormonas producen un cambio de estado anímico en la madre: ésta da la impresión de ignorar al mundo, como si estuviera en otro planeta. Este cambio en la conciencia obedece a una reducción de la actividad del néocortex (el cerebro del intelecto) y es el hecho más importante del parto. Durante el nacimiento, la parte más activa del cuerpo maternal es la parte más antigua del cerebro: ese conjunto de estructuras primarias como el hipotálamo y la hipófisis, que funcionan como glándulas secretoras de hormonas. Cuando algo perturba a la madre, es decir, cuando de alguna forma se estimula el neocortex, el cerebro del intelecto libera adrenalina que inhibirá el parto. De esto se deducen consecuencias prácticas: durante el alumbramiento la mujer debe protegerse contra todo estímulo que provoque inhibiciones. Esto se refiere tanto a la intimidad como a la seguridad de la madre. Hoy se sabe que hay una correlación entre la falta de esas condiciones y el incremento de las cesáreas. En todo el mundo, las mujeres han adoptado estrategias similares de protección, buscada a través de la madre, la abuela o una partera, que simboliza la figura materna.

—¿Desaconseja la presencia del padre durante el nacimiento?

—Cuando se introduce al padre durante el parto hay que ser prudente. En algunos casos, el padre puede representar un estímulo en el neocortex, que produce adrenalina y perturba el parto. Y esto explicaría que en algunos países donde se fomenta su presencia haya habido un aumento de las cesáreas.

—¿Y cuál es el problema de alumbrar un bebé mediante cesárea?

—El problema es la correlación demostrada entre procesos interrumpidos y la violencia juvenil.

—¿Cómo se ha evolucionado desde los tiempos en que usted comenzó a trabajar el tema (fines de los años 60 y principios de los 70)?
—En los años 60 y 70 prevaleció la perspectiva política para cambiar la sociedad. Lo que hemos comprendido ahora es que primero se precisa cambiar al ser humano. En los años 60 y 70 se decía que hacía falta amarse. Pero lo que hoy es absolutamente nuevo es el conocimiento de cómo se desarrolla la capacidad de amar. De cómo hagamos la pregunta sobre este asunto, serán las respuestas que nos pueda dar la ciencia moderna. Preguntarse cómo se desarrolla la capacidad de amar precede a la perspectiva política.

—¿Cómo influye el estrés en el embarazo y durante el parto?

—Quisiera hacer una distinción: el estrés es indispensable para la vida. Por otro lado, el nacimiento implica un estrés para el niño y para la madre. De lo que se trata es de evitar el estrés innecesario que altere la naturaleza del parto.

Al final de la entrevista con Clarín, Michel Odent contó que en la Argentina abordará, precisamente, todo lo que tiene que ver con la "humanización" del nacimiento. Ofrecerá conferencias en hospitales, en el Ministerio de Salud y en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. El seminario que ofrecerá se titula, no por casualidad, "El parto en un cruce de caminos. Necesidades, sueños y realidades del nacimiento hoy".

El nacimiento en el agua

Conocido como el creador del Parto Acuático, el doctor Michel Odent rescató para la actual cultura medicalizada una antigua y artesanal forma de nacer. Aunque no hay registros escritos, tanto los cretenses como los indios Chumash, de la costa central de California, Estados Unidos, empleaban este tipo de técnica. El primer registro de un parto en el agua data de 1803, en Francia, cuando tras un trabajo de parto de 48 horas, una mujer se calmó pariendo a su bebé en el agua.Lo que descubrió este obstetra en los años 70 es que cuando las contracciones se vuelven más dolorosas y menos eficaces, el agua caliente proporciona alivio. Especialmente para las mujeres cuya dilatación no avanza más de 5 centímetros.Odent —un médico que conoce perfectamente los beneficios y los perjuicios de la tecnología aplicada a la salud— es, además, el obstetra que introdujo el concepto de ambiente hogareño y privacidad, desde su labor en el Hospital Estatal de Francia. En la Argentina, el equipo del doctor Gustavo Katz es el que lleva adelante este concepto con la realización de los partos acuáticos.El doctor Mario Sebastiani, obstetra del Hospital Italiano y vicepresidente de la Asociación Argentina de Obstetricia y Ginecología Psicosomática, cree que "este tipo de parto puede resultar excelente, aunque no se pueda reproducir en una experiencia vasta, porque en nuestro país se realizan 700 mil partos por año y no existen las condiciones especiales que requiere el parto acuático" Lo importante de la propuesta de Odent —pondera Sebastiani— es su rescate de la obstetricia artesanal y la idea de intimidad familiar para el acontecimiento del nacimiento, sobre todo en el actual contexto de una práctica que ha medicalizado al parto, al punto que hoy al feto se lo ve como si fuera un paciente.


REPORTAJE A MICHEL ODENT (NOTICIAS)

Parirás con privacidad

Al médico obstetra Michel Odent (72) jamás se lo podría acusar de egolatría. El experto francés sostiene que cuanto menos participen él y sus colegas de los partos, mejor para la madre, el bebé y el desarrollo mismo de la sociedad.
Odent vino a Buenos Aires invitado por la Fundación Creavida para presentar su libro "El granjero y el obstetra", donde formula una analogía entre la industrialización agroganadera, y lo que él llama la "industrialización de los nacimientos".
"Los desastres de la aftosa y la enfermedad de la vaca loca despertaron la conciencia pública sobre los riesgos de adoptar ciertas formas de explotación ganadera. ¿Necesitamos que ocurra un desastre para que nos demos cuenta de que las formas modernas de nacer tienen consecuencias negativas?", inquiere el veterano experto en una entrevista exclusiva.

Noticias: ¿En qué momento de la historia el parto comenzó a ser visto como una situación "patológica"?

Michel Odent: El parto nunca fue algo fácil para los seres humanos. Y desde los chamanes en adelante siempre hubo una tendencia a "medicalizarlo". El control sobre el proceso avanza en décadas más recientes con lo que yo llamo "industrialización". Se estandariza el ambiente de parto en grandes hospitales, las parteras siguen un protocolo estricto, se desarrollan la anestesia peridural, la cesárea segmentaria baja y el monitoreo electrónico fetal. El nacimiento se transformó en un trabajo en cadena.

Noticias: Pero las mujeres siguen teniendo tanto o más miedos que antes.

Odent: Sí, suena paradójico pero es así. El problema es que se sigue poniendo el eje sobre los aspectos negativos: cómo parir sin dolor, sin miedo o sin violencia, y la verdad es que resulta imposible extraer por completo el miedo o el dolor salvo que se usen drogas. Lo que habría que formular son nuevas preguntas de connotación positiva.

Noticias: ¿Por ejemplo?

Odent: Por ejemplo, cuáles son las necesidades básicas de la mujer durante el trabajo de parto. Hay dos que la mujer comparte con todos los mamíferos: sentirse segura y no ser observada. Durante el parto se debe reducir al máximo la actividad del neocórtex, que es la parte del cerebro que está más desarrollada en los humanos. Para ello se requiere un ambiente de privacidad, sin gente hablando alrededor, que permita que la mujer "se vaya del planeta" y se olvide de lo que ocurre a su alrededor. Por cierto, no es la situación más habitual en esta época.

Noticias: ¿Habría que tomar el ejemplo de los animales?

Odent: En algún punto yo hablo de "deshumanizar" los partos, o sea, dejar de lado los rituales y prejuicios humanos que perjudican el parto fisiológico normal. Mitos como que el calostro es malo, que el bebé después de nacer tiene que estar en los brazos de otra persona que no sea la madre o que se debe cortar el cordón umbilical lo antes posible. Quizás todos estos rituales o mitos tuvieron una ventaja evolutiva, dado que las estrategias básicas de supervivencia en todas las sociedades consisten en dominar otros grupos humanos. Esos rituales se fueron transmitiendo con el objeto de favorecer la agresividad, más favorable en términos adaptativos. Hoy, cuando se necesitan otras tácticas de supervivencia, cuando se requiere la energía del amor, los ritos o creencias perdieron su ventaja evolutiva. Y hay que sacárselos de encima.

Noticias: ¿El tipo de parto se asocia con las tasas de criminalidad?

Odent: Hay estudios que encontraron una correlación entre conductas destructivas o autodestructivas –como suicidio, drogadicción y anorexia- con el antecedente de partos complicados, aunque este término es bastante ambiguo. Lo que yo sí tengo es una regla personal para cuando viajo y me sirve para saber si puedo caminar solo a la noche en esa ciudad: relaciono la tasa de intervenciones obstétricas en forma directa con la criminalidad. En Tokio, por ejemplo, hay sólo un 10 por ciento de cesáreas y la analgesia epidural se utiliza en no más del 5 por ciento de los partos. No es de extrañar que sea un lugar muy seguro para pasear.

Noticias: ¿Y cómo se siente en Buenos Aires, donde uno de cada cuatro partos termina en cesárea?

Odent: La verdad es que prefiero quedarme en el hotel.

Noticias: ¿Parir en la casa es mejor que hacerlo en el hospital?

Odent: Lo importante es reconciliar la privacidad que ofrece el hogar con los servicios que puede brindar un hospital. En las ciudades modernas se puede llegar al hospital en veinte minutos, y la partera bien puede sugerir la derivación inmediata al hospital cuando sea necesario. Son enfoques complemetarios.

Noticias: ¿Cuándo aconseja el parto acuático?

Odent: La situación típica es aquella mujer que tiene una dilatación de cinco centímetros, y pide por favor que le den un analgésico para calmar el dolor. En lugar de correr a aplicarle una inyección, es bueno que la mujer se sumerja en el agua a 37 grados para facilitar el trabajo de parto durante un período limitado de tiempo, no más de una hora y media. Es un recurso, no algo que debe aconsejarse como método principal.

Noticias: ¿Por qué no quiere que el padre presencie el parto?

Odent: Es una especie de doctrina moderna que habría que reconsiderar. Que los padres estén ahí observando es la principal razón de que haya partos largos y difíciles. Conozco infinidad de casos donde el parto es extremadamente lento hasta que el hombre se va por alguna razón, por ejemplo, comprar un agua mineral. Y tan pronto él se aleja, la mujer grita, se contrae y nace el bebé. En el período perinatal, hay que darle prioridad al lenguaje no verbal. Las mujeres dicen que no podrían imaginarse el parto sin la compañía de su esposo. Pero con su cuerpo dicen lo contrario: que dan a luz más fácil cuando están solas.

Noticias: ¿Cuántos hijos tiene?

Odent: Dos.

Noticias: ¿Nacieron en la casa o en el agua? ¿Usted estuvo presente?

Odent: El último nació en casa, en el piso del baño. Fue muy rápido. Yo en ese momento no tenía licencia para ejercer en Londres, por lo cual debí llamar a dos parteras. La primera contracción de mi pareja fue a las 17.30, y el bebé nació tres horas después, en el mismo momento que llegaban las parteras. Durante todo ese lapso estuvimos en absoluta privacidad, no había nadie más en la casa que yo. Es una situación extraordinaria e irrepetible. Sería bueno que muchas otras parejas la experimentaran.

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