sábado, 9 de febrero de 2013

Un síntoma de nuestra sociedad

Foto  de IEDA por la Paz, bajo licencia CC AtribuciónNo comercialCompartir bajo la misma licencia
Llevo días queriendo escribir unas líneas sobre el caso del maltrato en el Jardín Tribilín de San Isidro, y no me llegaba el momento.
Mucho se ha dicho al respecto sobre las maestras (claras victimarias de los niños que tenían a su cargo), las autoridades (inspectores, consejo escolar, Ministerio de Educación, Intendente) que obviamente no ejercieron correctamente el poder de contralor y los padres, claramente desconectados de sus hijos para no notar (o peor aún, hacer caso omiso) a evidencias TAN EVIDENTES -valga la redundancia- como que tu hijo vomite antes de entrar a la escuela, que le tenga miedo al agua, que se cubra la cara con los brazos cuando lo retas, y varios etc. más.

Lo que hicieron estas "docentes" es ABERRANTE. Lamentablemente, no es la primera vez. Tampoco será la última. Ya habíamos hablado de un caso similar que sucedió el año pasado, cuando una maestra difundió la foto de un bebé amordazado en un jardín de infantes en Chubut. Y hubo otro caso similar de una maestra que amordazó a una niña en un jardín de Palermo. Que es lo que lleva a estas maestras a actuar así? Porqué elegir el camino de la docencia, si no se tiene real vocación, y encima en Argentina ni siquiera está bien pago? Que controles y cuidados tienen los dueños del jardín al escoger su personal? Que pruebas les hacen? Que controles ejercemos los padres? Que control ejerce el Estado?
Pero lo más importante: que dice de nosotros como sociedad, este claro síntoma de la desconexión de padres e hijos, maestros y niños?
Al día siguiente de que saliera a la luz este caso, escuchaba a una conocida locutora de radio (cuyo programa escucho siempre porque me divierte muchísimo) entrevistando a una madre del jardín.
No podía dar crédito a lo que escuchaba. Era el dialogo entre dos personas absolutamente desconectadas emocionalmente. 
La madre contaba como su hija mayor, que también asistió a ese jardín, "nunca demostró sintomas de nada", aunque "va al psicologo pero por otros problemas". Hablaba de que había dejado a su hijo más chico, de solo dos años, en ese jardín, "ciegamente", porque la mayor no había nunca demostrado que hubiera ningún problema. Dijo que practicamente a ningún padre/madre del resto de la sala de su hijo, porque como "hay que correr a trabajar", dejaba a su hijo en la escuela a las corridas y lo iba a buscar a las apuradas también, sin detenerse a socializar con los padres de los niños que compartían sala con su hijo diariamente. Nunca le dieron una lista de nombres de los niños que asistían, ni telefonos de los demás padres, y cuando lo pidió para festejar un cumpleaños, no se lo facilitaron. Nunca averiguó si el jardín tenía habilitación municipal. Había padres que jamás ingresaron a conocer el aula a la que asistían sus hijos. 
Esto es lo que la sociedad actual exige de nosotros como padres y madres. Que "depositemos" a nuestra descendencia en un jardín/guardería durante toda la jornada laboral, los vayamos a retirar agotados, con nuestro ultimo aliento, solo para meterles un bocado en la boca, y darles un beso en la frente al meterlos en la cama. No queda resto para más. No hay resto para el dialogo. No hay resto para el juego. No hay resto para la mirada. No hay resto para el abrazo. No hay resto para el momento compartido. Y el poco resto que queda, es para hacer lo que podamos, con los pedazos que dejó de nosotros nuestro ajetreado día, el jefe que nos chilla, las deudas que no podemos pagar, y el niño que llora pidiendo atención.


Pero algo me espantó aún más de este dialogo entre locutora y madre. En un momento esta madre comentaba que su hijo, cuando lo retaban, se tapaba la cara. La locutora se espanto: "Entonces también le pegaban!"- exclamó horrorizada. Y agregó: "No saben que a un chico no se le pega en la cara!! Hasta los pediatras te lo dicen, que si le vas a pegar a tu hijo, tiene que ser un chaschas en la cola!!"... Me quedé muda... no podía salir de mi asombro. No es una frase reveladora? Está bien pegar a nuestros hijos! Hasta la voz autorizada de los pediatras lo autoriza!! Solo no debemos pegar en la cara, pero pegarles, lo que se dice pegarles, en tanto sea en la cola, sin problemas mujer, faltaba más!! 
Aunque todo esto parezca una ironía, teniendo en cuenta que de lo que se trataba era justamente de llamar la atención sobre el maltrato infantil, se estaba incentivando al maltrato infantil!! 
Y aquí no termina todo, porque la madre replico: "Y el chirlo en la cola tiene que ser con pañal"... o sea que está bien pegarle a un niño de menos de 3 años que usa pañal!!?? Y con el de más de 3 que ya no usa pañal que hacemos? Y cuando sea adolescente? O es que allí ya no podremos pegar porque ya tendrá edad para ir a hacernos una denuncia?
Es moral y legalmente condenable lo que pasó en este jardín, y espero que les caiga todo el peso de la justicia encima a TODOS los responsables.
Pero creo que como sociedad en conjunto debemos repensar también como somos con nuestros hijos puertas adentro. Hasta que punto justificamos y/o minimizamos tantas violencias invisibles que se ven día a día en nuestro propio hogar, hasta tal punto que llegan a cegarnos para reconocer la violencia  puertas afuera.


Es una tarea que aún tenemos pendiente.

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