martes, 22 de octubre de 2013

Primavera Waldorf

Fiesta de la primavera
Después de participar de la Fiesta de la Luz, hemos comenzado a cobijar en esos días oscuros y fríos la luz que dará nacimiento a nuevas capacidades. Es a la luz de la verdad que pueden surgir las cualidades que hacen de cada ser humano un ser único, capaz de entregar al mundo creativamente, lo mejor de sí.
 La VERDAD, la luz más poderosa, es  la que hace de nuestra alma la tierra más fértil, donde cada semilla sembrada puede crecer. Hemos colocado allí valientemente nuestras dificultades, temores, tristezas…también nuestras fortalezas y dones. Todo ello al llegar los días cálidos comenzará a brotar transformado en esperanzas, en todas las posibilidades que tiene el mundo de ser cuidado por cada persona.
El campo sembrado va a florecer. Eso es lo que festejamos en esta época. Es la fiesta de la alegría, de la gratitud, y también del despertar de la conciencia hacia el cuidado continuo que en este momento de la humanidad se le requiere al hombre.
Despertamos por la mañana con el canto de los pájaros, percibimos la calidez del aire, abrimos las ventanas dejando que la luz y los aromas entren, nos sorprendemos descubriendo brotes nuevos en las ramas que parecían antes tan tiesas.
Una fuerza de resurrección comenzó a transformar la quietud aparente en movimiento y formas nuevas. Esta misma fuerza yace y transforma el alma del ser humano. Los niños vivencian estos procesos también a través de imágenes.
De la misma manera en que el brote irrumpe en la rama, los niños corren por el patio. Hay alegría, gritos, expansión creciente. Se despliegan las alas de las mariposas, y revolotean por aquí y por allá.


Con los niños preparemos esta fiesta recolectando ramas de sauce y flores para tejer coronas, que junto con las frutas de estación, juegos, rondas y canciones, conforman los elementos para celebrar al aire libre, siempre con gratitud y veneración hacia lo recibido por la Madre Tierra.
Se recoge la flor, porque es la entrega que la naturaleza hace al ser humano, con mayor sutileza en belleza. Las frutas (ciruelas, frutillas, etc.) aportan jugos, perfumes, color, sabor, los juegos y cantos manifiestan la explosión de alegría que vive en el aire y en las almas.
Se elige el mes de octubre porque es cuando la primavera está más instalada en nosotros y en todo lo que nos rodea.
La fiesta culmina con un trenzado de brazos y manos entre todos los niños y maestros, que se va formando mientras cantamos. En ese gesto vivenciamos la fuerza que tiene la comunidad cuando se nutre de toda la diversidad, que tiene la imagen de un gran prado florido, con diversos colores y tonos, donde cada uno tiene la posibilidad de “ser” y “ofrecer” lo que es.

Maestros Escuela Perito Moreno

viernes, 13 de septiembre de 2013

Las capacidades de una nueva generación de niños

por Georg Kühlewind


En los últimos diez, veinte años están apareciendo cada vez más niños con déficit de atención (ADD) e hiperactividad. Yo los he llamado “niños estelares” y me gustaría analizarlos más detenidamente en sus rasgos positivos y negativos. Muy poco se sabe aún acerca de los fundamentos antropológicos de esta nueva generación de niños. Por ello muchas veces permanecen incomprendidos. Presumo que en un tiempo no muy lejano, más de la mitad de los niños presentarán un comportamiento anormal, llamativo u original. ¿Pero qué significa, si pasan a ser mayoría? Quiere decir que no existe una norma. Cada niño es como es y así debemos aceptarlo. Si tratamos a un niño atendiendo a sus requerimientos, entonces encontrará su propio camino evolutivo, totalmente individual. Esto constituye una dificultad para la pedagogía: se torna prácticamente imposible la enseñanza frontal de todo un curso. A pesar de que los niños de un tercer o cuarto año de primaria tienen la misma edad cronológica, su madurez por lo general abarca de ocho a trece años, de modo que resulta imposible educarlos con criterios uniformes.
Hay una expresión que caracteriza especialmente a estos nuevos niños: son abiertos. Abiertos significa: no están tan encasillados como nosotros. Como adulto yo no vivencio los pensamientos de mis congéneres, ni tampoco sus sentimientos e impulsos volitivos. En cambio estos niños – así como todos los niños pequeños – vivencian los pensamientos, sentimientos e impulsos volitivos de su entorno, no están separados de la conciencia del mundo circundante. 
Por otro lado tienen una deficiente percepción de sí mismos o “identidad corporal básica”. Eso significa que no se perciben en su corporeidad como las personas normales, sino que se sienten inseguros, no están plenamente encarnados. Naturalmente eso es un impedimento. El aspecto positivo de esta constitución es que estos niños se vivencian en unidad con el mundo, especialmente con el entorno humano. Para entender lo que les pasa, podemos tomar como ejemplo la manera en que un niño aprende a hablar. ¿Cómo sabe un niño pequeño lo que significan las palabras? Para ello recurre ante todo al sentir, que es dominante en los niños pequeños.
En los niños estelares ese predominio se conserva durante mucho tiempo. Por ello son abiertos: porque sienten. Pero sentir no significa para ellos tener emociones como celos, enojo, depresión. Sentir significa: sentir como nosotros percibimos si algo es lógico o no. Yo le llamo “sentir cognoscente” a ese modo de percibir.
La atención de estos niños se extiende a todo el entorno. Tienen una gran capacidad de observación, que no es intelectual, sino que tiene las características de ese sentir cognoscente.


Una inteligencia sensciente
Los niños estelares tienen una inteligencia sensciente. Ésta no tiene nada que ver con la emotividad, sino que se refiere a la manera de extender la sensibilidad hacia el mundo. Ésa capacidad la tiene todo niño pequeño y la nueva generación de niños la conserva durante mucho tiempo. Por ello los niños estelares suelen tener aptitudes sociales extraordinarias, que sin embargo muchas veces permanecen ocultas, pues para descubrirlas habría que tomar conciencia del profundo sentimiento social subyacente a muchas actitudes. Por supuesto también tienen aptitudes psicológicas, ya que logran percibir claramente lo que ocurre en el interior de otras personas y así, por ejemplo, saber exactamente lo que está pasando en caso de un conflicto familiar. 
Estos niños no tienen un pensar lineal, de concepto en concepto, de palabra en palabra, sino que piensan en imágenes. Esto es lo que caracteriza al pensar creativo. ¿Cómo nacieron las grandes ideas creativas, por ejemplo en las ciencias naturales? La mayoría de ellas surgieron como imágenes. Una vez que tenían la imagen, los científicos buscaron la fórmula matemática correspondiente. También Einstein procedió de esta manera. Toda la teoría de la relatividad se le apareció en una ensoñación. A los grandes matemáticos les ocurre lo mismo: primero aparece una idea en forma de imagen, luego buscan la demostración, si es que pueden. 
Los niños estelares tienen una percepción sensciente que les permite sumergirse más en la esencia de las cosas. Tienen capacidades que también se observan en pueblos arcaicos, que saben exactamente qué sustancia medicinal se puede obtener de determinada planta. Así inventaron procedimientos curativos sin necesidad de prueba y error. En este ámbito radican las aptitudes de estos niños. Y es tremendamente importante, en el caso de ellos, que el adulto sepa cuáles son sus aptitudes. Pues si queremos lograr algo con ellos, por ejemplo en la escuela, nunca debemos comenzar por las deficiencias, sino por las aptitudes. Como primera medida debemos apelar a sus fortalezas. 
Donde hay aptitudes, naturalmente también hay flaquezas. Estos niños suelen tener problemas con la formación de conceptos. Éste es un tema difícil para ellos, ya que en las escuelas se enseñan diez, veinte conceptos nuevos por día. La formación de conceptos es un proceder abstracto. Si quiero enseñarle a un alumno el concepto “cuadrado”, le muestro objetos cuadrados. Pero la cuadratura nunca aparece en forma aislada. Siempre está acompañada por color, tamaño, material, función de cada objeto. Para captar el concepto “cuadrado” hay que prescindir de todas las demás cualidades y aislar la cuadratura. Esto es particularmente difícil para estos niños, ya que poseen una percepción global mucho más fuerte que otras personas. Su atención está más desparramada. Se extiende a toda la clase, por lo cual les cuesta concentrarla en el docente. Eso no significa que tienen menos atención que un niño normal, sino que tienen más. Sólo que su atención es una atención sensciente y por ende vertida sobre todo el entorno. De allí proviene su capacidad de observación muy exacta e inmediata. Sin embargo, para poder entregarse a un único tema, ese tema debería ser extraordinariamente interesante para ellos.
La segunda debilidad de estos niños es su impulsividad. También ella es un rasgo característico de los primeros años de vida. En los niños estelares se prolongan en el tiempo todas las peculiaridades de los niños pequeños. Por ello también son tan hiperactivos como los infantes. 



Autoconciencia exacerbada
Ésas son pues las tres debilidades de estos niños, que también pueden tornarse en fortalezas: atención, impulsividad, hiperactividad. A ellas se suman dos particularidades: tienen una enorme necesidad de comunicación. Por lo general logran ser escuchados. Si no es así, la situación empeora: se tornan más comunicativos aún, conscientes de sí mismos, extraordinariamente curiosos. Esa autoconciencia de los niños estelares en realidad es su cualidad más destacada. Inmediatamente después de nacer ya son conscientes de sí mismos, y lo demuestran con su mirada muy lúcida, bien distinta a la de otros bebés. Cuando se les aproxima un adulto, primero fijan esa mirada en ellos y luego vuelven a la mirada de bebé. Cuando esta misteriosa conciencia de sí mismos se prolonga en el tiempo, aparecen los problemas. Por ejemplo, hay niños que se niegan a responder las preguntas del maestro, se rehúsan a demostrar lo que saben. Ellos dicen: ¿Qué le importa al maestro lo que yo sé o dejo de saber? El maestro no pregunta porque no sabe la respuesta. La conoce perfectamente, o sea que sólo pregunta por controlarme. También se niegan a hacer pruebas o exámenes y entonces comienzan los problemas escolares y se les termina administrando Ritalina.



La trampa de la Ritalina
En casos extremos, puede llegar a ser necesario administrar Ritalina por un corto plazo, para superar una situación insostenible. Pero en el largo plazo, todos los psicofármacos producen modificaciones irreversibles en el cerebro. Yo mismo quise probar el efecto de la Ritalina. Juntocon un amigo psiquiatra, tomé la droga. ¿Qué efecto tiene? Suprime el sentir, todo sentir, el sentir cognoscente, el sentir emocional. Uno se vuelve frío como el hielo, con una concentración exacerbada – mi amigo pudo manejar durante dieciséis horas seguidas, sin necesidad de tomar café ni descansar. Tomé una o dos dosis y el efecto me duró un día y medio.
El sentir, que en estos niños conlleva muchos talentos, es suprimido por la droga, a cambio de que logren concentrarse adecuadamente en lo que dice el maestro. Sin embargo, la Ritalinatiene una gran cantidad de efectos adversos. En los casos de jóvenes que en Estados Unidos dispararon sobre sus compañeros y docentes, se comprobó que el 90 por ciento de ellos había consumido Ritalina. 



Consecuencias prácticas
Resumiendo: los nuevos niños se caracterizan por una conciencia global, la identidad con el entorno, inteligencia sensible, debilidad para la formación de conceptos, impulsividad, mucho movimiento y atención extendida. Son diferentes. No están enfermos, no presentan una patología, no necesitan ser arreglados, sino que hay que aprender a tratarlos distinto. Esto es sumamente difícil para los implicados. Pero si uno sabe que no están enfermos, que no son personitas malvadas que quieren torturarnos, entonces se aprende a ver sus enormes aptitudes. Yo propongo tres pasos para los educadores, los maestros, los padres o las personas relacionadas con tales niños:



1. Reconocer lo que esconden a nivel antropológico, anímico y espiritual. Lo que significa ser abierto, no ser cerrado, no sentirse tan fuertemente centrado en la propia identidad corporal básica, sino vertido en el entorno con una atención sensciente. Cuando el adulto sabe cuál es el trasfondo de este comportamiento, ya ha logrado un gran avance, simplemente porque el niño no se siente permanentemente criticado – pues eso es lo que el chico percibe. Todos los maestros Waldorf saben que si se habla de un alumno en las reuniones de maestros, el niño – sin saber nada al respecto – se comporta distinto en los próximos días y semanas.



2. El segundo paso consiste en reconocer dónde están las fortalezas del niño. A veces se trata de aptitudes nuevas, desconocidas. Entonces se puede construir sobre las capacidades y no las deficiencias.



3. El tercer paso es el más difícil: uno puede intentar recuperar en uno mismo la percepción cognoscente perdida, desarrollarla con autoconciencia. En el niño pequeño existe, sin autoconciencia; en el adulto puede existir, si se ejercita para ello. Si un maestro o pedagogo logra esto, tendrá acceso a estos niños. Ellos se entienden entre sí, con muy pocas palabras, con esa comunicación inmediata, sin intermediación, que florece cuando dos personas poseen este sentir cognoscente. Cuando esto ocurre, la situación está salvada. Eso significa que el educador o maestro puede aprender de estos niños.



Extracto resumido del libro “Lernen” (Aprender)
editado por Verlag Freies Geistesleben, 2006
Walter Johannes Stein
Extraído de la revista El Puente - Colegio Rudolf Steiner


jueves, 18 de julio de 2013

La Fiesta de la Luz

Fiesta  de  la  Luz
Al vivenciar la Fiesta de los farolitos, pudimos percibir como dábamos entre todos, el aspecto de cielo lleno de estrellas a la Tierra, miles de lucecitas encendidas brillan en las almas como las semillas brillan en ahora el seno de la Madre Tierra. Con la Fiesta de la Luz, es nuestra propia alma la que se nos presenta como un universo lleno de luzla luz de la estrella más poderosa, la VERDAD. Es esa luz,  la que hace de nuestra alma la tierra más fértil, donde cada semilla sembrada puede crecer para luego ofrecer al mundo  frutos cada vez, cada año, renovados, en forma de nuevas capacidades o posibilidades, dispuestas para el encuentro, para poder cobijar a la humanidad en cada uno de nosotros.
En el ámbito de la interioridad pueden nacer virtudes tales como : amor, paciencia, generosidad, el compartir, etc.
Se ha sembrado el campo, se ha sembrado el alma con virtudes dispuestas a manifestarse en el momento preciso.
Con la cercanía del invierno, ya percibimos que las fuerzas de la naturaleza se repliegan y en el exterior todo parece adormecerse.
Es tiempo de recogimiento, de silencio, de acallar el ruido interior y ser capaz de ir hacia lo verdadero…laesencia de uno mismo, esa esencia siempre es verdadera. El ser humano busca la luz en su interior, donde reside la fuerza del Yo.
Pero para encontrarla hay que caminar solo, nadie más que uno mismo puede reconocerse en el interior más profundo. Llevar al camino “el conocimiento” y llegar a la “luz” interior da la posibilidad de volver por el camino habiendo nutrido el alma con Amor, pues el ser humano es un ser sabio cuando une “saber” con “amor”, esto lo convierte en una de esas hermosas estrellas.
Esta es una época del año en que la luz diurna ha llegado a su mínima duración, precisamente cuando la luzinterior del ser humano ha de ser la máxima, como si el sol interior estuviese en su esplendor. Los gnomos de la tierra están en pleno trabajo, cuidando las raíces y guardando piedras preciosas, fortaleciendo latierra. Saben que de este esfuerzo dependen la flor y el fruto  del árbol, así como la cosecha del sembrador.

Con los niños nos preparemos  haciendo las velas que irán colocadas sobre una manzana, imagen del conocimiento. El día de la fiesta los niños recorrerán un sendero hecho con ramas de pino, que da tres vueltas en espiral. Esa vela estará apagada hasta que al llegar al final del sendero…al llegar al centro del ser…encontrarán la luz de la verdad y las fuerzas esenciales, donde el ser humano se nutre para formar y conocer su propio Yo, fortalecerse y salir al mundo. Con la llama de esa luz central  encenderán la vela para volver por el camino iluminados por ella. Este camino hacia adentro y hacia fuera, cada niño lo recorre solo. Ha sido preparado en un lugar que se encontrará en absoluto silencio y penumbra, apenas iluminado por la luz de esa llama que estará en el centro del espiral. El clima es de recogimiento.
Los compañeros estarán sentados alrededor del espiral, en ronda, y desde allí acompañarán su recorrido con cantos, música, poesía o silencio…según elija el caminante.

Con esta celebración que se llevará a cabo el último día de clases, antes de las vacaciones de invierno, los niños se llevarán en el alma, lo necesario para que en esos días también en casa puedan realizar actividades acordes al momento del año. Recogimiento, el movimiento es interior, no exterior…esto ayuda a reunir las fuerzas que han de sostener las actividades de la segunda mitad del año.
Esperamos que tengan un saludable  disfrutar de lo que el invierno nos brinda.

*Extraído del Mail que enviaron los maestros de la escuela Waldorf  Perito Moreno, de Martinez

miércoles, 17 de julio de 2013

Los abuelos

Hoy me encontré en Facebook este hermoso escrito de un médico cordobes. Lo comparto, porque me pareció simplemente hermoso.

Para la abuela de mis hijos, Lala, que no se murió, solo se volvió invisible.
Para el abuelo Tata y el abuelo Hugo, que a pesar de la distancia, siembran en sus nietos.
Para la abuela Marisú, que es la abuela angel que los cuida desde el cielo.
Para la bisabuela Bela, que sigue haciendo comidas ricas para malcriarlos.
Para la bisabuela Mamama, que les canta Aserrin Aserran.
Gracias.


En los últimos 50 años, nuestro estilo de vida familiar cambió drásticamente

como consecuencia de un nuevo sistema de producción.

La inclusión de la mujer en el circuito laboral llevó a que ambos padres se ausenten del hogar por largos períodos creando como consecuencia el llamado “síndrome de la casa vacía”. El nuevo paradigma implicó que muchos niños quedaran a cargo de personas ajenas al hogar o en instituciones. Esta tercerización de la crianza se extendió y naturalizó en muchos hogares. Algunos afortunados todavía pueden contar con sus abuelos para cubrir muchas tareas: la protección, los traslados, la alimentación, el descanso y hasta las consultas médicas.

Estos privilegiados chicos tienen padres de padres, y lo celebran eligiendo todos los apelativos posibles: abu, abuela/o nona/o bobe, zeide, tata, yaya/o opi, oma, baba, abue, lala, babi, o por su nombre, cuando la coquetería lo exige.
Los abuelos no sólo cuidan, son el tronco de la familia extendida, la que aporta algo que los padres no siempre vislumbran: pertenencia e identidad, factores indispensables en los nuevos brotes.
La mayoría de los abuelos siente adoración por sus nietos. Es fácil ver que las fotos de los hijos van siendo reemplazadas por las de estos. Con esta señal, los padres descubren dos verdades: que no están solos en la tarea, y que han entrado en su madurez.

El abuelazgo constituye una forma contundente de comprender el paso del tiempo, de aceptar la edad y la esperable vejez. Lejos de apenarse, sienten al mismo tiempo otra certeza que supera a las anteriores: los nietos significan que es posible la inmortalidad.
Porque al ampliar la familia, ellos prolongan los rasgos, los gestos: extienden la vida. La batalla contra la finitud no está perdida, se ilusionan.

Los abuelos miran diferente.

Como suelen no ver bien, usan los ojos para otras cosas.

Para opinar, por ejemplo. O para recordar.
Como siempre están pensando en algo, se les humedece la mirada; a veces tienen miedo de no poder decir todo lo que quieren.
La mayoría tiene las manos suaves y las mueven con cuidado.

Aprendieron que un abrazo enseña más que toda una biblioteca.
Los abuelos tienen el tiempo que se les perdió a los padres; de alguna manera pudieron recuperarlo. Leen libros sin apuro o cuentan historias de cuando ellos eran chicos. Con cada palabra, las raíces se hacen más
profundas; la identidad, más probable.
Los abuelos construyen infancias, en silencio y cada día.


Son incomparables cómplices de secretos.

Malcrían profesionalmente porque no tienen que dar cuenta a nadie de sus actos. Consideran, con autoridad, que la memoria es la capacidad de olvidar algunas cosas. Por eso no recuerdan que las mismas gracias de sus nietos las hicieron sus hijos. Pero entonces, no las veían, de tan preocupados que estaban por educarlos.

Algunos todavía saben jugar a cosas que no se enchufan.
Son personas expertas en disolver angustias cuando, por una discusión de los padres, el niño siente que el mundo se derrumba.

La comida que ellos sirven es la más rica; incluso la comprada.

Los abuelos huelen siempre a abuelo.

No es por el perfume que usan, ellos son así.

¿O no recordamos su aroma para siempre?
Los chicos que tienen abuelos están mucho más cerca de la felicidad.

Los que los tienen lejos, deberían procurarse uno (siempre hay buena gente disponible).

FINALMENTE Y PARA QUE SEPAN LOS DESCREIDOS....

LOS ABUELOS NUNCA MUEREN, SOLO SE HACEN INVISIBLES.

Enrique Orschanski.
19/01/2013 | Enrique Orschanski (Médico)

martes, 16 de julio de 2013

Newsletter Laura Gutman Julio 2013

La conciencia sólo recuerda lo que es nombrado
Muchas experiencias reales que nos han acontecido durante nuestra infancia no han sido nombradas, por lo tanto, para la conciencia no existen. Por ejemplo, supongamos que nos hemos dedicado a cuidar a nuestra madre, porque sufría de depresión. Hoy en día podemos recordar con lujo de detalles todos los infortunios de nuestra madre, ya que ella se ocupó de relatarlos a lo largo de los años. Pero curiosamente nuestra madre no ha sabido nada de nosotros, ni de nuestros sufrimientos acaecidos cuando fuimos niños. En esos casos, nuestra madre nombraba lo buenos y responsables que hemos sido, pero nadie ha nombrado nuestras carencias o necesidades no satisfechas, ni la sensación de no ser merecedores de cuidados. Para nuestros recuerdos conscientes, éramos niños buenos, educados, brillantes en la escuela, sin conflictos y hacendosos. Es decir, hemos incorporado una interpretación de nuestras actitudes o acciones concretas, que pueden estar bastante alejadas de lo que ha sido nuestra realidad emocional. En el caso de este ejemplo, la conciencia no reconoce nada relativo al desamparo ni a las necesidades del niño que hemos sido. Sólo “sistematiza” que éramos buenos y que mamá tenía muchos problemas. Esto no refleja toda la verdad. Pero aprendemos a interpretar la vida desde un punto de vista prestado -habitualmente desde el punto de vista de mamá-. Luego seguiremos alineando nuestras ideas en relación directa con el punto de vista de nuestra madre. De “ese” discurso dependerá si nos consideramos buenos o muy malos, si creemos que somos generosos, inteligentes o tontos, si somos astutos, débiles o perezosos.

Aquí tenemos un problema importante porque la conciencia sólo recuerda lo que es nombrado. Esto significa que, si nos acontece algo que nadie nombra, no lo recordaremos. Por ejemplo, podemos haber padecido abusos sexuales en nuestra infancia. Obviamente nadie dijo nada, en principio porque todos los adultos que había alrededor miraban para otro lado. Nadie nunca dijo: “están abusando de ti y eso es un horror”. Al contrario, lo que se dijo es “mamá tiene muchos problemas y no hay que hacer nada que la preocupe aún más”. O bien, “esto es un secreto, tienes suerte porque te amo, eres el más dulce de los niños del universo y por eso te he elegido”. Por lo tanto, incluso si nos ha acontecido algo bien concreto, algo doloroso, sufriente, lastimoso o hiriente; la conciencia no lo recordará. Porque no hubo palabras. Entonces tampoco hubo una “organización” del pensamiento. No fue posible “acomodarlo” en ningún estante mental ni emocional. Nos pasó algo pero es como si nunca hubiera pasado. Podemos tener sensaciones borrosas o confusas, pero recuerdos concretos, no. Luego crecemos y como “eso” nadie lo nombró, y uno mismo al ser niño tampoco sabía “con qué palabras explicarlo”, entonces “eso” dejó de existir.

Esto que parece inverosímil....es algo común y corriente. Podemos haber vivido algo y no recordarlo. Y al revés: podemos no haber vivido algo, y sin embargo, si ha sido nombrado por alguien importante durante nuestra infancia, recordarlo como si fuera una verdad incuestionable. Moraleja: nuestras opiniones no son confiables, sobre todo si son prestadas.

sábado, 8 de junio de 2013

Newsletter Laura Gutman Junio 2013

Enfermarse
Paradójicamente, no hay nada más saludable que enfermar. Siempre y cuando estemos dispuestos a comprender cuál es el significado esencial de la enfermedad. Toda enfermedad es expresión del alma, por eso nos compete comprender el lenguaje de los síntomas. Caso contrario, pretenderemos suprimir el síntoma pero entonces nos quedaremos sin los mensajes más directos y claros de nuestro propio ser interior. No sirve matar al mensajero. Los mensajes -aunque no nos gusten- nos indican por donde tenemos que continuar el camino.

¿Acaso no hay que luchar contra las enfermedades? En verdad, sería ideal no combatir ninguna enfermedad, sino por el contrario comprenderla, ya que eso que se manifiesta en el cuerpo es reflejo de una parte de nosotros mismos. Claro que no es fácil. Por algo el dolor, la rabia, un obstáculo o un miedo insuperable no los hemos podido admitir en el pasado y lo hemos “relegado a la sombra”. Pasa que luego, eso que nos pasa vuelve a aparecer pero esta vez en el plano físico. Se hace visible. Se presenta bajo la forma de enfermedad en el cuerpo. Nuestra reacción automática será la de volver a rechazarla como si fuera algo que no nos pertenece. En esos casos, anhelamos tanto no enfrentarnos con esa porción de realidad, que creemos que suprimiendo el síntoma, desaparecerá el dolor emocional. Lamentablemente eso no sucede, sino por el contrario queda rezagado y se hace presente una y otra vez, incluso convirtiendo a la enfermedad en una dolencia crónica.

¿Pero entonces no es necesario atender la enfermedad corporal?. Sí, claro que vamos a tratar de disminuir el síntoma. Pero tengamos en cuenta que la supresión del síntoma no significa curación. Tenemos dos desafíos: aliviar el dolor por un lado y -además- formularnos aquellas preguntas que no tuvimos la fortaleza de plantearnos en el pasado. Preguntémonos qué nos impide y qué nos impone esta enfermedad y constataremos la alineación perfecta entre nuestro ser esencial y el síntoma. Esta investigación amorosa para vincular nuestro “yo interno” con nuestro “yo externo” requiere cierto entrenamiento, pero a medida que las piezas encajen con lo que sabemos que nos pasa, será un ejercicio cada vez más tangible.

viernes, 7 de junio de 2013

Newsletter Laura Gutman Mayo 2013

La masificación de embarazos y partos
Cuando quedamos embarazadas y empezamos a averiguar de qué se trata todo esto, nos encontraremos fácilmente con las propuestas convencionales: visitar al médico, someterse a las rutinas de controles y análisis clínicos, las famosas ecografías cada vez más banales que nos acercan la mirada a la vida intrauterina de nuestro bebe como si fuera una película, y la preparación para un parto en un establecimiento médico. Hasta ahí….casi nadie se altera. Todo parece normal. Sin embargo es una autopista con peaje, garantizándonos el encastre en la lógica del sometimiento.

¿A nadie le llama la atención que una mujer que ha hecho el amor con un hombre y que chorrea sexo, amor, fluidos y sudor, tenga que someterse a la asepsia de un consultorio medico que nada tiene que ver con “eso” que está gestando? ¿Acaso no es un desastre ecológico que las mujeres entreguemos nuestros cuerpos, nuestros tiempos de gestación, nuestros partos y nuestro amor a personas que tienen muchísimo miedo de las pulsiones vitales y de quienes no sabemos absolutamente nada, ni ellos saben de nosotras? ¿No es espantoso? ¿No es evidente que –alejadas de nuestro ritmo femenino intrínseco- nos viene fenomenal subirnos a cualquier pensamiento externo y creer cualquier cosa con tal de no contactar con nuestro ser verdadero?

Una embarazada saludable no debería estar en un consultorio médico esperando su turno durante horas para preguntarle a un desconocido cómo está una misma. No tendría que estar sometida a miedos equivocados. No tendría que llegar ignorante de sí misma a su propio parto. No tendría que salir de su casa para ir a ningún lugar a parir. No tendría que estar obligada a sacarse la ropa, o a no comer, ni a ser pinchada, ni tendría por qué recibir occitocina sintética, ni que otros determinen cuándo el bebe debería nacer, ni cuánto tiempo debería durar su parto. Tampoco nadie tendría que “presenciar” el parto. ¿Qué es eso de “presenciar”? ¿Acaso alguien “presencia” la escena cuando hacemos el amor? Si no estuviéramos congeladas, no aceptaríamos tactos vaginales realizados por personas que no conocemos y a quienes no les hemos dado permiso, ni ofreceríamos alegremente nuestros brazos para ser pinchados sin preguntar siquiera qué es lo que nos están inyectando. Por supuesto, tampoco consideraríamos que la cesárea es una práctica fantástica ni anhelaríamos que alguien nos corte con un bisturí para irnos rápido a casa. Todo esto es posible porque transitamos por autopistas convencionales y porque además, suponemos que no existen alternativas.

Que masivamente las mujeres atravesemos nuestros partos desconectadas de nuestras emociones y congeladas -incluso literalmente anestesiadas- es el inicio de la desconexión con el niño que va a nacer. Porque si no ponemos nuestra humanidad femenina en juego, el recién nacido percibirá el nido vacío. De ese modo continuará girando la rueda de la desesperación y la ira, y más tarde la necesidad de dominar. Lo que más me llama la atención es que a muy pocas personas les llame la atención. Sólo cuando participemos en las escenas del inicio de la vida con la fuerza arrasadora de nuestras pulsiones vitales, las cosas van a empezar a cambiar.

jueves, 6 de junio de 2013

Newsletter Laura Gutman Abril 2013

Los abusos sexuales
El abuso sexual es un delito. Sucede cuando alguien con más poder somete a otro más débil, haciendo algo que el más débil no quiere, con el único objetivo de satisfacer aquello que el más fuerte sí quiere. En nuestra civilización, el abuso está presente en todos los ámbitos. El abuso específicamente sexual, es una forma más: ni la única ni la peor. A mí me llama la atención que nos sorprendamos tanto cuando aparece periódicamente en los medios de comunicación, algún que otro caso resonante tanto como el aparente “revuelo” que causa en la opinión pública, como si no fuera un hecho banal, cotidiano, y que nos atraviesa en alguna medida, a todos. Los abusos sexuales están presentes dentro de las relaciones afectivas familiares. Con increíble frecuencia, se trata de un adulto que somete a un niño, intramuros. ¿Por qué los adultos haríamos algo así? Se trata de desesperación primaria. El abuso –sexual o emocional- sigue la misma línea del orden “dominador-dominado”. Simplemente hay modalidades aprendidas desde la primera infancia que luego se perpetúan: es la necesidad infantil de consumir amor, afecto, cuerpo, ternura, o lo que sea con tal de no seguir soportando el vacío. Los abusos no los cometemos las personas de mente atormentada. No. Somos personas como casi todos, un poco más hambrientos o un poco más necesitados de amor. Al fin y al cabo lo único que hacemos es tratar de nutrirnos. El niño se convierte en nuestro bocado perfecto. Nuestra capacidad emocional se estancó durante nuestra niñez. Ahora vivimos dentro de un cuerpo de adulto pero tenemos organizadas las emociones como si fuéramos niños hambrientos. ¿Los abusadores nos damos cuenta que estamos haciendo algo malo? Depende. Podemos percibir que es una relación socialmente condenable. Pero honestamente, también es condenable que nuestra infancia haya sido horrible y que nadie se haya ocupado de nosotros. ¿Qué es lo que está bien y qué es lo que está mal? Desde nuestro punto de vista de adultos con emocionalidad de niños…sólo tratamos de satisfacer nuestro vacío. Intentamos amar y ser amados, confiamos en que lograremos saciar años de soledad y por otra parte hay un cuerpo blando de niño que está disponible. ¿Pero acaso no es algo aberrante? Por supuesto que las consecuencias para el niño son nefastas. Sin embargo es preciso que comprendamos las dinámicas completas. Porque rasgarnos las vestiduras proclamando que el abuso sexual es algo horrible e inhumano y que todos los violadores tienen que ir a la cárcel, está muy bien pero no sirve para nada. Miremos de frente la realidad. Mucho más espantoso es el desamparo cotidiano e invisibleque hemos vivido siendo niños, y que nos ha obligado a arrojarnos en brazos de quien sea, buscando amor. ¿Qué pasa cuando los niños que hemos sufrido abusos sexuales nos convertimos en adultos? Es posible que recordemos el abuso sexual como una experiencia terrible, pero lamentablemente no tendremos conciencia de laentrega de nuestra madre o de quienes tenían que cuidarnos. Al contrario, nos convertiremos en los más firmes defensores de quienes nos lanzaron a la fosa de los leones. Por supuesto, el niño nunca es responsable. El adulto siempre es responsable. ¿Qué podemos hacer ahora? Encarar una indagación honesta y dolorosa sobre la propia sombra -es decir sobre el alcance real de las experiencias que hemos sufrido desde la primera infancia- caso contrario, seremos reproductores involuntarios de más abusos.

miércoles, 5 de junio de 2013

Newsletter Laura Gutman Marzo 2013

Violencia escolar y “bullying”
La violencia escolar no se resuelve en la escuela, porque no es un problema de la escuela. Es un problema que se gestó en cada familia. En verdad, es la expresión fehaciente del desamparo histórico que ha sufrido cada niño. La escuela es apenas el ámbito en el que el niño manifiesta la desesperación, la soledad y la rabia contenida a causa del maltrato y abandono. ¿Qué hacer? En principio tengamos en cuenta que no sirve hacer alianzas en contra de los niños ni suponer que merecen ser castigados. Eso no sirve para nada. Los padres somos responsables –porque la violencia de los niños es consecuencia de la violencia (a veces invisible) a la que han sido sometida esos niños- por lo tanto, tendremos que buscar mecanismos para lograr mayor comprensión, acercamiento afectivo, palabras, escucha y propuestas solidarias.

¿Y qué hacer frente al “bullying”? Cuando el “bullying” ya ha traspasado las fronteras de la escuela y todos hablan de ello, es porque las personas grandes hemos desoído absolutamente todas las señales que los niños han dado durante mucho tiempo, tanto acosadores como acosados. Recién cuando las cámaras de televisión lo toman como una noticia, todos nos rasgamos las vestiduras hablando de este nuevo “flagelo” social. Sin embargo las cosas no funcionan así. El acoso, las amenazas, la humillación de los niños más fuertes sobre los más débiles, las “bandas” de niños que se agrupan para atemorizar y las palizas que ya han circulado en el ambiente estudiantil, están presentes y -todos lo sabemos- desde hace tiempo. En ese entonces, hemos preferido suponer que no era grave. No hemos sido capaces de acercarnos a los niños agresivos, que son quienes más desesperados están. Tampoco hemos respondido a los requerimientos de seguridad de los niños más pasivos. Hasta que la tensión explota. No es en medio de una explosión que podremos tomar buenas decisiones, sino antes de que eso ocurra. Es imprescindible que miremos los escenarios con lucidez y valentía para amar a todos esos niños en medio de un desierto emocional que hiela la sangre.

¿Entonces cómo prevenir la violencia escolar? Esa es la única pregunta que vale la pena: Revisando nuestras discapacidades a la hora de amar a los niños. Observando con honestidad nuestra propia historia, nuestra infancia y nuestro desamparo, para comprender por qué hoy nos resulta tan difícil responder a las demandas de los niños. Sólo cuando aceptemos que los niños tienen razón en pedir lo que piden pero somos los adultos quienes no estamos a la altura, comprenderemos que es injusto exigirles que se callen o que se queden quietos o que no sean fastidiosos o que se porten bien. Mientras tanto, nos dedicaremos a resarcir nuestras historias amando más y más. Porque no hay mayor prevención contra la violencia que un niño amado, sostenido, avalado, comprendido, escuchado, valorado y acompañado.

martes, 4 de junio de 2013

Newsletter Laura Gutman Febrero 2013

El pulso dominador-dominado en las instancias individuales y sociales
Cuando los adultos tenemos dificultades para ofrecer al niño aquello que el niño pide, nos corresponde revisar nuestro propio desamparo infantil en lugar de echarle la culpa a la criatura. El cálculo es sencillo: si tuvimos hambre (emocional) durante nuestra infancia, esa experiencia perdura en nuestro interior. Luego, cuando devenimos adultos y nos toca nutrir a otro (en este caso, al niño) no tenemos con qué. Entonces nos parece “desproporcionada” la demanda. Si durante nuestra infancia no sólo hemos sufrido desamparo y abandono, sino que además el nivel de violencia, abuso o represión sexual han minado nuestra capacidad de amar, obviamente, nuestros recursos emocionales a la hora de amar a otro -adulto o niño- se verán mucho más comprometidos.

Estos temas nos incumben a todos, ya que todos hemos nacido del vientre de una madre y aquello que nos ha acontecido con nuestra madre, ha determinado el devenir de nuestras vidas. Sobre todo si no estamos dispuestos a revisar aquello que nos pasó ni qué hemos hecho con eso que nos pasó, para tomar decisiones libres respecto a qué queremos seguir haciendo a partir de eso que nos pasó.

El desamparo, la violencia y la dominación de los deseos de los adultos por sobre los deseos de los niños, es intrínseco al Patriarcado, o sea, es propio de nuestra civilización. Es raro encontrar niños a quienes no les haya sucedido todo “eso”. Los mecanismos de dominación los hemos aprendido desde nuestras más tiernas infancias. Esas modalidades luego se multiplican en el seno de las familias, de los pueblos, de las ciudades y por supuesto dentro de las organizaciones de los Estados. Es sólo una cuestión de escala. Aquello que hacemos las personas en nuestras vidas privadas, se plasma en los vínculos colectivos. Nuestros modelos de relación en un formato individual son equivalentes a los funcionamientos en una escala social. Es lo mismo, pero con mayor envergadura. De hecho, la vida colectiva siempre es un reflejo de la sumatoria de vidas individuales.

Todas las comunidades ideamos un orden posible para gestionar la vida colectiva. Votemos a quien votemos, seamos más democráticos, socialistas, comunistas o liberales…haremos lo que seamos capaces de hacer como individuos. Justamente, como somos las personas que somos (es decir, niños desamparados y hambrientos) estableceremos sistemas de dominación. Luego -cuando accionamos en la vida pública- haremos lo mismo que en la vida privada.

Ahora bien, la forma más eficaz para “darnos cuenta” que estamos dentro de un pulso, ya sea de dominadores o de dominados, es revisando primero los “discursos engañados” individuales. Pero eso…se me ocurre que desentrañar el gran engaño global, sólo será posible cuando un puñado de algunos millones de personas emprendamos esa aventura. Individualmente.

lunes, 3 de junio de 2013

Newsletter Laura Gutman Enero 2013

Las psicoterapias
¿Sirve ir al psicólogo? Depende. Vivir una vida consciente, hacerse preguntas personales, pedir ayuda externa para observar aspectos propios que no comprendemos, reflexionar sobre nuestras elecciones, revisar los acontecimientos en los que participamos…es esperable y es signo de madurez emocional. El problema no es intentar conocerse más, sino la idoneidad de algunos profesionales. Lamentablemente, la “psicología” ha tomado rumbos estancos, prejuiciosos y soberbios. Muchos estudiantes de psicología quienes luego devenimos profesionales, no practicamos la introspección o bien somos meros repetidores de teorías obsoletas que no desparraman beneficio algunos sobre los consultantes.

¿Cómo elegir una terapia? No es tan importante elegir un sistema terapéutico determinado, sino un buen profesional. El método que se utilice es una herramienta -generalmente valiosa- para lograr un encuentro humano entre profesional y consultante. Al igual que en otras áreas de la vida, merecemos probar y luego mantener la libertad interior para decidir si nos sirve, o si precisamos seguir explorando hasta encontrar aquello que encaja con nuestra búsqueda. ¿Qué hacer si el terapeuta no nos deja terminar el “tratamiento”? Ese es un abuso de poder inadmisible. Los adultos sabemos lo que necesitamos, porque todo nuestro ser nos lo reclama. El hecho de suspender, espaciar o cambiar lo que sea respecto a las visitas a un terapeuta, depende de nuestra madurez emocional asumiendo que somos responsables de nuestras elecciones.

¿Todas las personas necesitamos terapias? No. Lo que sí necesitamos es conocernos más, para no caminar por la vida con los ojos vendados. Algunos encontramos otras instancias: la meditación, la respiración, otros lenguajes sagrados, el rezo, el amor.

¿Qué pasa si yo emprendo una terapia pero mi pareja no cree en “eso”? No pasa nada. Si uno es capaz de comprenderse más y a partir de allí, generar movimientos concretos a favor del otro en nuestra vida cotidiana; el escenario completo va a cambiar. Y todos seremos beneficiarios. ¡Eso es mucho mejor que mandar a todo el mundo a hacer terapia!

domingo, 26 de mayo de 2013

Otoño

El otoño, para acompañar a nuestros hijos (mail enviado por la Comunidad de Padres de la Escuela Waldorf Perito Moreno)
El otoño
                La “Fiesta del otoño” será el eje transversal de esta época  y por eso nutrirá con sus colores y transformaciones, y con sus frutos, las actividades que emprendamos.
El caer hacia la madre Tierra que vemos en los follajes y frutos, se vivencia en el alma como un despojarse del manto exterior, el follaje; se esparcen entonces las semillas gestadas antaño, para el futuro renacer…
Cada niño ha conquistado la LUZ propia atravesando la oscuridad temerosa en la Fiesta del Valor. Así se han instalado en el alma las fuerzas conquistadas, que permiten iniciar el camino del despertar interior.  Nuestra vida anímica sigue ese teñido de ocres que se instala en el entorno y lleva a un caer hacia la tierra. Se inhala  algo hacia las profundidades, y es el inhalar el cosmos con toda la sabiduría, que llega hacia el interior de la tierra… y del alma.
De ese modo acompañamos a la naturaleza en su gesto de replegar sus fuerzas hacia adentro, en un despertar interior, luminoso. La apariencia exterior es de inactividad, pero en verdad la actividad es grande…adentro comienza un gran trabajo, el camino hacia uno mismo, hacia el encuentro de lo verdadero.
En su interior la tierra recibe a las semillas y las protegerá con un cálido poncho tejido de hojas amarillas, ocres, marrones, rojas y naranjas. Este mismo cuidado inspiraremos en las almas de los niños, donde el principal valor será cuidar la propia luz interior como germen del futuro renacer.
Los seres elementales, presentes, siempre se manifiestan. En la superficie el aire impera, y los silfos con un continuo movimiento llevan a los vientos  de lo suave a lo borrascoso, de lo apacible a lo brusco. En las raíces se hallan los gnomos laboriosos, cuidando ese interior pleno de luz en los cristales. En la lluvia y el rocío vibran las ondinas, en las tenues temperaturas las salamandras aquietadas esperan…
Pero en especial, en el cambio en el follaje es donde más percibimos el obrar, que a partir del ser de los colores, y de la mano del “hombrecillo de otoño” van despertando nuestro asombro y veneración, respeto. El viento, con los silfos, es responsable de regalar las hojas a la tierra, cubriéndola cual manto. Los gnomos tejen y tejen, tiran y empujan, pican y cavan…
Es un proceso que lleva poco a poco hacia el invierno, es pura transformación, reconocer la diferencia entre la apariencia superficial y la verdadera imagen del ser. Esto es “despertar conciencia anímica”, mantener un cálido  sentir en equilibrio.
La vida anímica como mediadora entre el organismo y el mundo, ha de nutrirse de la sabiduría de ésta época, que la prepara para el invierno.
Acompañar a los niños desde la vivencia, las percepciones y los juegos adecuados es nutrir el alma, para que vibre en armonía con el mundo.
También para los adultos es bueno nutrirse de estas experiencias, sintiendo como dentro nuestro podemos cobijar ese universo que quiere estar presente en esta época del año dentro del Alma y ayudarnos a reconocer quienes somos despojados de cualquier apariencia externa.
Ese es el fruto del otoño que podremos recoger para sembrar en el invierno…

sábado, 9 de febrero de 2013

Un síntoma de nuestra sociedad

Foto  de IEDA por la Paz, bajo licencia CC AtribuciónNo comercialCompartir bajo la misma licencia
Llevo días queriendo escribir unas líneas sobre el caso del maltrato en el Jardín Tribilín de San Isidro, y no me llegaba el momento.
Mucho se ha dicho al respecto sobre las maestras (claras victimarias de los niños que tenían a su cargo), las autoridades (inspectores, consejo escolar, Ministerio de Educación, Intendente) que obviamente no ejercieron correctamente el poder de contralor y los padres, claramente desconectados de sus hijos para no notar (o peor aún, hacer caso omiso) a evidencias TAN EVIDENTES -valga la redundancia- como que tu hijo vomite antes de entrar a la escuela, que le tenga miedo al agua, que se cubra la cara con los brazos cuando lo retas, y varios etc. más.

Lo que hicieron estas "docentes" es ABERRANTE. Lamentablemente, no es la primera vez. Tampoco será la última. Ya habíamos hablado de un caso similar que sucedió el año pasado, cuando una maestra difundió la foto de un bebé amordazado en un jardín de infantes en Chubut. Y hubo otro caso similar de una maestra que amordazó a una niña en un jardín de Palermo. Que es lo que lleva a estas maestras a actuar así? Porqué elegir el camino de la docencia, si no se tiene real vocación, y encima en Argentina ni siquiera está bien pago? Que controles y cuidados tienen los dueños del jardín al escoger su personal? Que pruebas les hacen? Que controles ejercemos los padres? Que control ejerce el Estado?
Pero lo más importante: que dice de nosotros como sociedad, este claro síntoma de la desconexión de padres e hijos, maestros y niños?
Al día siguiente de que saliera a la luz este caso, escuchaba a una conocida locutora de radio (cuyo programa escucho siempre porque me divierte muchísimo) entrevistando a una madre del jardín.
No podía dar crédito a lo que escuchaba. Era el dialogo entre dos personas absolutamente desconectadas emocionalmente. 
La madre contaba como su hija mayor, que también asistió a ese jardín, "nunca demostró sintomas de nada", aunque "va al psicologo pero por otros problemas". Hablaba de que había dejado a su hijo más chico, de solo dos años, en ese jardín, "ciegamente", porque la mayor no había nunca demostrado que hubiera ningún problema. Dijo que practicamente a ningún padre/madre del resto de la sala de su hijo, porque como "hay que correr a trabajar", dejaba a su hijo en la escuela a las corridas y lo iba a buscar a las apuradas también, sin detenerse a socializar con los padres de los niños que compartían sala con su hijo diariamente. Nunca le dieron una lista de nombres de los niños que asistían, ni telefonos de los demás padres, y cuando lo pidió para festejar un cumpleaños, no se lo facilitaron. Nunca averiguó si el jardín tenía habilitación municipal. Había padres que jamás ingresaron a conocer el aula a la que asistían sus hijos. 
Esto es lo que la sociedad actual exige de nosotros como padres y madres. Que "depositemos" a nuestra descendencia en un jardín/guardería durante toda la jornada laboral, los vayamos a retirar agotados, con nuestro ultimo aliento, solo para meterles un bocado en la boca, y darles un beso en la frente al meterlos en la cama. No queda resto para más. No hay resto para el dialogo. No hay resto para el juego. No hay resto para la mirada. No hay resto para el abrazo. No hay resto para el momento compartido. Y el poco resto que queda, es para hacer lo que podamos, con los pedazos que dejó de nosotros nuestro ajetreado día, el jefe que nos chilla, las deudas que no podemos pagar, y el niño que llora pidiendo atención.


Pero algo me espantó aún más de este dialogo entre locutora y madre. En un momento esta madre comentaba que su hijo, cuando lo retaban, se tapaba la cara. La locutora se espanto: "Entonces también le pegaban!"- exclamó horrorizada. Y agregó: "No saben que a un chico no se le pega en la cara!! Hasta los pediatras te lo dicen, que si le vas a pegar a tu hijo, tiene que ser un chaschas en la cola!!"... Me quedé muda... no podía salir de mi asombro. No es una frase reveladora? Está bien pegar a nuestros hijos! Hasta la voz autorizada de los pediatras lo autoriza!! Solo no debemos pegar en la cara, pero pegarles, lo que se dice pegarles, en tanto sea en la cola, sin problemas mujer, faltaba más!! 
Aunque todo esto parezca una ironía, teniendo en cuenta que de lo que se trataba era justamente de llamar la atención sobre el maltrato infantil, se estaba incentivando al maltrato infantil!! 
Y aquí no termina todo, porque la madre replico: "Y el chirlo en la cola tiene que ser con pañal"... o sea que está bien pegarle a un niño de menos de 3 años que usa pañal!!?? Y con el de más de 3 que ya no usa pañal que hacemos? Y cuando sea adolescente? O es que allí ya no podremos pegar porque ya tendrá edad para ir a hacernos una denuncia?
Es moral y legalmente condenable lo que pasó en este jardín, y espero que les caiga todo el peso de la justicia encima a TODOS los responsables.
Pero creo que como sociedad en conjunto debemos repensar también como somos con nuestros hijos puertas adentro. Hasta que punto justificamos y/o minimizamos tantas violencias invisibles que se ven día a día en nuestro propio hogar, hasta tal punto que llegan a cegarnos para reconocer la violencia  puertas afuera.


Es una tarea que aún tenemos pendiente.

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