miércoles, 18 de julio de 2012

De inviernos, faroles y vacaciones

El frío se vino con todo en Buenos Aires. Y yo, que soy mezcla con osa, siento que debería meterme en la cama e hibernar...
Con los últimos fríos, mis niños tuvieron dos importantes fiestas escolares: la fiesta de los farolitos, de las que ya les hablara aquí, y la fiesta de la luz.
En la fiesta de la luz, que es una fiesta interna en la que los padres no participamos, los niños más pequeños llevan ramas de pino y manzanas. Los días anteriores, estuvieron elaborando con los maestros las velas de cera de abeja. Joaqui, que es más grande, este año en lugar de manzana trajo una vela hecha en la cáscara de una naranja.

Con las ramas de los pinos hacen un espiral. En el centro del espiral, espera una vela encendida. Los niños van haciendo todo el camino entre las ramas, con sus velas apagadas, hasta llegar al centro del espiral, donde encienden la vela, y hacen el camino inverso llevando consigo se luz.
Esta fiesta simboliza la búsqueda de la luz y el calor interior, para poder salir luego con nuestra luz al mundo, y en el cole de mis hijos se celebra el último día antes de las vacaciones.

Así comenzamos las vacaciones de invierno, que debo reconocer que me tienen bastante agotada...
Maite está lo suficientemente grande para no permanecer tanto dormida, ni sentada tranquilamente observando, pero es lo suficientemente pequeña para poder acompañarnos en algunos programas...
Me da vuelta la casa. Mientras hago la comida, saca toda la ropa de los cajones... no se deja vestir ni desvestir... mientras ordeno la ropa que tiro, se sube arriba de la mesa del comedor, y ahora también intenta subirse al respaldo de las sillas y hasta a la cocina, usando las asas del horno como escalera!!
La pelea a Emma, ambas me celan continuamente, y la mayor parte del tiempo resulta absolutamente AGOTADOR. Eso también me ha mantenido alejada del blog, porque escribir una entrada como esta, me puede llevar toda una tarde, entre idas y venidas...
En fin, vamos llevándolo como podemos. Además de que, como me observara hace poco una amiga, este comportamiento de "enfant terrible" también es la forma que tienen de hacer su duelo por la muerte de la abuela (en el caso de Maite, de exteriorizar todo ese malestar general que percibe en la casa y en los hermanos).
Me queda pendiente contarles del primer ratón Perez que pasó por casa, pero eso será para la proxima!!

lunes, 2 de julio de 2012

Newsletter LG Julio 2012

El congelamiento del cuerpo de las mujeres

Para comprender la lógica de nuestra sociedad basada en la dominación, observemos que el problema no está en el niño que no encuentra el cuerpo de su madre al nacer, sino en esa madre que no siente –espontáneamente- apego hacia su hijo. Ese es, desde mi punto de vista, el verdadero drama de la civilización. Las mujeres –al igual que los varones- provenimos de historias de desamparo, falta de cuerpo, mirada, disponibilidad afectiva, ternura, leche o abrazos. Entonces hemos aprendido tempranamente a congelar las emociones, el cuerpo, los deseos y las intuiciones. La distancia que hemos instaurado para que el dolor no duela tanto, luego nos ha convertido en las mujeres que somos hoy: desapegadas y secas. Ese frío interno, es lo que nos imposibilita sentir compasión y apego por el niño. Todo niño humano nace de un vientre materno y anhela permanecer en un territorio similar. Esto es intrínseco a todas las especies de mamíferos. El verdadero problema es que las madres humanas hemosanestesiado nuestro instinto de apego, con el objetivo de no seguir sufriendo por esa distancia vivida cuando nosotras mismas hemos sido niñas. Es una rueda que gira en torno a lo mismo: vacío, distancia con la propia madre, congelamiento del cuerpo y de las emociones, anestesia vincular, luego imposibilidad o corte frente al instinto de apego sobre la nueva cría.

Si las mujeres sintiéramos la poderosa necesidad de no separarnos de nuestra cría, nadie podría imponernos ese alejamiento. Somos las mujeres quienes –rechazantes de una cría que no sentimos propia- permitimos, estimulamos y facilitamos que la criatura sea alejada y tocada por personas extrañas. Claro que para comprender esa falta de apego, tenemos que remontarnos hacia atrás. Hacia nuestras madres y hacia las madres de nuestras madres y así, por generaciones y generaciones de separaciones tempranas y anti humanas.

Hay dos hechos que merecen un pensamiento ordenado, para comprender el alcance del desastre ecológico respecto a la falta de apego de la madre hacia su cría. Por un lado, la masificación del maltrato en los partos. Por el otro, la represión sexual -especialmente sobre las mujeres- durante siglos de oscurantismo y misoginia. Ambas imposiciones son las herramientas perfectas del Patriarcado para lograr que desaparezca todo vestigio de intuición y de apego de la madre respecto a su cría, para convertir a cada madre en una procreadora de futuros guerreros: niños y luego jóvenes iracundos, desesperados por falta de amor, con rabia y con toda la potencia puesta al servicio de la revancha. O bien, niños desvitalizados, perdidos en la tecnología, deprimidos y sin entusiasmo ni voluntad.

Laura Gutman.

Si usted quiere leer y reenviar el artículo en inglés, haga clic aquí

Adiós a la abuela Lala

De CRIANDO CON AMOR


Hace dos meses la abuela Lala (mamá de H. y única abuela de mis hijos, ya que mi mamá falleció cuando yo era chica) fue hospitalizada por un fuerte cólico.
Luego de varios estudios y de un mes internada en una clínica de PAMI, con un servicio nefasto, el diagnostico no fue nada bueno, y el pronostico aun menos alentador.
Sin embargo, con la fortaleza, la garra y el empuje que siempre la caracterizó, la abuela Lala la luchó durante un mes más...
Finalmente, la enfermedad ganó esta batalla, y el pasado jueves le dijimos "hasta luego". Hasta que nos volvamos a encontrar en otro lugar, en otra dimensión, en algún Cielo.
Han sido días duros. Días tristes. Días de duelo.
El clima en Buenos Aires ha acompañado nuestro estado de animo, y ese jueves la despidió llorando.
Es fácil hablar de la dicha de los nacimientos. Pero la contracara del comienzo de una vida, es el final de otra, a tal punto que en algunas culturas la diosa de la vida es también la diosa de la muerte.
Y hay que saber atravesar la muerte como lo que es: parte de la vida misma. Si aceptamos la llegada de la vida en nuestros hogares, debemos también comprender, aceptar y recibir la llegada del final.
Y así, como parte de la vida, esto también se transformó en aprendizaje.
Tuvimos que aprender a dejar ir a un ser querido, aprender a aceptar que hay cosas en la vida que no podemos cambiar, y sobre todo, tuvimos que enfrentar a nuestros hijos por primera vez con el concepto de muerte.
No fue fácil. No solo porque nunca es fácil explicarle a un niño todo el misterio que rodea a la muerte, sino porque además no se trataba de cualquier muerte, sino de una muy cercana a todos nuestros corazones.
Joaqui se permitió llorar cuando se lo dijimos. Desde entonces, tiene momentos de una profunda tristeza. Pero de a poco va elaborando todo lo que ha sucedido, y ha podido hablarlo, expresarlo verbal y físicamente. Emma no lo ha expresado en palabras, pero ha tenido unos días un tanto difíciles, comprensibles dentro del clima que se estaba viviendo en casa.
A nosotros nos ha unido como pareja, y también como familia. Nos ha dado la oportunidad de valorar nuevamente, y con objetividad, la importancia relativa de ciertas cosas, y la gran importancia de aquellas que todos los días damos por sentadas: la vida, la salud, la alegría...
Mis hijos perdieron una abuela super presente. Mi marido perdió a una madre alegre y luchadora. Yo perdí a una mujer excepcional, una suegra compinche y "gamba".
Pero Lala vivirá siempre en nuestros corazones, cuando suene un tango, cuando Joaqui coma arroz con albondigas...
Luego de haber hecho tanto por todos nosotros, y hasta que volvamos a encontrarnos, Lala, descansa en paz.


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