domingo, 14 de diciembre de 2008

Hace cuatro años...

Un día como hoy, a las 19:15 de la tarde, me convertía en madre por primera vez...

Hoy, cuatro años después y revolucionada hormonalmente por el nacimiento de mi segunda hija, recuerdo ese momento con lágrimas en los ojos...
Tal vez no fue el parto respetado que yo quería, ni el mejor nacimiento para mi hijo, pero fué lo mejor que yo podía ofrecer en aquel momento. Fue mágico y hermoso a su manera, porque trajo a Joaqui a mis brazos y me convirtió en madre, llevando a mi vida un montón de interrogantes sobre lo que se "suponía que debía hacer" y lo que "sentía que quería hacer", y abriendo el camino que llevó a que luego su hermana pudiera tener un nacimiento diferente.
Joaqui ha sido y es nuestro gran maestro. Es dulce, tierno, sensible, y a la vez tiene un caracter fuerte y desafiante que muchas veces nos hace enfrentar con situaciones que nos llevan al limite de nuestra paciencia, poniendo a prueba todas nuestras ideas sobre la crianza respetuosa (y muchas veces haciendonos caer, muy a nuestro pesar, en el típico chantaje, en el grito fácil o en el reto irrespetuoso).
Con él y gracias a él estamos aprendiendo a ser padres, a veces no todo lo buenos que querríamos ser, porque el primero siempre es el que abre las puertas, pero en cada situación que hemos vivido con el hemos ido aprendiendo cosas, y de hecho nos damos cuenta hoy, con otro bebé en casa, cuan diferentes es la maternidad y la paternidad con el segundo hijo, simplemente porque el que plantea los desafíos es el mayor, el que nos enseña y nos hace buscar respuestas a lo desconocido es el primogénito.
Y como en este blog ya está publicado el nacimiento de su hermana, hoy quiero contar el parto de Joaqui, mi chiquito que se está haciendo grande... No voy a contar con detalles la medicalización, simplemente quiero contar el momento mágico del nacimiento de mi hijo mayor.
Te amamos Joaqui!!!




El nacimiento de Joaquín: Jueves 14 de diciembre de 2004

Alrededor de las 10 de la mañana fui con Hernán a la consulta con mi obstetra. Me hizo un tacto y me dijo que estaba con un poquito más de 2 cm de dilatación, que de esa semana no pasaba.

Por algún designio del destino, Hernán prefirió no ir a trabajar ese día, y volvimos juntos a casa.

Almorzamos. Yo me sentía bien, pero notaba una sensación algo extraña en las caderas, como si me hubieran atado unos hilos con pesas que me tiraban hacia abajo. No era doloroso ni incomodo, solo extraño...

A eso de las 13 hs. me llama la partera. Me llamó la atención porque hasta ese día nunca me había llamado. Me comentó que había hablado con mi médico y que le había contado que tenía algo de dilatación, y quería saber como me sentía. Le conté que sentía como un peso en las caderas, y me pidió que me tomara el tiempo de cada cuanto era esa sensación, y la llamara en media hora. Me recosté y comenzamos a contar minutos, eran muy irregulares en duración, pero entre cada una de ellas no pasaba más de 3 minutos.

A las 13:30 me llama la partera y le cuento como me sentía. Me pide de vernos a eso de las 15 hs. en el sanatorio donde pensaba tener a Joaqui.

Me bañé y me cambié tranquila. Hernán quería llevar el bolso, pero yo no, no me creía que pudiera estar de parto. Finalmente Hernán me convenció que era mejor llevarlo, por las dudas, para no tener que volver a buscarlo si me tenía que quedar internada.

Cuando ibamos saliendo llamó mi hermana por telefono, pero solo le dije que iba a una consulta. Yo estaba segura de que aún no había llegado el momento, que me harían otro tacto y me mandarían otra vez a casa.

Llegamos al sanatorio a las 16 hs. La partera ya nos estaba esperando. Me hizo un tacto, que me dolió mucho, y me dijo que estaba con 4 cm de dilatación, que me quedaba internada. Pero cuando fuimos a hacer los papeles, no había camas en maternidad, así que tuvimos que elegir otra clínica. Llamamos a la prepaga para pedir autorización y nos derivaron a la Clínica Olivos.

A las 17 hs entré en la clínica, caminando, no me dolía nada, solo tenía un ligero dolor premenstrual. Hicimos los papeles y fuimos a la habitación. Me pusieron el famoso "suerito" y a partir de ahí los dolores comenzaron a hacerse un poco más intensos. Yo bromeaba con la partera: "Ahora me tomaría un Ibuevanol... ahora me tomaría un Ibuevanol rápida acción... ahora me tomaría un Ibuevanol Forte..."

A través de la vía me empezaron a poner "calmantes", porque yo había decidido que no quería peridural. Empecé a sentirme mareada y con sueño. Los dolores eran cada vez más intensos.

A las 18 hs. la partera me hace un nuevo tacto y de paso rompe la bolsa. Comenzó a dolerme muchísimo cada contracción, y yo comencé a perder el control de mí misma. Sentía muchísimas ganas de pujar, pero no me dejaban, y pedí que me pusieran la peridural.

A las 18:30 me bajaron a la sala de partos, y me pusieron la peridural. El dolor se fue, pero las ganas de pujar no, y el médico no llegaba... "Todavía no, falta el médico!", me decían... y yo obedecí...

A las 19 hs llegó el obstetra y comenzaron a guiarme el pujo. Fueron exactamente cuatro pujos: primero uno, luego otro y me dijeron "Ya se ve el pelito, es rubio!", un tercer pujo y salió la cabeza y en el cuarto pujo me sentaron para que viera nacer a mi hijo. Eran las 19:13 hs.

Enseguida lo pusieron sobre mi pecho. Joaqui no lloraba, solo me miraba fijo y yo a él... Lo tuve unos minutos sobre mi pecho y luego se lo llevaron para bañarlo y hacerle todas las rutinas hospitalarias (que hoy lamento tanto que haya tenido que pasarlas).

Me cosieron y unos 40 minutos después me llevaron a la habitación, donde Hernán me esperaba con Joaqui en brazos. Recién ahí comenzamos a llamar a familiares y amigos para avisar del nacimiento, y decirles que podían visitarnos a partir del día siguiente.

Esa noche fue mágica. Yo no podía creer que se hubiera producido semejante milagro. Esa noche Joaqui durmió en su cunita, al lado de mi cama, pero yo no pegué un ojo en toda la noche. No podía dejar de mirarlo y de admirarlo, tan chiquito y fragil, tan hermoso, tan mío, tan nuestro. Ya no eramos un matrimonio, ahora eramos una familia.

Esa noche comencé a sentir la voz de mi instinto de loba con su cría, ese que todas tenemos grabado a fuego y que tantas veces nos negamos a escuchar. Creo que por eso tampoco podía dormir... no era seguro teniendo a mi cachorro lejos de pecho... Mi memoria de mamífera me gritaba a través de cada célula de mi ser que esa personita tenía que estar sobre mi cuerpo, y no en una cuna. Tardé casi 4 meses en escucharla, pero desde entonces Joaqui no se ha separado de nosotros en las noches.

Por suerte, la leche fluyó rapido y abundantemente, y a pesar de que no todo fue color de rosa en nuestra lactancia, estoy segura de que facilitó tremendamente ese encuentro indispensable entre madre e hijo, y fue la puerta a través de la cual comencé a enterarme de que otro tipo de crianza era posible, que no había nada de malo con seguir lo que me dictaba mi cuerpo, mi corazón, mi alma, todo mi ser... Y Joaqui mamó de mí durante 3 años y medio, que fueron para nosotros la gloria.

Mi Joaqui. Nuestro Joaqui.

El que nos abraza y nos dice que nos quiere mucho, escondiendo su carita en nuestro cuello. El que se emberrincha facilmente cuando tiene hambre o sueño. El que pide "comprame, comprame", pero no se enoja cuando le explicamos que hay cosas que no se puede. El que tiene una facilidad motriz increible, y nos hace morir de risa con su lengua de trapo. El que pide perdón sin que se lo pidamos cuando sabe que algo que hizo no está del todo bien. El que no guarda rencores y nos perdona enseguida cuando somos nosotros los que perdemos la paciencia. El que le gusta acostarse tarde y dormir hasta el mediodía. El que se hace el payaso en el jardín para sacarles una risa a sus compañeritos. El que muere por los autos de carrera y que dice que es de Boca. El que se esconde cuando llegan sus tíos o abuelas, porque le gusta que lo busquen. El que se compadece por el sufrimiento ajeno, al punto en que lo hemos visto con lágrimas en los ojos mirando un Cristo Crucificado. El que es lo suficientemente generoso como para regalar algunos de sus juguetes a los chiquitos que menos tienen.

Nuestro Joaqui. El que nos enseña a ser padres.

Te amamos con toda nuestro ser.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Jose qué bonito cómo has descrito a Joaqui. Tenéis un niño maravilloso. Felicidades Joaqui!!!

Selena dijo...

Preciosa forma de describir a tu Joaqui :)

Unknown dijo...

Precioso....muy emocionante....me encantó eso de oír la loba interna que todas tenemos dentro y que se despierta con la llegada de los hijos, que sabia que la escuchaste!

Somos cuatro dijo...

que lindo que intenso...me identifico mucho con tu relato...que bueno es despojarse de tanto "mandato" y conectarse con lo primitivo, con esa mamifera que tan bien describis...hermosa familia! felicidades para ustedes!

Anónimo dijo...

Qué lindo Jose, qué emocionante!
Felicidades para Joaqui por su cumple!!!!

Anónimo dijo...

Ay, me emocioné!!
Feliz cumple, Joaquín!
Y felicidades a vos Jose, que hace cuatro años que sos mamá!
Cómo nos cambia la vida en cuatro años, no?
Sabés? Ahora que leí tu descripción de Joaqui confirmo lo que se ve en las fotos: sus ojos puros, claros, amorosos y apasionados.
Me encantó lo de la loba que no podía dormir porque sentía el peligro...
Y lo de "éramos una familia".
Y sí, cuando tenemos un hijo, estamos emparentadas con nuestra pareja para toda la vida.
Un abrazo Jose, espero que hayan tenido un día hermoso!
Saludos a ese gran maestro, a vos, al papá y Emma!!
Lau

Anónimo dijo...

Es hermoso, no pude retener las lagrimas!

Anónimo dijo...

Es hermoso, no pude retener las lagrimas!

Gisela dijo...

Jose! Me hiciste llorar.
Qué hermoso relato!
Qué hermoso Joaqui... es conmovedor saber que otras mujeres también estaban ciegas (o sordas) y sanaron atendiendo a sus instintos!
Te mando un beso enorme!

Anónimo dijo...

Hola!!

Jose, que hermoso relato, sabes? Me identifico tanto contigo, la forma en que describes a tú hermoso hijo, es realmente emocionante leerte, me encanta como escribes!! y aunque tarde quiero enviarte muchas felicidades a tí y a Joaqui, ojala que hayan pasado un día increíblemente maravilloso!!

Besitos

Jeshu~ dijo...

que hermoso relato! cuando yo estaba en el hospital tambien sentia que tenia que tener a mi bebita a mi lado, pero no nos dejaban porque hacia un par de meses una madre se habia quedado dormida tan profundamente que paso a ahogar a su hija :(
realmente dar vida es maravilloso... y feliz cumpleaños a joaquin :D

Anónimo dijo...

jose! si bien t escuche relatar el nacimiento de joaqui, en esta oportunidad me resultó conmovedor, pudiste rescatar lo positivo de esa experiencia. felicitaciones por joaqui q me parecio un ser sensible
lili y santi

Viviana dijo...

estoy muerta de risa con tu "evolucion" en el pedido del Evanol jajajajaaja

no se exactamente que pasó en la parte que no redactas, pero creo que todo fue válido para tener a ese bebe en brazos...

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